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Cuando hablar de teléfonos inteligentes es hablar de impacto ambiental

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08/08/2016 - 12:00 am

Entonces ¿por qué no dejarse deslumbrar por el brillo de un smartphone nuevo? ¿por qué no renovarlo si ya salió la nueva versión? Porque eso significa un fuerte impacto ambiental. Foto: AP
Entonces ¿por qué no dejarse deslumbrar por el brillo de un smartphone nuevo? ¿por qué no renovarlo si ya salió la nueva versión? Porque eso significa un fuerte impacto ambiental. Foto: AP

Angélica Simón*

Tener un nuevo teléfono inteligente en las manos siempre es excitante.

Cómo no serlo si con sus finos diseños, cada vez más delgados, con pantallas más nítidas y sus acabados en colores que marcan tendencia, resultan tan atractivos.

Pero no sólo es cuestión física porque en su nombre, smartphone, lleva implícita una promesa: con su inteligencia nos facilitará la vida.

Entonces ¿por qué no dejarse deslumbrar por el brillo de un smartphone nuevo? ¿por qué no renovarlo si ya salió la nueva versión? Porque eso significa un fuerte impacto ambiental.

El ritmo al que se producen smartphones “nuevos” y desechamos los “viejos” (en promedio cada dos años, aunque sigan funcionando), los materiales con los que se usan (muchos de ellos tóxicos, lo que es un riesgo de salud para las personas que trabajan en las fábricas), y la energía con la que se fabrican (energías sucias), da origen a la  generación de mucha basura electrónica que contaminará agua, tierra y aire, implica demanda de recursos naturales y cambio climático.

En números: la fundación Tierra, de España, estima que una tonelada de smartphones a lo largo de su ciclo de vida genera unas 211 toneladas de residuos, de las cuales, 189 corresponden a la extracción y procesado de los materiales que lo componen, 21 a la manufactura y ensamblaje y 1 tonelada de residuo final.

En todas las compañías de electrónicos el mayor impacto energético ocurre durante sus procesos de manufactura, dividida a través de varias cadenas de proveedores. Los celulares, por sí solos, producirán 122 megatoneladas de C02 (más de lo que produciría un país como Bélgica) para 2017 y más del 60 por ciento provienen de sus procesos de producción.

De acuerdo con la Unidad de Inteligencia Competitiva, en la actualidad hay 80 millones de smartphones en México, si éstos son renovados en promedio cada dos años, imaginemos el acumulado de basura generado y multipliquémoslo por su impacto.

Seamos realistas. No vamos a dejar de consumir celulares, así que mejor demandemos a las compañías que nos den un teléfono inteligente construido con energías renovables, con materiales menos tóxicos, y además, que estos gadgets sean reparables y reciclables para que cada vez generemos menos residuos electrónicos.

Firmemos en:
http://detox.greenpeace.org/es-MX/trueinnovation/

*Angélica Simón es coordinadora de medios en Greenpeace México.

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