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Rubén Martín

31/12/2023 - 12:03 am

30 años del “Ya basta” zapatista

En total sigilo y con una admirable coordinación, el 1º de enero de 1994 miles de integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tomaron cinco cabeceras municipales de Chiapas, entre ellas San Cristóbal de las Casas, ciudad colonial por excelencia, y desde ahí dieron a conocer su Primera Declaración de la Selva Lacandona en la que explicaron los motivos de su lucha, y le notificaban al ejército que le declaraba la guerra el Gobierno mexicano. 

Nueva organización del EZNL.
“Pasados 30 años muchas veces se olvida el enorme legado que ha dejado para la vida política del país y de la izquierda internacional el alzamiento zapatista”. Foto: Isabel Mateos, Cuartoscuro

“HOY DECIMOS ¡BASTA! Al pueblo de México: Hermanos mexicanos: Somos producto de 500 años de luchas: primero contra la esclavitud, en la guerra de Independencia contra España encabezada por los insurgentes, después por evitar ser absorbidos por el expansionismo norteamericano, luego por promulgar nuestra Constitución y expulsar al Imperio Francés de nuestro suelo, después la dictadura porfirista nos negó la aplicación justa de leyes de Reforma y el pueblo se rebeló formando sus propios líderes, surgieron Villa y Zapata, hombres pobres como nosotros a los que se nos ha negado la preparación más elemental para así poder utilizarnos como carne de cañón y saquear las riquezas de nuestra patria sin importarles que estemos muriendo de hambre y enfermedades curables, sin importarles que no tengamos nada, absolutamente nada, ni un techo digno, ni tierra, ni trabajo, ni salud, ni alimentación, ni educación, sin tener derecho a elegir libre y democráticamente a nuestras autoridades, sin independencia de los extranjeros, sin paz ni justicia para nosotros y nuestros hijos”.

Con este mensaje, hace 30 años, cientos de comunidades mayas organizada se levantaron en armas y declararon la guerra al Estado mexicano impulsados por las ganas de seguir viviendo y no morir absurdamente por una muerte prevenible. 

En total sigilo y con una admirable coordinación, el 1º de enero de 1994 miles de integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tomaron cinco cabeceras municipales de Chiapas, entre ellas San Cristóbal de las Casas, ciudad colonial por excelencia, y desde ahí dieron a conocer su Primera Declaración de la Selva Lacandona en la que explicaron los motivos de su lucha, y le notificaban al ejército que le declaraba la guerra el Gobierno mexicano. 

El levantamiento zapatista con su poderoso mensaje de “Ya basta”, tomó por sorpresa a todo el mundo. Para empezar, tomó por sorpresa a la propia clase gobernante que justo ese 1º de enero festejaba que México entraba a la modernidad capitalista gracias al Tratado de libre Comercio con América del Norte (TLCAN) que el usurpador Carlos Salinas de Gortari había firmado con Estados Unidos y Canadá.

Crónicas de hace 30 años recordaban que la noche vieja del 31 de diciembre de 1993, Carlos Salinas festejaba la llegada del año nuevo en casa de Patrocinio González, chiapaneco y Secretario de Gobernación, en compañía de otros altos funcionarios del Gobierno federal cuando les llegó la noticia de la toma de las cinco localidades de Chiapas por un grupo guerrillero compuesto por indígenas campesinos de las comunidades más pobres de la Selva Lacandona. No daban crédito. Pero respondieron de acuerdo a su naturaleza de clase gobernante: ordenaron el despliegue de las fuerzas del Ejército con todo su poder de fuego para contener y exterminar a los insurgentes. 

Los primeros días de enero de 1994 los zapatistas libraron duros combates contra el Ejército mexicano, que incluso echo mano de la Fuerza Aérea Mexicana para bombardear a los insurgentes. Pero fue tal el impacto del mensaje del “Ya basta”, fue tal la magnitud de la solidaridad que despertó un digno ejército de indígenas mayas armados, algunos rudimentariamente, que se generó un potente reclamo de alto a la guerra en apenas pocos días en todo el país. 

Se concretó así un alto al fuego en la segunda semana de los enfrentamientos, y desde el Gobierno se anunció el “perdón” a los alzados. Surgió así otro de los mensajes más potentes de los muchos que iría dando a conocer el EZLN: “¿De qué nos van a perdonar? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?”, preguntaron los zapatistas el 18 de enero de 1994. 

“¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas?  (…) ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos?”.

Con estos mensajes y la enorme carga simbólica de miles de milicianos con sus rostros cubiertos por pasamontañas, el EZLN fue ganando simpatía dentro y fuera del país y al paso de los meses se confirmó que el neozapatismo era una fuerza de izquierda radical y revolucionaria, totalmente distinta a otras guerrillas latinoamericanas. 

Pasados 30 años muchas veces se olvida el enorme legado que ha dejado para la vida política del país y de la izquierda internacional el alzamiento zapatista. Para empezar motivó cambios incluso en el sistema político liberal al obligar al sistema a ciudadanizar el INE a comienzos de 1994, que hasta entonces dependía del Poder Ejecutivo. Pero los cambios más importantes ocurrieron en la política de abajo, poniendo en el centro del debate nacional la exclusión y el desprecio secular hacia los pueblos originarios del país y del continente. El alzamiento zapatista abrió paso a la conformación del Congreso Nacional Indígena (CNI) y gracias a los encuentros “inter-galácticos”, impulsó la creación de plataformas altermundistas en México y el mundo. 

No hay suficiente espacio para consignar la huella que el EZLN ha dejado en la vida política mexicana y en la izquierda internacional, pero sin duda 30 años después de lanzada la guerra contra el olvido el neozapatismo ha demostrado que organizados de manera autónoma están construyendo otro mundo. No sin dificultades, sin errores y rectificaciones, los zapatistas nos muestran que otra forma de hacer política es posible. Ahora en los recientes comunicados anticipan que su horizonte de hacer política es de largo plazo. Están pensando cómo hacer para que una niña de nombre Deni, dentro de 120 años viva en una comunidad que le permita tener la libertad para tomar sus propias decisiones y vivir una vida digna. Este es el largo tiempo de la mirada zapatista. A 30 años del “ya basta” el legado zapatista sigue presente y seguirá caminando muchos años más mostrando una luz de esperanza necesaria ante la catástrofe que ofrece el capitalismo.

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]

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