Melvin Cantarell Gamboa

Decrecimiento y comunitarismo social II

"Es el momento, pues, de hacer lo que estamos obligados a hacer para no continuar experimentando el dolor de un mundo roído por lo negativo. Si fallamos y nos mostramos incapaces de construir un futuro post capitalista que modifique nuestro destino, la naturaleza y nuestra existencia misma continuarán en vilo."

Melvin Cantarell Gamboa

16/07/2025 - 12:05 am

Foto: Crisanta Espinosa Aguilar, Cuartoscuro

Situar al enemigo

Para los seres humanos sólo existe un planeta, la tierra, y todo en él está interconectado; la crisis actual que amenaza su destrucción sólo tiene un culpable: el capitalismo y sus pilares: producción y consumo en masa; relación que encierra una trampa para persistir en la conservación del actual modo de producción y consiste en mantener la idea que sin capital y sin hacer crecer el PIB nacional no pueden redistribuirse los bienes y la riqueza generados por el sistema económico; según esta perspectiva, el crecimiento permanente es condición indispensable para el desarrollo económico, si no no hay no hay progreso y no hay inversión sin el aumento progresivo de los beneficios para el capital. Este sólo axioma sitúa al capitalismo como el enemigo principal de los seres vivientes, de las sociedades humanas y del planeta tierra; apostar al crecimiento infinito del PIB, por ejemplo, conduce a confundir bienestar social con consumo elevado, lo cual es falso.

Pongamos, para empezar, dudando de la tesis y hagámonos las siguientes preguntas: ¿Es posible alcanzar, mediante la economía capitalista de crecimiento permanente, terminar con el hambre, la pobreza y la marginación y lograr la satisfacción social de todos los habitantes del mundo? Ahora bien, en los hechos la producción y distribución capitalista se rigen por la demanda y los precios, entonces, ¿Por qué el 80 por ciento de los seres humanos dispone de ingresos insuficiente para subsistir y lleva a los más pobres a vivir una doble tragedia? Observar en su entorno la abundancia de bienes en el mercado y enfrentar la obligada privación de no poder comprarlos; de ahí que el capitalismo sea más una sociedad de escasez que de la abundancia; todas las cosas deseables, incluso para los más ricos, nunca estarán enteramente al alcance de la mano, estamos obligados a optar por un número reducido de cosas y renunciar a muchas otras; en consecuencia, el capitalismo como formación social forzosamente apuesta a la abundancia, sin embargo, la escasez dicta el juicio sumario contra el sistema. Esta circunstancia da lugar a otras preguntas: ¿Es conveniente seguir impulsando el crecimiento, como lo dicta el sistema capitalista o es urgente crear un nuevo modo de producción que produzca satisfacción social sin castigar las necesidades existenciales de la humanidad? ¿Qué hacer? ¿Abandonar la relación oferta-poder adquisitivo que rige los mercados? ¿Proseguir aferrados a una economía que se centra solamente en necesidades individuales e individualista como objetivo o implantar actividades productivas que sirvan a procesos vitales esenciales para la sociedad? ¿Qué nos impide optar por una forma de decrecimiento que no priorice la ganancia sobre pobreza generalizada? 

Antes de emitir un juicio sumario contra el capitalismo es necesario responder a las siguientes preguntas ¿Por qué el 0.1 por ciento de la población goza de lujo y abundancia sin límite y el 99.9 por ciento padece algún tipo de pobreza? ¿Por qué el 20 por ciento de la población mundial detenta el 80 por ciento de la riqueza, en tanto el resto de la humanidad vive con algún tipo de carencia o en pobreza patrimonial? ¿El actual modo de crecimiento económico, en algún momento generará tal abundancia que la satisfacción social estará al alcance de todos? Es más, si continuamos procurando el crecimiento del PIB nacional ¿Algún día la distribución de los bienes creados socialmente serán suficientes para todos? ¿En qué lugar del mundo el capitalismo ha construido sociedades rebosantes de riqueza y establecido la equidad en el reparto de los bienes y la riqueza? ¿Por qué miles de millones de seres humanos carecen hasta de lo indispensable? ¿Por qué el capitalismo condena al hambre a 800 millones de seres humanos y a seis mil millones a la pobreza?  

Ahora bien, si los beneficios de la modernidad sólo están al alcance de dos mil millones de privilegiados que viven en los países Occidentales y Japón ¿Podemos llamar al capitalismo y a su estilo de vida imperial generador de sociedades con justicia social? Si aceptamos que el capitalismo está imposibilitado para crear satisfacción social ¿Por qué permitimos permanecer prisioneros de la trampa capitalista que define la calidad de vida a través del consumo y la riqueza de una nación con altos estándares de crecimiento del PIB nacional y llamar a esto desarrollo?

Las cosas y los hechos nos muestran que la realidad es muy distinta a la idílica política de bienestar social que sustenta el sistema dominante; ningún progreso fincado en el crecimiento de la economía puede resolver las actuales desigualdades, respetar los límites planetarios y producir bienestar social. Si cada habitante del mundo consumiera alimentos, bienes y energía, en la cantidad que lo hace un norteamericano, necesitaríamos 5.1 planetas tierra para satisfacer las necesidades de todos  

La manera actual de funcionar del capitalismo ha destruido la naturaleza y llevado al capitalismo a su etapa superior y última. No es una profecía, lo vivimos a diario, a ello lo obligan sus propias contradicciones y su imparable ambición de beneficio. ¿No es suficiente para buscar respuestas fuera del ámbito capitalista? Salvar al planeta es salvarnos a nosotros mismo, el problema compete a todos y si no hacemos lo que nos corresponde, la tierra seguirá muriendo y con ella la humanidad. Es el momento, pues, de hacer lo que estamos obligados a hacer para no continuar experimentando el dolor de un mundo roído por lo negativo. Si fallamos y nos mostramos incapaces de construir un futuro post capitalista que modifique nuestro destino, la naturaleza y nuestra existencia misma continuarán en vilo.

La economía política capitalista

La economía política capitalista a lo largo de su historia ha tenido un comportamiento atrabiliario; en sus comienzos estuvo llena de buenas intenciones, atribuía al progreso económico la posibilidad de producir “la mayor felicidad para el mayor número” (Jeremy Bentham); su objetivo final era la mejora de la humanidad; la pobreza era vista como un fracaso en las relaciones sociales y, su yerro un reclamo al principio de mayor felicidad para el mayor número, sin embargo, generó lo contrario, el sufrimiento (John Stuart Mill). Desde la perspectiva de estos dos filósofos economistas, el objeto de la economía política capitalista era garantizar la subsistencia de todos seres humanos y crear un fondo de ahorro para resolver cualquier circunstancia no prevista que conduzca a la precariedad; el camino imaginado para alcanzar este fin era el progreso continuado a través de la economía del crecimiento que, a la larga, según su punto de vista, proporcionaría a la sociedad lo necesario para saciar las necesidades de todos en un contexto de empleos suficientes y satisfacción social; además, se pagaría una renta al Estado (impuestos) para que este proporcionara infraestructura y servicios públicos suficientes para la población. Sí ponemos atención a este enfoque, no tiene nada que ver con el crecimiento del PIB nacional, es la satisfacción social lo que importa no los beneficios del capital; la preocupación principal era enriquecer cualitativamente el capital humano no la tasa de ganancia, importaba el bienestar social. El camino imaginado en los orígenes del sistema fracasó, la clase trabajadora de la Revolución Industrial vivió en condiciones miserables, sus barrios eran auténtico muladares. De haber seguido esta vía ¿Existiría la pobreza del 99 por ciento de la población mundial? ¿Se hubiera desactivado la lucha de clases? ¿La distribución equitativa de la riqueza sería una realidad? ¿Qué pasó?

Los grandes capitales inventaron un nuevo criterio para medir el progreso social, abandonaron el principio de considerar la felicidad del mayor número para adoptar la idea de que la ganancia no está relacionada con el capital variable, es decir, con el salario y se abandonó la preocupación por las condiciones de vida de los trabajadores y se decidió mantenerlos con un ingreso mínimo apenas suficiente para no morir de inanición ellos y su familia. Lo esencial, en ese momento, era la parte del capital invertido en maquinaria más eficientes y la obtención de materia prima y fuerza de trabajo barata. El plan tuvo éxito cuando aceleró la extracción de recursos en los países coloniales y explotó hasta la extenuación a nativos mediante el trabajo esclavo y la servidumbre a cambio de sólo mantenerlos con vida; de esta manera los territorios conquistados transferían plusvalor relativo a los países occidentales; la maniobra abarató los productos y eliminó a muchos competidores que no tenían acceso al saqueo en el sur del planeta. Esta circunstancia destruyó territorios, condenó a la miseria y al sufrimiento a millones de indígenas y permitió a los capitalistas obtener beneficios nunca imaginados; desafortunadamente, el procedimiento, modificado y actualizado, continúa vigente.

¿Cómo se produjo este fenómeno? Los economistas Adam Smith, David Ricardo, principalmente Karl Marx y más tarde, en el siglo XX John Maynard Keynes, al estudiar el origen de las crisis capitalistas descubrieron una tendencia decreciente en la tasa de ganancia. La hipótesis inicial se basó en la observación de la tendencia a la baja del beneficio obtenido en la realización de una mercancía en el mercado durante un determinado periodo de tiempo; se concluyó que la causa era la renovación permanente del capital constante (lo invertido en fábricas y maquinaria); el procedimiento tiende a generar una disminución progresiva de la rentabilidad de las inversiones de capital. Marx en el primer tomo de El capital había descubierto que la ganancia capitalista provenía de la plusvalía, es decir, del tiempo de trabajo no remunerado al obrero por el uso de su fuerza de trabajo durante un determinado tiempo. En el proceso de transformar la materia prima en mercancía, el obrero creaba un plusvalor, un valor agregado del que se apropiaba el capitalista; hasta la fecha la tesis no pierde vigencia, pero Marx hace un nuevo descubrimiento (tomo III de El capital), la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.

Para nuestro propósito, vale la pena explicar el proceso. Marx descubre que la innovación tecnológica crea medios de producción más eficientes y concluye que su teoría de la plusvalía quedaría incompleta para explicar el éxito del capitalismo industrial si no toma en cuenta la tasa decreciente de ganancia. Descubre que para frenar la tendencia hay que incorporar a la producción industrial continuamente nuevas tecnologías que intensifiquen el uso de la fuerza de trabajo durante la jornada normal para aprovechar mejor los recursos disponibles. Pero ¡albricias¡ Descubrieron también que el descubrimiento de América y la colonización de otros continentes puso al alcance de Occidente una reserva de recursos y riquezas que parecían inagotables e intensifican el saqueo de sus riquezas naturales, destruyen bosques, selvas, sobreexplotan hasta su agotamiento el agua potable, contaminan ríos, lagunas, fuentes, grandes extensiones de tierra y extraen sin medida combustibles fósiles, metales de todo tipo y, con inmoralidad perversa, condenan a la miseria a miles de millones de seres humanos, condenando al planeta, a la tierra y a la  humanidad a la destrucción; pero, como ha sucedido siempre, ahora estos  villanos, con el cinismo que los caracteriza quieren tapar el pozo presentándose así mismo como los defensores y héroes que salvarán al mundo de su apocalipsis e inventan el ecologismo (continuará). 

Melvin Cantarell Gamboa

Melvin Cantarell Gamboa

Nació en Campeche, Campeche, en 1940. Estudió Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es excatedrático universitario (Universidad Iberoamericana y Universidad Autónoma de Sinaloa). También es autor de dos textos sobre Ética. Es exdirector de Programas de Radio y TV. Actualmente radica en Mazatlán, Sinaloa.

Lo dice el reportero