El doctor David Kessler, exdirector de la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos, durante administraciones tanto de los republicanos como de los demócratas, acaba de lanzar una bomba contra las grandes corporaciones de ultraprocesados y bebidas endulzadas que tienen justamente su origen en ese país.
Esta bomba se suma a muchas otras que ponen en peligro la forma en que han elaborado sus productos las grandes corporaciones de alimentos y bebidas, desde Coca Cola a Nestlè, pasando por Bimbo y todas las corporaciones que han modificado la dieta en gran parte del mundo, convirtiéndose en una de las principales causas de enfermedad y muerte.
La bomba ha sido lanzada en el “Corazón de la Bestia”, en los Estados Unidos, el centro de origen de la comida chatarra y la comida rápida, por el Dr. Kessler, una de las figuras más reconocidas en salud en ese país por haber impulsado muy importantes políticas que llevaron a la reducción del tabaquismo salvando decenas de miles de vidas, también reconocido por sus libros acerca del deterioro de la alimentación y sus daños en la salud. El Dr. Kessler acaba de presentar, con toda la autoridad que tiene, una petición formal para que los carbohidratos refinados, como las harinas refinadas y los azúcares refinados, usados en el procesamiento industrial, es decir, en los productos ultraprocesados, dejen de ser declarados “GRAS”, es decir: “Generalmente reconocidos como seguros”. El Dr. Kessler va al corazón de estos productos, demanda que las harinas y azúcares refinados, y otros ingredientes sean declarados no seguros, no saludables. Se trata de ingredientes esenciales para todas estas empresas ya que están presentes y son la base de la mayoría de sus productos.
La petición pone contra la pared a las corporaciones de ultraprocesados. También al Secretario de Salud estadounidense Robert F. Kennedy que, a pesar de que ha sido enfático denunciando el daño de los ultraprocesados en la dieta de los estadounidenses, solamente ha promovido acuerdos voluntarios con las corporaciones.
La petición del Dr. Kessler llama a una regulación obligatoria, no a acciones voluntarias de la industria. Los medios de comunicación, que han dado importante cobertura a esta iniciativa, señalan como ésta enfrenta al Secretario de Salud y a los republicanos, que tienen profundos vínculos con las grandes corporaciones de ultraprocesados. Los republicanos, protegiendo los intereses de estas corporaciones se han opuesto sistemáticamente a las políticas de salud pública que afecten sus intereses económicos.
En el año 2010, otro doctor, pero del Sur del continente americano, el brasileño Carlos Monteiro, publicó en una revista científica que la causa principal de la epidemia de sobrepeso y obesidad, y sus consecuencias estaba siendo causada por la introducción masiva de productos ultraprocesados en la dieta. Calificó los alimentos de acuerdo a su grado de procesamientos, comprobando el grave daño de los ultraprocesados. Las grandes corporaciones globales de ultraprocesados reaccionaron de inmediato, descalificando al Dr. Monteiro, argumentando que el concepto de ultraprocesados no tenía base científica e, incluso, una asociación española amenazó públicamente a quienes usaran el concepto bajo el argumento que dañaban sus negocios.
El concepto de ultraprocesados no solamente quedó ahí, del año 2010 a la fecha, han sido ciento de investigaciones científicas las que han demostrado que a mayor consumo de estos productos, mayor riesgo de muy diversas enfermedades y causas de muerte. El concepto de ultraprocesados ha pasado a ser utilizado por la comunidad científica y por los organismos de Naciones Unidas. Esa fue otra bomba a la que la semana pasada se sumó la bomba del Dr. Kessler.
La petición de Kessler se sustenta en una evidencia suficiente para demostrar cómo estos productos son la principal causa de enfermedad. Señala Kessler: “Veinticinco por ciento de los hombres estadounidenses van a desarrollar enfermedades del corazón. De treinta a cuarenta por ciento vamos a desarrollar diabetes. Veinticinco por ciento de nosotros vamos a sufrir un infarto”. Las proyecciones en México sobre los daños en salud por el consumo de ultraprocesados son aún más graves que las estadounidenses.
Si el cambio climático es un reto para la sobrevivencia de la especie por la alteración que hemos provocado en el sistema planetario, la invasión de los productos ultraprocesados en la dieta es la principal causa de las principales enfermedades y causa de muerte de nuestra especie actualmente.
Demandar que las harinas refinadas y los azúcares refinados presentes en los productos ultraprocesados dejen de ser declarados seguros es una segunda bomba para las corporaciones de ultraprocesados, sumada a la primera que lanzó el Dr. Carlos Monteiro al clasificar a sus productos como ultraprocesados.
Las grandes corporaciones se enfrentan ante la evidencia de los daños que provocan sus productos, daños que se niegan a reconocer. Por otro lado, enfrentan la evidencia sobre los costos económicos que provocan sus productos, costos que son cubiertos con recursos públicos. Esta situación ha llevado a que organismos financieros internacionales llamen a los gobiernos a establecer altos impuestos a estos productos por la única razón de que los daños que provocan ponen en crisis los sistemas de salud.
Las regulaciones de la publicidad, de su venta, de su presencia, el establecimiento de altos impuesto que generen recursos para los sistemas de salud, son políticas necesarias y urgentes para enfrentar el deterioro de la salud y más en México, que presenta uno de los más graves escenarios al ser los mexicanos los mayores consumidores de ultraprocesados en América Latina y consumir muchas más bebidas azucaradas que los estadounidenses.





