
El gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha realizado al menos quince ataques en contra de embarcaciones en el Caribe y el Pacífico en las que se ha asesinado al menos a 61 personas. Según el gobierno estadounidense, las embarcaciones transportaban droga hacia su país y como decidió calificar de organizaciones terroristas internacionales a los cárteles de la droga, se atribuye el derecho de atacarlos sin mediar ningún juicio o debido proceso de por medio.
Se trata de operaciones ilegales a la luz del derecho internacional, como ya habían denunciado gobernantes de países de la región, opositores y expertos dentro de EEUU y ahora también por la Organización de Naciones Unidas. El Alto Comisionado de la ONU, Volker Türk, en un comunicado emitido el viernes pasado, acusó a Estados Unidos de cometer “ejecuciones extrajudiciales” y “violar el derecho internacional de los derechos humanos” por estos ataques.
Y añadió: “Según informes, más de 60 personas han muerto en una serie continua de ataques perpetrados por las Fuerzas Armadas estadounidenses contra embarcaciones en el Caribe y el Pacífico desde principios de septiembre, en circunstancias que no encuentran justificación alguna en el derecho internacional”, declaró el Alto Comisionado de la Organización de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Debido a la ilegalidad de estos ataques, la ONU pidió a detenerlos: “Estados Unidos debe poner fin a dichos ataques y tomar todas las medidas necesarias para evitar las ejecuciones extrajudiciales de las personas a bordo de esas embarcaciones, más allá del presunto comportamiento delictivo que se les atribuya", dijo Türk.
El gobierno de Donald Trump ha justificado estos ataques a la luz de una orden ejecutiva en la que declaró organizaciones internacionales terroristas a los cárteles que trafican droga. Los ataques comenzaron el 2 de septiembre contra una embarcación en el Caribe en la que murieron once personas. El presidente Trump anunció la ofensiva en sus redes sociales y dijo que bajo sus órdenes las Fuerzas Armadas de Estados Unidos “realizaron un ataque militar contra narcoterroristas del Tren de Aragua identificados en el área de responsabilidad del Comando Sur”.
Y señaló directamente como responsable al presidente de Venezuela: “El Tren de Aragua es una organización terrorista extranjera designada por el Departamento de Estado, que opera bajo el control de Nicolás Maduro y es responsable de homicidios masivos, narcotráfico, trata de personas y actos de violencia y terror en Estados Unidos y el hemisferio occidental”, escribió en sus redes sociales. “Que esto sirva de advertencia para cualquiera que piense en traer drogas a Estados Unidos. ¡CUIDADO!”, añadió.
En las dos últimas semanas los ataques también se han llevado a cabo en el Pacífico occidental frente a costas colombianas y con graves acusaciones también al presidente Gustavo Petro. Con estas acciones, no pocos creen que lo que se pretende en el fondo es una posible intervención directa en la región, por ejemplo para sustituir el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, que parece ser el objetivo en estas operaciones.
Pero lo que en realidad está en el fondo de la cuestión, son los enormes recursos y bienes comunes que tiene América Latina y que en su visión imperial, los considera como parte de su esfera de influencia y por tanto se arroga el derecho de apropiárselos. Apenas hace unos días el economista estadunidense Jeffrey Sachs dijo en una entrevista para un podcast que la verdadera razón por la que Estados Unidos ha intentado desestabilizar Venezuela durante los últimos 20 años es porque Caracas tiene las mayores reservas de petróleo del mundo. “Estamos intentando robarlas, así de simple. No es complicado. Esto no tiene nada que ver con el narcotráfico”, sostuvo (La Jornada, 25 octubre 2025).
Más allá de que lo reconozca este economista, lo declaró abiertamente en enero de 2023 Laura Richardson, entonces jefa del Comando Sur de Estados Unidos en un evento en Washington en un foro del Atlantic Council: ¿Por qué es importante esta región con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras tienen el Triángulo de litio que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60 por ciento de litio del mundo está en el triángulo de litio entre Argentina, Bolivia y Chile. Tienen las reservas de petróleo más grandes de crudo ligero y dulce descubierto en Guyana y tienen los recursos de Venezuela también con petróleo, cobre, oro”. También dijo que la región tiene el principal pulmón del mundo, el Amazonas, y luego se les escapó esta frase desde el subconsciente: “Tenemos también el 31 por ciento del agua dulce del mundo en esta región”. Dijo “tenemos”, en plural, como asumiendo que Estados Unidos es también propietario de esos recursos. Eso lo dijo una jefa militar todavía en el gobierno demócrata de Joe Biden.
Ahora de un modo más grosero, y descarado, el gobierno Trump parece que quiere asegurar como propios los ricos y enormes recursos naturales y bienes comunes de América Latina, para tratar de mantener su posición hegemónica en el mundo, ante el enorme desafío que representa el acelerado avance de China como potencia mundial. En efecto, lo que ocurre en el Caribe es una posición en el tablero geopolítico mundial.





