
A la memoria de Carlos Manzo
En medio de la escalada de violencia criminal y polarización política es casi imposible que las acciones diplomáticas alcancen visibilidad o, peor, se desvanecen en la bruma mediática que provocan acontecimientos terribles como el sucedido el Día de Muertos en Uruapan, dónde, fue asesinado el Alcalde Carlos Manzo considerado, por muchos, como el mejor Edil del país por su juventud, verbo, carisma, compromiso, valentía.
Bajo condiciones normales deberíamos estar hablando de éxitos y desafíos que tiene el país en un mundo de bloques económicos, construcción de puentes entre países hermanos, vamos, lo urgente, restablecer las relaciones institucionales entre México y España, sin embargo, el día a día, está marcado por las acciones criminales, las groserías parlamentarias, el cinismo político, la ira colectiva, como lo constatan diariamente, la prensa y las redes sociales.
Veamos, existen dos estampas de éxito recientes que no deberían pasar desapercibidas y que se obnubilan por el ruido violento: Una, la portada del diario El País, dónde Quirino Ordaz Coppel, Embajador de México en España, saluda afectuosamente a José Manuel Albares Bueno, Ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno español en el marco de la exposición: La mitad del mundo: La mujer en el México indígena, donde se exhiben 435 piezas arqueológicas y etnográficas en cuatro sedes de la capital española.
La otra estampa de gozo es el reconocimiento de la Corona española al Museo Nacional de Antropología al que distingue con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia.
Y es que el jurado vio en nuestro mayor museo esa mezcla maravillosa de patrimonio cultural, conservación, hermandad y difusión de las artes.
Y, como tal, insumo para la concordia y el entendimiento entre naciones; también es el caso de la fotógrafa Graciela Iturbide a la que se le otorgó el Premio Princesa de Asturias de las Artes por su trabajo visual que ha documentado culturas indígenas y comunidades marginadas.
Más recientemente se le han otorgado el Premio Miguel de Cervantes al escritor mexicano Gonzalo Celorio, máximo galardón de las letras en lengua castellana que han recibido seis mexicanos el último Fernando del Paso en 2015, lo que sumado provoca, nos dicen, un razonable “sospechosismo” en las ruidosas tertulias político-literarias madrileñas por la sintonía y afinidad política que existe entre el gobierno de coalición hegemonizado por el PSOE y el Gobierno de la 4T.
Al parecer no hay precedente qué otro país latinoamericano haya tenido en un mismo año tantos reconocimientos a sus instituciones y creadores del mundo de la cultura, lo que da cuenta hoy del interés por normalizar las relaciones entre sus países.
Qué, recordemos, fueron alteradas en marzo de 2019 por un desplante de nacionalismo del entonces Presidente López Obrador quien a su estilo envió sendas cartas polémicas al Rey de España y al Papa Francisco, sin que, al parecer, haya habido operación diplomática para obtener un “perdón” simbólico por los agravios cometidos durante la conquista y la etapa colonial provocando un gran debate, y polarización en México y España.
El Papa Francisco lo concedió de inmediato y el rey Felipe VI nunca respondió a la misiva.
Es más, hasta hoy no hay respuesta real y no parece que la vaya a haber en el mediano plazo.
Está fresco, todavía, que el Rey Felipe VI no fue invitado a la toma de posesión de la Presidenta Sheinbaum y que este no haya autorizado un representante de la Corona.
Peor, recientemente la reina Letizia, consorte del monarca español, en una entrevista manifestó interés por venir a México, quizá, buscando contribuir a la reconciliación y al pedírsele opinión a la Presidenta Sheinbaum sobre esa intención respondió con un desafortunado ninguneo: ¡Ya veremos!
Son muchos los lazos históricos, culturales y económicos que vinculan a España con México, lo que supone que detrás de estas distinciones se encuentra una agenda oculta vinculada a la inversión, el turismo, la cultura, la industria y la política.
Entonces, hay que decirlo, los reconocimientos y premios otorgados indican un cambio de época porque adquieren una dimensión que va mucho más allá de lo artístico o lo académico.
Se han vuelto herramientas simbólicas, mensajes diplomáticos velados y hasta vehículos de reconciliación o de reafirmación identitaria.
Y es que la cultura suele abrir caminos cuando hay bloqueo diplomático para recomponer relaciones y, en ese sentido, está el discurso del Ministro Albares Bueno quien, seguramente habiendo hecho las consultas debidas, reconoció que la conquista y colonización incluyó “momentos de dolor e injusticia hacia los pueblos originarios”.
Así, el reconocimiento al Museo Nacional de Antropología e Historia estaría suavemente vinculado al pasado colonial de manera que, al otorgarse el Premio desde España, abre una vía de “reparación simbólica”, madura, no sin tropiezos verbales.
También para España, al conceder sus mayores galardones a mexicanos, sirve para mostrar apertura y deseos de reconciliación.
Este ejercicio de diplomacia de primer nivel representa un triunfo parcial para el Gobierno mexicano en cuánto puede usar estos premios para reforzar su narrativa de dignidad nacional, soberanía cultural y derecho a reconocimiento histórico, algo muy valioso en estos tiempos con serios problemas de gobernabilidad.
El hecho de que instituciones españolas legitimen a figuras culturales o entidades públicas mexicanas refuerzan esta narrativa, simplemente porque premios como estos otorgan valor a quien lo recibe. Basta escuchar exultante a Gonzalo Celorio.
Sin embargo, no hay que olvidar que el Jefe de Estado español es Felipe VI y este tipo de acciones están incompletas, en tanto no se selle formalmente con su reconocimiento.
De ahí que la tarea del Secretario Juan Ramón de la Fuente y el Embajador Quirino Ordaz no esté terminada, aunque para efectos prácticos y mediáticos está el discurso de Albares Bueno y hasta pudiera quedar en ese nivel, como un entendimiento entre gobiernos, que al final de cuentas, son los que operan la agenda que está detrás de los reconocimientos.
Claro, sería estupendo que el rey Felipe VI se tomará la foto con la Presidenta Claudia Sheinbaum porque la necesita más que el monarca español y es que le urge mostrar éxitos de su gestión porque la prensa, incluso la controlada, no deja de hablar de las tragedias que diariamente ensombrecen nuestra imagen internacional.





