En tiempos donde la geopolítica se define con misiles y amenazas comerciales, la diplomacia, ese arte de gestionar las relaciones internacionales y evitar conflictos mediante la negociación y reconciliación de intereses opuestos, está en el centro.
Esta herramienta es indispensable para construir paz a partir del llamado “poder blando”, definido por el politólogo Joseph Nye como la capacidad de influir en otros a través de la atracción, persuasión y credibilidad.
La política exterior mexicana ha oscilado entre la doctrina Estrada y el pragmatismo coyuntural, entre los principios de no intervención y una creciente influencia de los intereses de Estados Unidos. Ahora, la Presidenta Claudia Sheinbaum ha asumido una estrategia de madurez diplomática, retomado con rigor el principio de las relaciones internacionales como proyección de la política interior, planteando la solución pacífica y cooperación multilateral ante las divergencias.
En el Día Internacional de las Mujeres en la Diplomacia, conmemorado cada 24 de junio desde 2022 cuando lo proclamó la ONU, y en un contexto de creciente polarización en las relaciones internacionales, se torna necesaria la reconfiguración de la narrativa y la acción exterior.
En las negociaciones con el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pragmatismo ha sido el activo más valioso, basado en datos duros respecto al intercambio comercial y avances tangibles en el combate al crimen organizado.
Somos el primer socio comercial del vecino del norte, este año con un balance comercial de 65 mil 266 millones de dólares, de acuerdo con datos del Banco de México. Otros factores son los resultados en el combate al fentanilo y el reforzamiento de la frontera norte con elementos de la Guardia Nacional. Los intereses comunes se pueden alinear.
Las llamadas telefónicas de la Presidenta con Trump, incluso el encuentro cancelado que iban a tener en la Cumbre del G7 en Canadá ante el retorno intempestivo del estadounidense por el conflicto en Medio Oriente, revelan búsqueda de equilibrio y una relación igualitaria. No se trata de disputar la narrativa, sino de transformar la correlación de fuerzas.
Sheinbaum ha reforzado la defensa de la soberanía desde la diplomacia, en una noción donde convergen voces centrales como la de Clara Brugada, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Posiciones que privilegian el diálogo, la institucionalidad y cooperación.
Diplomacia y soberanía son coordenadas de liderazgo.
