México

El hombre que dio la orden

01/10/2018 - 9:30 pm

En 1968, el entonces Presidente Gustavo Díaz Ordaz estaba seguro de que su deber era imponer el orden, se lo decían sus convicciones íntimas y también muchas personas que compartían sus puntos de vista: “sé que millones de compatriotas están decididamente a favor del orden y en contra de la anarquía”, comenta el General Francisco Gallardo Rodríguez en este análisis sobre el movimiento estudiantil.

La responsabilidad de las masacres históricas todas, contra poblaciones inermes, por ejemplo Tlatlaya, Ayotzinapa como las más recientes, así como la masacre de 1968, radica en quienes jalaron el gatillo para ultimar (fusilar) a personas ya sometidas o indefensas: autores materiales; pero la máxima responsabiliza es la que resulta de la tesis del “Dominio del Hecho”, una doctrina jurídica para analizar los aparatos delictivos de poder (Claus Roxin), reflexiona el también Doctor en Administración Pública por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

En la misma se establece que la figura del “hombre de atrás”, aquel que no está presente en la escena del crimen, pero desde su escritorio impartió la orden para que se consumara el delito, es igualmente responsable o más, que el autor material, dice el General, quien además fue preso político de 1993 a 2002.

“Los que hacen las revoluciones a medias no hacen más que cavar sus propias tumbas”.

Ciudad de México, 1 de octubre (SinEmbargo).– El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) dio luz verde a la difusión de información histórica que contiene datos personales de los archivos y fondos resguardados por el Archivo General de la Nación (AGN) relacionados con el Movimiento Estudiantil de 1968.

Parte de esta iniciativa incluye una exposición física y virtual de documentos y fotografías que estaban en poder de distintas dependencias federales como la Secretaría de Gobernación (Segob); el Cisen [Centro de Investigación y Seguridad Nacional]; la División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia, conocida como el Servicio Secreto, así como la propia Secretaría de la Defensa Nacional.

En sesión plenaria, los comisionados del INAI coincidieron en que la divulgación de la información coadyuvará al conocimiento de la verdad histórica de los hechos para evitar que se repitan tan graves violaciones a los derechos humanos.

EL CARÁCTER MULTIFACÉTICO DE 1968

La alegría, el ingenio y la creatividad fueron algunas de las características del movimiento estudiantil de 1968 (1). Los perros ataviados con consignas que los estudiantes hacían circular como medio de difusión, las caricaturas que se produjeron y en general lo que se ha dado en llamar “la gráfica del 68” son tan sólo una muestra de lo que cotidianamente se producía durante ese breve periodo que cambió la vida política y cultural de México.

Pese a la tensión que se vivía ante la política represiva del régimen y a la conciencia que se tenía ante el autoritarismo prevaleciente, la satisfacción que provocaba constatar que el gobierno fracasaba una y otra vez en su intento de desprestigiar al movimiento llegó a contagiar a otros sectores de la sociedad que pusieron en ridículo a “las autoridades”. Baste recordar a manera de ejemplo la anécdota del supuesto “desagravio a la bandera”, que protagonizaron los trabajadores del sector público.

El gobierno había desplegado una campaña mediática afirmando que los estudiantes habían profanado la Catedral Metropolitana y ofendido a la propia bandera nacional el 27 de agosto, durante el mitin que se efectuó en el Zócalo de la Ciudad de México. Con base en tal mentira el gobierno organizó un acto con los trabajadores oficinistas del Departamento del Distrito Federal para “desagraviar a la bandera”.

No me detendré a narrar lo que en realidad había ocurrido durante el mitin estudiantil, sólo señalaré que los trabajadores públicos que al día siguiente fueron acarreados para apoyar el falso desagravio se encargaron de revertir con sentido del humor la farsa gubernamental: “Bee, bee, bee… somos borregos de Díaz Ordaz”; “no vamos, nos llevan”, coreaban para denunciar jocosamente el porqué de su presencia en el acto. Cuando el Ejército arremetió contra los trabajadores, éstos fueron captados por las cámaras fotográficas corriendo para evitar los golpes, pero sus rostros, más que temor, lo que muestran son sonrisas por la travesura que habían hecho para desenmascarar al gobierno.

La cantidad de anécdotas de acciones audaces que los estudiantes de todas las instituciones educativas en huelga protagonizaron exitosamente es interminable, los politécnicos, por ejemplo, refieren la manera en la que localizaron y recuperaron los camiones escolares que las autoridades del Instituto Politécnico Nacional tenían escondidos en un estacionamiento y la forma en la que tomaron posesión de la imprenta en la que se producían los libros para los estudiantes del IPN, cuyas prensas habían sido preventivamente desarmadas para impedir que ahí se pudiera hacer propaganda del movimiento.

Fueron estudiantes de la ESIME [Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica] quienes con gran contento se hicieron cargo de armar y poner en operación la maquinaria en la que se produjo una parte muy grande de los volantes que repartían los brigadistas para mantener informado al pueblo de México, además de la que se hacía en mimeógrafos. Igualmente eran los estudiantes quienes operaban los camiones escolares del Poli que servían no sólo para el transporte, sino también como templetes en los mítines, tal como se aprecia en fotografías de la época.

Indudablemente éstas y muchas otras acciones intrépidas de los estudiantes estuvieron impulsadas por un enorme gusto y optimismo, pero además del entusiasmo, requirieron de mucha inteligencia, disciplina y responsabilidad. La irreverencia con la que se mofaban los estudiantes del Presidente gorila y represor contrastaba con el respeto que siempre tuvieron por el Rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, y por los profesores de la Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior; el desparpajo al expresar algunas ideas era totalmente compatible y complementario con la formalidad en las actividades que la ameritaban, cabe mencionar que en los años posteriores y aún ahora, durante las marchas conmemorativas del 2 de octubre, Myrthokleia González sigue portando la bandera nacional con la misma dignidad que lo hacía durante las manifestaciones de 1968.

No hay estudiante alguno que habiendo participado no tenga presente el ambiente jovial que prevalecía. Pero así como hubo momentos de alegría desbordada, hubo algunos de suma preocupación en situaciones de mayor tensión; y otros más de dolor y desdicha por la trágica pérdida de compañeros.

La irreverencia con la que se mofaban los estudiantes “del Presidente gorila y represor” contrastaba con el respeto que siempre tuvieron por el Rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, y por los profesores de la Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior, dice el General Gallardo. Foto: Archivo Histórico UNAM

APLASTADO MILITARMENTE, NO POLÍTICAMENTE

En una conferencia en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, en marzo de 1980, Raúl Álvarez Garín recordó: “En la manifestación del 27 de agosto, que fue extraordinaria, los compañeros de Medicina de la Universidad llevaron a miles de estudiantes con batas blancas, se hicieron cargo de las guardias alrededor de la embajada americana y dieron un espectáculo impresionante de organización. Sin embargo, el 13 de septiembre, cuando había un clima de represión muy grande, y se hacía propaganda por helicópteros anunciando que podría haber un conflicto, no había nadie; para tener una fila de batas blancas adelante fueron cerca de 50 compañeros politécnicos de la Escuela Superior de Medicina los que salieron al frente, junto con los compañeros de la ESIA [Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura].

“Después del 2 de octubre el movimiento resistió otros dos meses, en ese lapso imperaron sentimientos diversos de indignación y de decisión de resistir tenazmente, pese a todas las dificultades. Sin embargo, ante la ausencia de directivos, finalmente se decidió, el 4 de diciembre, volver a clases.

En Tlatelolco murieron cientos de compañeros, la acción gubernamental fue preparada fría y cobardemente; y ejecutada por sorpresa, sin dar tiempo a que nadie pudiera retirarse (…) De esa manera, el movimiento de 1968 fue aplastado militarmente. No fue derrotado políticamente (…) El resultado más importante y trascendental del movimiento estudiantil es que desde entonces la vida de México se ha politizado” (2).

No obstante, hay un sector de estudiantes de esa época que ha decidido emprender una cruzada en contra de esta visión multifacética de los acontecimientos de 1968. Para ese sector la importancia del movimiento y su caracterización estriba en sus elementos “lúdicos”. Su nostalgia por las experiencias de juego ha llevado a sus miembros al extremo de denostar a quienes, además de reivindicar los aspectos más gratos del movimiento, continuaron y continuamos empeñados en honrar a nuestros compañeros caídos y en que no se olvide que la represión fue un crimen de Estado que no debe quedar impune, sino que sus autores deben ser procesados y castigados judicialmente. Por esto acusan al Comité 68 de tener “culto por la muerte”.

Raúl Álvarez Garín: “En Tlatelolco murieron cientos de compañeros, la acción gubernamental fue preparada fría y cobardemente; y ejecutada por sorpresa, sin dar tiempo a que nadie pudiera retirarse (…) De esa manera, el movimiento de 1968 fue aplastado militarmente. No fue derrotado políticamente (…)”. Foto: Tomada de YouTube

TRASCENDENCIA: 2 VERSIONES DIFERENTES

Según este sector, la trascendencia del movimiento del 68 es que abrió la cultura de la informalidad, de la liberación sexual, del mundo del rock y los estupefacientes; y a sus miembros les regocija hablar de la “ruptura intergeneracional”. Esta visión es sumamente limitada y parcial, dado que también hubo muchos estudiantes que tuvieron experiencias familiares en un sentido diametralmente opuesto: muchos de ellos, que vivían de forma independiente, recibían la visita y el apoyo de sus familiares que residían en el campo o en localidades de provincia. Más aún, la propia organización de las Asambleas de Padres de Familia, que fueron impulsadas en todas las escuelas del Politécnico y de la Facultad de Economía de la UNAM, nos muestran que fueron múltiples las facetas del ambiente y las maneras en que se desarrolló el movimiento.

No representa mayor problema el que haya estudiantes que únicamente quieran recordar y hablar de la fiesta, del desafío, de los conflictos intergeneracionales, de la ruptura con la formalidad, etc., nadie los presiona para que se sumen a los homenajes y a la exigencia de que se castigue a los culpables. Pero lo que es inaceptable es que con el pretexto de que lo que hay que reivindicar del 68 es su naturaleza graciosa, pretendan descalificar actividades que otros desarrollamos para preservar la memoria de los agravios y para denunciar y exigir justicia. Con sus críticas contribuyen a obstaculizar la lucha en contra del olvido y a favorecer la impunidad.

Los detractores del Comité 68 nos acusan de que con nuestra solemnidad damos un mensaje contrario al carácter lúdico del movimiento estudiantil pero, ¿acaso no fue un acto solemne aquél en el que el Rector de la UNAM puso a media asta la bandera, como protesta por la violación de la autonomía universitaria y por la represión del Ejército, que había derribado de un bazucazo la puerta de la Preparatoria Uno, el 30 de julio? ¿El Rector y los estudiantes que acudieron a ese acto estaban jugando? ¿La presencia de la Bandera Nacional en las marchas conmemorativas del 2 de octubre es la antítesis del ambiente del movimiento estudiantil? ¿Mantener la exigencia de justicia no es la continuidad del sexto punto del pliego petitorio que era: “Deslinde de responsabilidades de los actos de represión y vandalismo por parte de las autoridades a través de policía, granaderos y Ejército”? La articulación consistente de lo simbólico, lo cultural y lo político ha dado importantes frutos a las causas del Comité 68, en cuanto al reconocimiento judicial de al menos una parte de la verdad; paralelamente esa articulación ha sido un impulso a la creatividad de muchos artistas que han contribuido a la preservación de la memoria y a la denuncia pública.

ALGO SÍ ESTÁN PAGANDO

Los costos que han tenido que pagar los autores del crimen de Estado no corresponden a lo que sería la impartición de la justicia, pero es un logro importante que el propio Poder Judicial haya establecido, con efectos de cosa juzgada, que el 2 de octubre de 1968 se cometió el crimen internacional de genocidio. Esta es la verdad jurídica que demandó un grupo de estudiantes encabezados por Raúl Álvarez Garín, quien siempre sostuvo que la masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco había sido un crimen de Estado.

El establecimiento jurídico de esta verdad no es una derrota menor para los genocidas y sus aliados, los recursos que pusieron en juego para que no se consignara a los inculpados por el delito de genocidio fueron de diverso tipo, incluyendo una intensa campaña a cargo de ciudadanos con títulos académicos y presencia en los medios de comunicación, quienes apasionadamente insistían en dos puntos: el primero, que no tenía sentido la investigación ministerial a cargo de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), sino que lo adecuado era crear una comisión de la verdad para hacer la investigación (3);  y segundo, que lo ocurrido el 2 de octubre había sido “un crimen atroz”, pero no un genocidio. Fracasaron en su campaña, pero aun así, el propio director del Museo de la Memoria y la Tolerancia, Jacobo Dayan, en un programa de Martha Debayle, que se transmitió por W Radio en octubre de 2011, declaró: “Matar revoltosos del 68, no es genocidio” (4).

Esta no es sólo la opinión individual de Jacobo Dayan, sino también la del propio Museo, que hasta hoy en día continúa sosteniendo que son siete los casos de genocidio en el mundo, y que entre ellos no está el de Tlatelolco. El museo está en su derecho de manifestar que su opinión es que si alguna responsabilidad tuvo Luis Echeverría en los hechos de 1968, ésta correspondería a la de algún delito que ya haya prescrito, no como el de genocidio que es imprescriptible; está en su derecho de decir que los estudiantes del 68 eran revoltosos y está en su derecho de expresar su desacuerdo con la resolución judicial emitida. Simplemente tendría que aclarar que esa es su posición en particular.

No obstante, lo que es totalmente inadmisible es que si le parece incorrecta la resolución judicial de este caso, que forma parte de la temática de su propio objeto, en lugar de cuestionarla y confrontarla simplemente esté negando su existencia, a pesar de las aclaraciones que le han hecho los miembros del Comité 68. La falsedad de su versión, que forma parte de toda una campaña de desinformación, puede constatarse vía internet accediendo directamente a la sentencia dictada por el Quinto Tribunal Colegiado de Circuito en el Amparo en Revisión 132/2007 (5).

De forma inconsistente, en la misma sentencia se ordenó la libertad “con las reservas de Ley” de Luis Echeverría –quien estuvo sometido a prisión domiciliaria durante dos años–, “por falta de elementos para procesarlo”, lo cual significa que los juzgadores no dieron razones de fondo para su liberación y no se atrevieron a resolver que se le procesara y consecuentemente se le diera la condena que amerita, sino que se lavaron las manos, dictaminando que las pruebas acopiadas hasta ese momento no les permitían tener por acreditada su presunta responsabilidad. Esta sentencia, por lo tanto, dio un respiro de impunidad al inculpado, pero no lo exoneró y no le impide a la PGR ahondar en la investigación, recabar otras evidencias y ejercitar otra vez la acción penal en su contra (6).

Luis Echeverría fue acusado de fraguar, junto con Gustavo Díaz Ordaz, la matanza del 2 de octubre de 1968 y la desaparición forzada de personas y disidentes; es el único Presidente en México que ha recibido dos órdenes de aprehensión​ por presunto genocidio y cumplir prisión domiciliaria. Fue absuelto en 2009. Foto: Archivo

Aun habiendo sido liberado Luis Echeverría, para él representa un golpe y una derrota personal que el delito de genocidio haya sido determinado en tres instancias del Poder Judicial y que la última de estas resoluciones sea la definitiva; es decir, legalmente ya no puede hacer apelación alguna, como las que infructuosamente interpuso su abogado Juan Velázquez en las dos primeras.

Esta parte de la sentencia hace ver –aunque sólo sea de forma implícita– que es responsable del genocidio, dado que él se encontraba en la línea de mando, como Secretario de Gobernación, en una posición determinante en la planeación y la ejecución de lo ocurrido, que son dos de los aspectos que probaron que la intención de la masacre y la detención y encarcelamiento de su dirección nacional fue destruir al movimiento. La acreditación de este propósito –que es una condición consustancial en la tipificación de este delito– fue reconocida en las tres resoluciones.

Para la soberbia que caracteriza a Echeverría y a sus cómplices, esta sentencia es una tunda que se han empeñado en ocultar, especialmente con campañas mediáticas que insisten en afirmar que fue “exonerado” o “absuelto”. De esta manera pretenden provocar en la sociedad un sentimiento de derrota e impotencia y, en consecuencia, una actitud y un comportamiento de resignación, o ahondar la creencia que algunos tienen que la demanda interpuesta en su contra no le ha representado cambio alguno en sus megalómanos proyectos y en su forma de vida.

Sin embargo, es público que apenas dos semanas antes de que Echeverría se presentara a declarar en calidad de indiciado ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, el 2 de julio de 2002, estaba muy activo en China, alternando con altos dirigentes del gobierno central de aquel país, así como con el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore y con el ex primer ministro de Suecia, Carl Bildt. Además, el año anterior había sido condecorado con el título de “El amigo enviado del pueblo” (7).  Ya en México se negó a responder las preguntas en la Fiscalía, pero salió a la calle e intentó infructuosamente hablar a los periodistas. Los presentes le espetaron a coro: “Asesino… genocida”. Para obligarlo a retirarse, uno de sus guaruras le ordenó a otro “Mételo a chingadazos” (8).

CREATIVIDAD EN LA LUCHA POR LA JUSTICIA

En la lucha en contra de la impunidad, hay muchos compañeros que desarrollan su creatividad artística y por este medio contribuyen persistentemente a preservar la memoria histórica y a denunciar los crímenes cometidos por el Estado, al tiempo que ofrecen homenajes a los caídos. La Estela de Tlatelolco edificada en 1998 y el Memorial a Víctimas de la Violencia del Estado son dos claros ejemplos de esa creatividad.

El 2 de octubre, que fue declarado por la ONU “Día Internacional de la no Violencia” por ser el natalicio de Mahatma Gandhi –asesinado, pero no vencido en sus propósitos– ha hermanado al Comité 68 con las causas de la Universidad Gujarat Vidyapith, fundada por el propio prócer de India en 1920. La directora en México del Programa de Extensión de Ora World Mandala de esa Universidad, Sonia Deotto nos dice que: “La búsqueda de la verdad fue lo que marcó la existencia entera de Mahatma”; y agrega que “la verdad es hija del tiempo y que en los últimos 20 años de su vida, Gandhi la convirtió en su Dios”.

Desde 2006, cada aniversario del 2 de octubre, el Comité 68 participa en los actos que la Universidad Gujarat Vidyapith desarrolla simultáneamente en India y en el Monumento a Gandhi, ubicado atrás del Museo Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México. Como expresión del convencimiento de la eficacia de la no violencia, impulsa “la paz a través del arte” y nos convoca a la construcción colectiva de estéticos “mandalas” de tierras.

La relación del Comité con esta Universidad nos ha permitido encontrar significativos paralelismos de algunas ideas de los movimientos estudiantiles del 68 y los conceptos del artífice de la independencia de India, quien demostró que la radicalidad de las luchas no estriba en las formas o en los medios, sino en los objetivos que las impulsan; y en que la viabilidad de alcanzar los propósitos programáticos no se logra limitándolos y renunciando parcialmente a ellos, sino en mantenerlos consistentemente, por utópicos que parezcan.

Esta concepción, que con una estrategia cuya forma y cuyos medios fueron pacíficos (la desobediencia civil, la autodisciplina, el silencio, el hambre, etcétera) demostró su eficacia al lograr la emancipación del país asiático y es coincidente con el pensamiento que los estudiantes del 68 en Francia solían expresar con dos eslóganes: “Seamos realistas, pidamos lo imposible” y “Los que hacen las revoluciones a medias no hacen más que cavar sus propias tumbas”.

DOMINIO DEL HECHO/EL HOMBRE DE ATRÁS/MISIÓN AZTECA

“… Esta parte de la sentencia hace ver –aunque sólo sea de forma implícita– que Luis Echeverría Álvarez es responsable del GENOCIDIO, dado que él se encontraba en la línea de mando, como secretario de Gobernación, en una posición determinante en la planeación y la ejecución de lo ocurrido (9), que son dos de los aspectos que probaron que la intención de la masacre y la detención y encarcelamiento de su dirección nacional fue destruir al movimiento. La acreditación de este propósito –que es una condición consustancial en la tipificación de este delito– fue reconocida en las tres resoluciones judiciales”.

“Genocidio: La Corte Penal Internacional tendrá competencia para juzgar el crimen de genocidio, de conformidad con el artículo 6° del Estatuto, en el que se reiteran los términos utilizados en la Convención de 1948 para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Este crimen se define en el Estatuto como cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: y matanza de miembros del grupo; y lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; y sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; … Art. 6°.- Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (10).

“Las demandas de los estudiantes eran simples: alto a la represión, renuncia del jefe de la policía capitalina (militar), desaparición del cuerpo de granaderos y la derogación del delito de disolución social. Sin embargo, Díaz Ordaz consideró que las marchas no eran el camino correcto para plantearlas. Repetía una frase muy de su gusto cuando tocaba el tema estudiantil: “el desorden abre las puertas de la anarquía o a la dictadura”. Si cedía a las peticiones de los jóvenes, estaba seguro de que México caería en la anarquía; para evitarla, prefirió asumir la posición contraria: la dictadura. La justificó explicando “aunque gobernar no es imponer la voluntad del gobernante sobre el gobernado, si eso se necesita para imponer el orden, eso haré”. Y lo hizo; impuso su voluntad ordenada y metódica, aunque fue necesario emplear bayonetas.

Sus colaboradores principalmente Luis Echeverría Álvarez, Secretario de Gobernación, y Alfonso Corona del Rosal, Jefe del Departamento del Distrito Federal, ante la incapacidad de la policía de la Ciudad de México para controlar el movimiento estudiantil, llamaron al Ejército con la autorización del Presidente, pues a él le corresponde el mando supremo de las fuerzas armadas del país; también con él consultó el general Marcelino García Barragán, Secretario de la Defensa Nacional, sobre las operaciones. La tropa tomó por asalto el Colegio de San Idelfonso, donde funcionaba la Escuela Nacional Preparatoria. Con una bazuca, derribaron la puerta del plantel y los militares entraron a golpear a culatazos a los estudiantes. La operación estuvo a cargo del general José Hernández Toledo, experto en combatir a estos enemigos.

Los colaboradores de Díaz Ordaz, principalmente Luis Echeverría Álvarez, Secretario de Gobernación, y Alfonso Corona del Rosal, Jefe del Departamento del Distrito Federal, ante la incapacidad de la policía de la Ciudad de México para controlar el movimiento estudiantil, llamaron al Ejército, con la autorización del Presidente, pues a él le corresponde el mando supremo de las fuerzas armadas del país. Foto: Tomada de YouTube

Díaz Ordaz estaba seguro de que su deber era imponer el orden; se lo decían sus convicciones íntimas y también muchas personas que compartían sus puntos de vista: “sé que millones de compatriotas están decididamente a favor del orden y en contra de la anarquía” (11).

La responsabilidad de las masacres históricas todas, contra poblaciones inermes, por ejemplo Tlatlaya, Ayotzinapa como las más recientes, así como la masacre de 1968, radica en quienes jalaron el gatillo para ultimar (fusilar) a personas ya sometidas o indefensas: autores materiales; pero la máxima responsabiliza es la que resulta de la tesis del “Dominio del Hecho”, una doctrina jurídica para analizar los aparatos delictivos de poder (Claus Roxin).

En la misma se establece que la figura del “hombre de atrás”, aquel que no está presente en la escena del crimen, pero desde su escritorio impartió la orden para que se consumara el delito, es igualmente responsable o más, que el autor material.

Sin la figura del “hombre de atrás” el delito no se consuma, ya que dispone la orden que activa una estructura tal, que suministra los medios para que se concrete, dominando así la voluntad de la acción. “El ejército y la armada seguirán en las calles realizando tareas de seguridad pública”. Palabras más, palabras menos, sexenio tras sexenio, abusos y graves violaciones a los derechos humanos, y en ciernes está la decisión de la presente administración morenista, ya actuando de pleno en el Congreso.

Atendiendo la forma en que se realiza el delito, Claus Roxin distingue tres formas de dominio del hecho: dominio de la acción para la realización del delito de propia mano (autoría inmediata): los soldados que dispararon su arma. El dominio de la voluntad para la realización del tipo mediante otro como instrumento (autoría mediata): la política impuesta por el gobierno “Política de Estado: el Ejército en las calles”. Y el dominio funcional del hecho para aquellos casos en que varios individuos colaboran en la realización del ilícito en un plano de igualdad, sin que ninguno de ellos realice íntegramente el tipo de propia mano (coautoría): Estado/Ejército/Marina, las instituciones y el sistema de seguridad pública. El ADN, Código genético de los crímenes de Estado.

Se dijo anteriormente, que sin la figura del “hombre de atrás” el delito no se consuma, ya que dispone la orden y suministra los medios para que se concrete, establece una estructura de mando, dominando así la voluntad de la acción: Díaz Ordaz creía que el movimiento estudiantil de 1968 era producto de una conspiración comunista, por lo que tenía que ser aniquilado.

Así es que al establecerse una línea de mando vertical omnímoda, a través del “dominio del hecho”, permite que el funcionario aproveche todo el aparato del Estado para imponer una política a como dé lugar, con la garantía de que será cumplida, es nuestro caso ahora, en contravención con el mandato en las urnas, para establecer un régimen democrático de derecho, lógico, la contravención desenlaza en una sistemática violación a los derechos humanos y un rompimiento de los códigos éticos de convivencia social.

La situación actual en que vivimos los mexicanos, y la necesidad imperiosa de encontrar la tranquilidad y la pacificación del país, requiere que nos encuadremos dentro de lo que se conoce como “Justicia Transicional”: verdad, justicia, reparaciones integrales, garantías de no repetición de las atrocidades y preservación de la memoria histórica. Lo que llevaría a la búsqueda del “hombre de atrás”, sea quien sea, no es venganza, es justicia, incluso con actos postmortem.

Así las cosas, sería una paradoja que una sociedad que optó por la vía pacífica para establecer un régimen democrático, que una sociedad que se hace representar a sí misma a través de las urnas con una gran legitimidad sin tache, que nombró a sus representantes, a quienes les ha otorgado el mandato de un cambio, de buscar la paz y reconciliación nacional, sean señalados por la tesis del “Dominio del Hecho”, como el “hombre de atrás”.

¡Seamos realistas, pidamos hasta lo imposible! El retorno de los militares a sus cuarteles, la abrogación de la Ley de Seguridad Interior, conocimiento de la verdad, justicia a las víctimas, la no repetición de los actos arbitrarios y el término de 50 años de impunidad por la masacre estudiantil de 1968.

“Los que hacen las revoluciones a medias, no hacen más que cavar sus propias tumbas”.

REFERENCIAS:

(1) Los textos de esta publicación forman parte de dos libros en proceso por parte de la UNAM y se reproducen con la autorización de sus editores: “Aquí y Ahora. A 50 años del movimiento estudiantil de 1968”, coordinado por el doctor Ricardo Valero, y “México 1968–50 años. Imágenes y símbolos contestatarios. Repercusiones del Movimiento estudiantil”, coordinado por los maestros Arnulfo Aquino y Jorge Pérez Vega.

*Carolina Verduzco Ríos. Integrante del Comité 68 Pro Libertades Democráticas; profesora de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional; directora general del semanario Corre la Voz durante 14 años.

(2) El concepto de “politización” se usa como superación de la apatía y hace referencia al involucramiento y disposición de lucha de la sociedad”. El contenido de esta conferencia fue publicado por Oscar Mohar cuatro años después de haber sido dictada, como parte del título Crisis y Contradicciones de la Educación Técnica en México, Grupo Editorial Gaceta; y en 1986 se hizo una nueva publicación en el número 18 de La Tuerca.

(3) En medios relativamente informados, es claro que las comisiones de la verdad no tienen facultades para impartir justicia, sino únicamente de investigar y emitir recomendaciones que no son vinculantes. Hay que recordar en 1993 ya se había constituido una comisión de la verdad, con una legitimidad social incuestionable, y había concluido su trabajo con las recomendaciones correspondientes.

(4) Una referencia escrita de ese programa radiofónico se encuentra en: Raúl Padrón Olvera, El Correo Ilustrado de La Jornada del 10 de octubre de 2011.

(5) http://www.dgepj.cjf.gob.mx/internet/expedientes/expedienteyTipo.asp?TipoAsunto=11&Tipo Procedimiento=979&Expediente=132%2F2007&Buscar=Buscar&Circuito=1&CircuitoName=PRIMER+CIRCUITO &Organismo=48&OrgName=Quinto+Tribunal+Colegiado+en+Materia+Penal+del+Primer+Circuito&TipoOrganismo=0&Accion

(6) En cuanto a otros inculpados, la Procuraduría General de la República debió hacer las consignaciones de 54 investigaciones ministeriales que integró la Femospp en las cuales se incrimina a los altos mandos del Ejército que tuvieron a su cargo distintas tareas, como borrar las pruebas del crimen y recoger los cuerpos de las víctimas, pero en lugar de eso las congeló y además extinguió ilegalmente a la Femospp.

(7) Proceso, 15 de julio de 2002.

(8) http://www.jornada.unam.mx/2002/07/10/003n2pol.php?printver=1 https://www.google.com.mx/searchq=%22m%C3%A9telo+a+chingadazos%22&tbm=isch&source=iu&ictx=1&fir=XdMluunhcPfgfM%253A%252CrwXs

(9) “Misión Azteca” Orden Preparatoria N° 1.- Clasificada como SECRETO. Puesto de Mando en el Campo Militar N° 1.- 29 de julio de 1968.  Concebida y ejecutada por el General Brigadier Diplomado de Estado Mayor Aéreo JOSÉ HERNÁNDEZ TOLEDO (Matrícula de Guerra 259481), Comandante del Batallón de Fusileros Paracaidistas. Elaborada por el Capitán 2° Tomás Gonzáles Mendoza (Matrícula de Guerra 339114) de Fuerza Aérea Paracaidista. Jefe de la Sección de Información, Instrucción y Operaciones (JSIIO) del Batallón de Fusileros Paracaidistas, bajo el mando de Hernández Toledo. Remitida y recibida en la Sección Segunda (Inteligencia) del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional el 30 de julio de 1968. Obra en Sellos de Recibido en varias Unidades y Dependencias del Alto Mando. Así mismo la Comandancia del Batallón (Hernández Toledo) en oficio 921 del 31 de julio de 1968, informa a la Sección Tercera (Operaciones) del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional, de las actividades realizada del día anterior. En Julio Scherer García y Carlos Monsiváis “Parte de Guerra: Tlatelolco 1968. Documentos del general Marcelino García Barragán. Los hechos y la historia”, Ed. Nuevo Siglo/Aguilar, México 1999. Págs. 59-64.

(10) México firma el Estatuto de Roma en 2000 y es ratificado en 2005. Por tanto conforme al artículo 133 de la Constitución por ser un Tratado Internacional, es Ley Suprema de toda la unión. https://www.icrc.org/spa/assets/files/other/cpi.sp.pdf.

(11) Alejandro Rosas y José Manuel Villalpando, “Los Presidentes de México”, Ed. Planeta, México 2001. Pág. 218-220.

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