El reciente fallecimiento de Emile Griffith, perdido en las nieblas de la demencia, a los 75 años, no sólo revivió su inolvidable paliza al campeón cubano Benny Paret, quien se había burlado de él llamándolo maricón antes del combate, sino que también volvió a poner en el tapete a aquellos atletas de alto rendimiento que se animaron a salir del closet.
Aunque el nativo de las Islas Vírgenes no era un homosexual declarado, admitió públicamente ser un hombre capaz de gozar tanto con hombres como mujeres, lo que en el tan masculino deporte de los guantes y mucho más en aquella época, a inicios de los sesenta, resultaba cuanto menos un sacrilegio.
La pelea que enfrentó a Griffith y Paret, en 1962, resultó trágica para el boxeador cubano, quien murió 10 días después a causa de los golpes recibidos, en un combate que obviamente pasó a la historia, donde Emile quedó traumado para toda la vida y al que, tanto detractores como fans, consideraron una “venganza gay”.
Ser deportista no te hace gay, por supuesto, pero desde que el deporte comenzó a ocupar en el siglo XX un lugar de privilegio entre las aficiones de la sociedad moderna, sumándose a la del espectáculo como dos de las actividades de mayor atención y predominio en el gusto de los ciudadanos de todo el mundo, la homosexualidad se convirtió en un secreto a voces entre los atletas.
Cuanto más ha querido el universo deportivo borrar los “rastros” de los homosexuales en las diferentes disciplinas, más se ha colado la verdad de un hecho que debería formar parte de la vida privada de las personas y que en todo caso no define la calidad ni moral ni competitiva de los involucrados.
Sin embargo, los tupidos velos permanecen infranqueables, sobre todo en el mundo del futbol profesional donde resulta muy difícil que un jugador declare públicamente sus preferencias sexuales cuando estas se inclinan hacia personas del mismo género.
En otras disciplinas, no obstante, muchos cobraron valor y se enfrentaron al riesgo de ver mermados sus contratos publicitarios o de ser señalados con un dedo condenatorio al dar a conocer su condición sexual “diferente”. Por caso, el primero de nuestra lista, un ejemplo claro de valentía y orgullo por ser quien es, un hecho que comprueba la bendita diversidad de la raza humana.
Tiene 53 años y pasará a la historia como uno de los mejores clavadistas de todos los tiempos. Podría decirse que es también un verdadero sobreviviente. No sólo por el terrible accidente que casi le cuesta la vida en los Juegos Olímpicos de Seúl, hace 25 años, sino también porque cuando su cabeza sangró a causa del golpe contra el trampolín, el estadounidense ya era seropositivo. La verdad se supo cuando él mismo lo contó su autobiografía muchos años después. En el libro reconoció su homosexualidad, un hecho que le otorgó un sentimiento victorioso, mucho más que su nutrida cosecha de logros deportivos: cuatro medallas olímpicas de oro y una de plata, seis medallas de oro en los Juegos Panamericanos, cinco campeonatos mundiales y 47 títulos nacionales de los Estados Unidos.
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Nadador canadiense, campeón olímpico en Barcelona 92 en la modalidad de 100 metros espalda y abiertamente gay, fue designado jefe de la que será delegación olímpica canadiense en los Juegos de Londres 2012, un hecho de gran reconocimiento a un atleta que esperó hasta 1998 y cuando estaba retirado a declararse homosexual. Hoy es un gran activista de la causa gay y principal promotor de las Olimpiadas Gay que se llevaron a cabo por primera vez en Montreal en 2006 y cuya tercera edición transcurre en estos días en Amberes.
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Campeón australiano de salto de trampolín, oriundo de Brisbane, donde nació en 1988, una portada en la revista Advocate en el marco de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 enteró al público aficionado al deporte de su condición homosexual. En dicha competencia obtuvo una medalla dorada e hizo historia como atleta abiertamente gay en plena actividad deportiva. En una entrevista otorgada a un periódico de Sidney contó los graves problemas depresivos que padeció en su adolescencia por tratar de esconder sus preferencias sexuales.
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La veterana tenista checa es un símbolo de los deportistas que han salido de varios closets. No sólo, como en su caso, admitir la homosexualidad y decidirse a compartir la vida con una mujer, sino también asumir el coraje de abandonar la Cortina de Hierro y empezar una existencia desde cero en los Estados Unidos, país que la hizo suya. Para colmo de males, la genial tenista ha tenido que enfrentarse al cáncer de mama del que hoy, a los 56 años, parece totalmente recuperada.
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El basquetbolista del Boston Celtics, nació en Nigeria, fue criado en Inglaterra y desarrolló su carrera deportiva en la NBA. Sirvieron para esto último sus 2 metros 08 centímetros de altura, pero también su destreza precoz para el deporte de los aros. En 2007, cuando tenía 37 años y ya estaba retirado se declaró homosexual en un programa de la televisión estadounidense. Escribió un libro contando su historia.
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El famoso basquetbolista estadounidense fue el primero en declararse homosexual estando en activo. “Soy pivot, negro y gay”, dijo en una declaración hoy histórica, emitida apenas el 29 de abril pasado. Sin embargo, ninguno de los 30 equipos de la NBA le ha ofrecido contrato desde que dio a conocer al mundo su condición. Nació en California, hace 34 años.
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Jugador de futbol estadounidense de 26 años, un valor de la selección nacional que en febrero de 2013 hizo pública su condición de homosexual. Ahora milita en Los Ángeles Galaxy, luego de haber regresado al deporte profesional. Al principio, creyó que su “confesión” le iba a impedir seguir jugando, pero el apoyo de colegas, entrenadores y familiares le permitió volver a las canchas, que es “donde debo estar”, afirmó.
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Nadador australiano ganador de cuatro medallas olímpicas, declaró su homosexualidad en 2006, a tres años de su retiro del deporte. Hoy tiene 37 años y está convencido de que el secreto que mantuvo durante el tiempo en que competía, pudo lesionar su desempeño deportivo. De todas maneras, no tiene muchas ilusiones con respecto a las nuevas generaciones, a quienes todavía ve muy reticentes en lo que a aceptar públicamente su condición sexual se refiere.
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El jugador de béisbol estadounidense, fallecido en 1995 a los 42 años, vivía una homosexualidad a la vista de la gente que lo rodeaba. Sin embargo, cuando en 1978 el gran público tuvo conocimiento de sus preferencias, comenzó para él un verdadero infierno y su carrera inició un declive sin remedio. Era adicto al crack y tenía SIDA, enfermedad que lo llevó al otro lado a edad temprana. Su trágica vida inspiró la película documental Called Out. The Glenn Burke History.
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Otra figura histórica y de gran referencia para los colectivos homosexuales. A pesar de que la ex tenista tiene ya 69 años, también es todavía una celebridad deportiva. Ha luchado siempre en forma casi feroz por la igualdad sexual en el deporte y se ha convertido en un ícono para las lesbianas militantes. En sus dos décadas de profesionalismo, obtuvo 129 títulos individuales, 12 de los cuales fueron Grand Slam (1 Open de Australia, 1 Roland Garros, 6 Wimbledon y 4 US Open). Tenía ya 51 años cuando decidió dar a conocer al mundo y a su familia su condición sexual.
