Las tejedoras de Hueyapan pierden talleres, producción y vivienda tras el sismo del 19-S

11/10/2017 - 4:55 pm

La producción de artesanía de este poblado quedó sumamente afectada tras el sismo del 19-S, a esto se suma que los caminos presentan derrumbes y sus puntos de comercio se encuentran fuera de la población.

Tetela del Volcán, 11 de octubre (EFE).- Las tejedoras del poblado de San Andrés Hueyapan están acostumbradas a vivir a la sombra del Popocatépetl, uno de los volcanes más activos de México, pero el 19 de septiembre otro fenómeno les sorprendió, el potente terremoto que les causó grandes pérdidas en su actividad.

Estas mujeres, también conocidas como las “gabaneras” de Hueyapan, mantienen una tradición emblemática del central estado de Morelos. Para su trabajo, emplean el llamado telar de cintura, que se amarra a un árbol o un poste.

El sismo magnitud 7.1 derribó por completo la mitad de la casa de adobe de la artesana Araceli Soberanes, en la que vivían cuatro miembros de la familia. Con ello, se mojaron y echaron a perder varias de las piezas de lana que tenía prácticamente terminadas.

“Estas piezas son muy delicadas, con el agua se mojan y se descomponen y ya de hecho no tienen remedio”, lamenta.

Además de perder el cuarto en el que trabajaba, Araceli dice a EFE que tuvo unas pérdidas estimadas en 10 mil

pesos mexicanos (unos 536 dólares) solo en material.

En el municipio de Tetela del Volcán, el terremoto “nos afectó mucho; nunca habíamos pasado por esto. Se han sentido sismos, pero leves, y esta vez sí fue mucho”, relata.

Las tejedoras elaboran gabanes, producto por el cual recibieron su nombre popular, y que se remonta a los momentos en los que las mujeres debían probar que sabían manejar el telar para poder casarse.

Pero su producción no acaba aquí, ya que con la lana también crean rebozos, monederos, carteras, gorros y bolsas de mano.

La producción de artesanías de Hueyapan fue altamente vulnerable al sismo debido a que son piezas delicadas. Foto: Facebook/Hueyapan Morelos México.

Una prenda como un rebozo, explica Araceli, conlleva aproximadamente un mes de trabajo.

Después de las pérdidas del terremoto, que dejó 74 víctimas mortales en Morelos y un total de 369 en todo el país, la tejedora solo tiene un plan: “trabajar”.

“La verdad yo no espero nada, porque hay muchas personas que dicen que nos van a dar vivienda, pero en verdad no lo espero”, comenta, argumentando que hay muchos damnificados y que no cree que la ayuda pueda alcanzar a todos.

Por la población pasaron funcionarios para tomar datos, pero “de ahí a que llegue la ayuda, quién sabe”.

“Lo que pienso es trabajar duro junto con mis muchachas, y pues nada más hay que echarle ganas para levantar otra casita”, asegura.

En el poblado no hay un mercado como tal para que sus alrededor de cien “gabaneras” comercialicen sus productos. Cada uno de los grupos de tejedoras tiene su punto de venta, y también se desplazan a otras ciudades para participar en las ferias de artesanía.

Reyna Mariaca pertenece a una asociación de diez personas, y es nueva en el negocio de las artesanías, ya que comenzó a trabajarlas hace tres años.

Una vez a la semana las artesanas se reúnen a teñir la lana, empleando productos naturales como la grana cochinilla o cáscaras de frutas, y hacer madejas, mientras que el resto del tiempo cada una de ellas trabaja en su casa.

Hay productos elaborados 100 por ciento de manera artesanal, aunque también emplean hilo de fábrica, para agilizar el que es un arduo proceso.

En el caso de Reyna, el terremoto afectó su taller y su casa, de la que pudo salir con su hija antes de que se cayera.

Con la ayuda de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart) están buscando lugares diferentes para vender sus prendas y “salir adelante”.

El terremoto ha dejado derrumbes y calles cortadas. “¿Por dónde saldríamos, en dado caso que tuviéramos que evacuar?”, se pregunta, haciendo referencia a la constante actividad del Popocatépetl, con la que conviven.

A pesar de que los pobladores de Hueyapan están acostumbrados a vivir con el riesgo de una erupción del Popocatépetl, el sismo les tomó por sorpresa. Foto: EFE

“Con el volcán ya estábamos más familiarizados, hace algunos años estaba muy activo, nos habían evacuado y no pasó mucho, no pasó a mayores. Pero con el sismo, nunca había temblado así, con esa magnitud”, recuerda.

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