ENTRE POBREZA Y NARCO: ¿SOBREVIVIRÁN LOS PUEBLOS MÁGICOS?

30/01/2012 - 12:00 am
[pageview url=”http://www.sinembargo.mx/interactivos/pueblos_magicos/pueblos_magicos.html” width=”564″ height=”581px” border=”no”] Clavado en el corredor de la montaña –la región más pobre de México– Huasca de Ocampo, en Hidalgo, se convirtió en el primer Pueblo Mágico del país. Tal distintivo lo recibió en 2001, cuando el entonces presidente Vicente Fox inició el programa del mismo nombre con el fin de fortalecer localidades con patrimonio histórico como destinos turísticos.

Han pasado 10 años y este pedazo polvoso del centro del país no ha logrado superar otra categoría: la de alta marginación que le otorga la Secretaría de Desarrollo Social.

En los casi 306 kilómetros cuadrados de Huasca de Ocampo se reparten 16 mil mexicanos, según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Por cada kilómetro cuadrado hay 52. Es un territorio en fragmentos, con montones de viviendas repartidos en las montañas, muy distantes entre sí.

Huasca es una de las 140 mil comunidades dispersas de México donde la educación para adultos no es posible y la muerte se encara con enfermedades curables. La diarrea, los padecimientos  respiratorios y la deficiencia nutricional son los que identifica en ese sitio la consultora aregional.com

Porque los de Huasca –pueblo mágico– son mexicanos pobres o miserables. Pese a todo, es imposible negar la belleza del entorno. Esas casas de piedra arenisca y techos a dos aguas, algunas del siglo XVIII, hacen que Huasca cumpla con creces esa singularidad que exige la Secretaría de Turismo (Sectur) para otorgar la denominación de “mágico”.

En el centro se encuentra la Iglesia de San Juan Bautista, un ex convento construido en 1780 por la orden religiosa de San Agustín. Alberga cuadros de 1531 traídos de España por Pedro Romero de Terreros. Hacia las montañas está la Barranca de Santa María Regla con prismas basálticos, unas columnas geométricas que la decoran.

A Huasca lo llamaron así en náhuatl para definir que era un “lugar de pájaros, vegetación y alegría”. El apellido de Ocampo lo adquirió porque a finales del XIX, en su territorio vivió  Melchor Ocampo, el político liberal del XIX a quien se debe la epístola matrimonial en la legislación mexicana.

Con todo, en este pueblo late un pendiente: refrendar la categoría de “mágico”. Porque corre el riesgo de perderla. En 2010 recibió una amonestación de la Sectur: su centro histórico estaba lleno de vendedores ambulantes. El Ayuntamiento pidió un crédito al Banco Interamericano de Desarrollo para construir un mercado. Es un fideicomiso de 35 millones de pesos, que de acuerdo con el Comité del Pueblo Mágico del municipio no logró concretarse porque la administración municipal cambió.

Blanca Juárez Soto tomó posesión como presidenta municipal de Huasca el 16 de enero pasado. Se convirtió en una de las cinco mujeres que gobernarán el presente trienio en Hidalgo. A este sitio digital adujo razones de agenda para no hablar de las paradojas de Huasca. Así, Huasca vive con sus dos categorías: mágico y marginado.

 

LOS MÁGICOS PUEBLOS DE MÉXICO

La de Huasca es sólo una historia. Hay otras 47. El programa Pueblos Mágicos cumplió 11 años de operación y sumó una lista de 48 localidades a lo largo de la República Mexicana. La pobreza y la inseguridad los cruzaron. Ya sea uno u otro, estos malestares se instalaron en las regiones donde se ubican estos sitios.

Cuando son pobres, en los pueblos mágicos se observa un centro histórico reluciente, pero un entorno hundido en la miseria. Ahí están Real de Asientos en Aguascalientes; Dolores Hidalgo en Guanajuato; Real del Monte, Mineral del Chico y el propio Huasca en Hidalgo; Tlayacapan en Morelos; Cuetzalán en Puebla; Xilitla en San Luis Potosí; Huamantla en Tlaxcala; o Izamal en Yucatán.Todos, en las regiones identificadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) como las más pobres de México por un grado medio y alto de marginación.

Pedro Delgado, director de Programas Regionales de la Secretaría de Turismo, expone: “Cuando llegamos a algunos, no a todos, estaban en camino de ser pueblos fantasma. El padre de familia (tomaba) la decisión arriesgada de trasladarse a una ciudad grande, la Ciudad de México o una capital cercana, o incluso irse de ilegal a Estados Unidos. Tenemos un sesgo. Un matiz de que la economía no está activa del todo; sin embargo lo que hemos visto una vez que se incorpora el programa de pueblos mágicos, se pone en el mapa, se trabaja con programas de gobierno iniciales como el de empleo temporal para ir pintando las fachadas, limpiando la casa. En cuestión de arqueología o incluso en cuestión de imagen urbana… Este programa no es la salvación de México. (Pero) es una acción”.

La paradoja de magia y pobreza puede representar un riesgo, más que un detonador económico. Y sin programas eficaces de combate a la pobreza, los pueblos están condenados a distinguirse por su marginalidad, no obstante un atractivo turístico. Así piensa el investigador Servando Rojo Quintero, del Centro de Estudios de América del Norte del Colegio de Sonora, entidad donde sólo Álamos ha recibido el distintivo. “Los recursos destinados a ciudades con vocación turística en México, por lo general son destinados a las áreas destinadas al turismo, lo que provoca que las otras sean relegadas, lo que estimula el fenómeno de la dualidad; es decir, la convivencia en una misma ciudad de áreas desarrolladas con otras en franca miseria”.

El distintivo de “mágico” no inhibió a las células de los cárteles de la droga para disputarlos como plazas. En Sinaloa, El Fuerte y Cosalá padecen ese mal. Fuentes de los comités interinstitucionales de esos pueblos indicaron que son los hoteles en donde puede verse el reflejo de la inseguridad: la falta de turistas los ha obligado a cerrar o vender.

Pátzcuaro, Santa Clara del Cobre, Cuitzeo y Tlalpujahua en Michoacán son emblemas del padecimiento de la inseguridad. Jesús Lucas Ángel, ex alcalde de Santa Clara y miembro de la Comisión de Turismo en el congreso local hasta 2010, cree que por el momento esa situación no tendrá reversa.

Tanto en Sinaloa como en Michoacán, los pueblos mágicos han sido escenarios de cuerpos inertes, decapitados, colgados o tirados en los campos.

Pero la narcoviolencia no ha sido un elemento de peso para que la Sectur retire la denominación. Pedro Delgado, el funcionario de la dependencia, indica: “No es una agenda que nosotros tratemos. Nosotros tratamos de destacar los atractivos, promover las cosas buenas. No sólo en este programa sino en todo el tema del turismo. Es una situación que estamos conscientes que está sucediendo. La parte norte es donde quizá donde se ha resentido”.

Ninguno de sus pesares impide que luzcan atractivos: sus paisajes de ensueño, el patrimonio arquitectónico, los templos centenarios los colocan en un ámbito único. Ser mágico, dicen miembros de comités interinstitucionales de los pueblos, se convirtió en un estatus, una denominación que le brinda honor a sitios que durante muchos años estuvieron abandonados.

De hecho, varias comunidades de México desean esa categoría. Pedro Delgado responde que ese es el principal problema del programa. “Gracias a Dios sí, pero derivado de todos los beneficios y las bondades. El problema es que todos quieren ser pueblo mágico hoy en día. México es un país riquísimo con muchas localidades y muchos lugares mágicos. Nos hace falta que un grupo interinstitucional del gobierno federal vaya a decir si es mágico o no”.

En 2011, la Secretaría de Turismo invirtió en este programa mil 739 millones de pesos para detonar inversiones por 3 mil 408 millones de pesos. Es una cantidad destinada a mejorar la infraestructura turística, elevar la calidad de la imagen urbana y los servicios con el objetivo de atraer a más visitantes nacionales y extranjeros. Los recursos que fueron canalizados a través de estos convenios representan un incremento de 4% respecto a los ejercidos durante 2010 y 15% más en el número de proyectos que se realizarán, según el informe de la dependencia.

Los números de los Pueblos Mágicos no indican que hayan contribuido a mejorar los resultados del sector. A partir de 2008, el turismo mexicano registró un descenso tan dramático que el producto se abarató en 15.6 por ciento. Durante 2010, los viajeros internacionales realizaron un gasto de 11 mil  872 millones de dólares, lo que representa un crecimiento de 5.3% en relación a 2009, pero una disminución de 10.7% al compararlo con 2008, de acuerdo con el Panorama de la Actividad Turística en México, un compendio de publicación trimestral, editado por la Universidad Anáhuac y dirigido a los empresarios del sector.

Para este decremento se conjugaron la crisis económica, la influenza AH1N1, así como la imagen asociada a la violencia. De México se ahuyentaron los turistas extranjeros, es decir 79% de los ingresos del sector.

¿Qué debe pasar? ¿Cómo van a sobrevivir los pueblos mágicos si a veces los desborda la desgracia? Para Armando de la Cruz, de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles, la responsabilidad debe caer en los gobiernos de los estados. “La Sectur tendría que descansar del otorgamiento de recursos y quedar sólo con la facultad de otorgar la denominación”.

 

NO TODOS QUIEREN SER MÁGICOS

Además de la pobreza y el narcotráfico, los Pueblos Mágicos de México han mostrado vulnerabilidad a los desastres naturales. Entre 2008 y 2011, algunos quedaron bajo el agua: Palizada en Campeche; Tlayacapan en Morelos y Tapijulapa, en Tabasco, así como Álamos en Sonora, todavía tienen el rostro descompuesto por las precipitaciones atípicas de ese periodo.

Viviendas destrozadas, decenas de muertos por deslaves cuyos cuerpos quedaron sepultados en el lodo y centros históricos inundados por desbordamiento de ríos fue la imagen que compartieron algunos Pueblos Mágicos de México.

La misma se resumió en el grito de una mujer en Angangueo, Michoacán:

–¡Ya no queremos Pueblo Mágico! ¡Queremos una fuente de empleo!  –le dijo en febrero de 2010 al presidente Felipe Calderón Honojosa, quien sobre los destrozos de ese sitio ofreció el distintivo.

–Las mujeres lo necesitamos y lo queremos, queremos que Angangueo no muera, queremos que siga siendo el pueblo que se negó a morir.

Era una menuda mujer. Hablaba en la hora crítica. Con toda claridad expuso su falta de confianza en el distintivo de los Pueblos Mágicos como detonador de un pueblo. Siguió sin conceder: “Ya no se lo pedimos. Se lo exigimos, que es lo que tenemos nosotros derecho a exigir una fuente de empleo para todos, para que si de alguna manera no tenemos empleo, saquemos a nuestros hijos adelante y salgamos adelante y saquemos adelante a Angangueo, por favor señor Presidente”.

Mientras gritaba, otras mujeres la apoyaban. Voces más, voces menos, aquella vez se escuchó: “No, no queremos un Pueblo Mágico. ¿Para qué otro pueblo mágico, señor Presidente?”

 


El 2009 fue un año crucial para la magia de Pátzcuaro, un referente nacional en el culto a los difuntos. Por designio del Comité Interinstitucional de Evaluación y Selección (CIES) de pueblos mágicos, este municipio, así como Mexcaltitán, Nayarit; Papantla, Veracruz y Tepoztlán, Morelos, recibió una amonestación. La Secretaría de Turismo fijó un plazo de 90 días para que se ajustara a las reglas de operación o, de lo contrario, perdería su estatus. Pátzcuaro se mantuvo. A los otros tres, la Sectur les retiró la distinción.


Solicitud de incorporación por parte de las autoridades municipales y estatales.

–Visita de valoración inicial de funcionarios de la Dirección General de Programas Regionales y de la Dirección General de Desarrollo del Producto Turístico. Se evaluará la potencialidad para que el pueblo pueda llegar a ser Mágico.

–Si el dictamen es favorable, la localidad solicitante deberá iniciar el proceso de integración del expediente y cumplir con los siguientes puntos:

1. Integración de la sociedad local. Debe constituirse un Comité Turístico Pueblo Mágico o un organismo civil o Grupo Pueblo Mágico.

2. Compromiso de las autoridades estatales y municipales.

3. Instrumentos de Planeación y Regulación.

Fuente: Secretaría de Turismo.

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