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Gustavo De la Rosa

01/07/2023 - 12:04 am

Métodos que terminan siendo iguales

México el país de las palabras escondidas. México, el país de los eufemismos. México, el país de las actitudes políticas bañadas en hipocresía.

“Dicen establecer métodos diferentes, que de tanto parecerse terminan siendo iguales”. Foto: Cuartoscuro, Collage

Es imposible detener a la naturaleza humana.

Si existe una norma absurda, es la que pretende impedir a los mexicanos, que en uso de su libertad de expresión, de soñar y de imaginarse, les digan a los otros mexicanos que desean ser Presidente de la República, igual que les prohiban a otros mexicanos reunirse para apoyar a los soñadores y convertir el sueño individual en colectivo.

Porque está en la naturaleza de los humanos soñar con dirigir a su tribu, su colectividad o su país.

Y cuando las normas van contra la naturaleza del hombre,terminan por no aplicarse. O por desobedecerse masivamente.

Así vimos cómo las normas jurídicas que prohíben los actos anticipados de campaña saltaron hechos añicos, cuando tratan de frenar el desarrollo natural de la sociedad, de ver el fin de un Gobierno y elegir al nuevo.

También vemos cómo el uso de conceptos, que pretenden ser sustitutivos de candidatos de un sector de la población, con intereses legítimos de clase, visiones de la economía, terminan desapareciendo por la verdadera necesidad del país.

Falta un año para elegir al próximo Presidente o Presidenta de Mexico, y ya hace tiempo que están bien definidos los campos sociales que habrán de proponer sus candidatos.

Hay dos proyectos de nación, defendidos por los dos grandes sectores de la sociedad mexicana, por eso raya en los ridículo que se busquen conceptos eufónicos que escondan la palabra candidata-o a la Presidencia de la República.

Sería mucho más sano que se respetara la evolución política de la sociedad mexicana en estos últimos seis años y permitir sin ninguna limitación que todo el que quiera ser candidato a la Presidencia de la República. que empiece decirlo y a tratar de obtener la simpatía y el respaldo de grandes sectores de la sociedad para ser postulado como candidato por alguna de las dos grandes alianzas de partidos que tienen el derecho a registrar candidatos.

México el país de las palabras escondidas. México, el país de los eufemismos. México, el país de las actitudes políticas bañadas en hipocresía.

En un artículo anterior escribí, que la izquierda mexicana debería tener claro que, en este proceso, que se vive con mucha intensidad, está eligiendo al líder sucesor del gran guía de la izquierda electoral desde 2003, porque no sólo será el o la candidata a quien se elija, la persona que tenga el reconocimiento del pueblo, que apoya a Morena, estará sustituyendo a Andrés Manuel López Obrador en el imaginario nacional. Pero los competidores insisten en ponerse como frontera la candidatura de Morena y aliados para las próximas elecciones presidenciales.

Y, como si les faltara poco, ahora la derecha, también con un discurso hipócrita de respeto al Estado de derecho, se brinca los sujetadores de una ley absurda y empieza a construir un frente nacional cuyo encargado de construirlo a su vez va a ser la candidata-o a la Presidencia de la República.

Y luego, para terminar de complicar el discurso, dicen establecer métodos diferentes, que de tanto parecerse terminan siendo iguales.

Cuando se entiende el galimatías del método combinado de elección interna con encuesta de la derecha y se advierte lo imposible que es para alguno de los candidatos que esperaban un camino franco hacia la postulación, sí advierten que realmente en la derecha hay dos o máximo tres verdaderos candidatos.

En ese sentido son más claros los mensajes de la izquierda electoral, realmente hay tres posibles candidatos, y tres seguros perdedores, pero su designación a participar en esta competencia fue clara: se inscribieron quienes tenían un real apoyo popular o político para mantener y consolidar la alianza de los tres partidos, y se dijo y se le aplicó a Yeidckol que no habría más.

En cambio, el mecanismo de designar al constructor del gran frente de la derecha, como es su costumbre, es un mecanismo cargado de hipocresía, todos están invitados a la fiesta pero sólo podrán ingresar los que sean respaldados por alguna de las estructuras, de los tres partidos involucrados. Cuando advirtieron que el árbitro ciudadano era demasiado imparcial, lo disolvieron, y, como en la lucha libre, trajeron al árbitro experto en voltear hacia el público cuando el rudo hace trampa.

El mayor riesgo que advierto en los constructores de este laberinto es que, de tanto darle vueltas a lo mismo, sus neuronas se confundan más y se pierdan en el camino.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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