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Alejandro De la Garza

01/07/2023 - 12:03 am

Cuando Onetti ya no importe

“Onetti se murió cuando le dio la gana, a los 84 años, un 30 de mayo de 1994”.

“Juan Carlos Onetti Borges nació en 1909 en Montevideo”. Foto: Especial.

El sino del escorpión recupera la última obra publicada en vida por el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, hace 30 años. La novela Cuando ya no importe fue editada en 1993, unos meses antes de su fallecimiento, ocurrido el 30 de mayo de 1994. “¿Qué quieres dejar a la gente con tu obra? ¿No tienes una mínima ambición?”, le preguntó la periodista Barbel Mertens. Desde su departamento en Madrid y sobre la cama donde llevaba cinco años encaramado, con un jaibol y un cigarro en la mano, Onetti respondió: “No. Eso no existe. No creo en la humanidad. ¿Qué va a importar, dentro de 20 años, lo que escribía Onetti? ¿Quién va a leer a Onetti dentro de 30 años?”. El alacrán, lector incansable de la obra de Onetti y fascinado por Santa María, su ciudad literaria, se pregunta si, en efecto, Onetti ya no importa.

La entrevista, con sus respuestas pesimistas, ajenas a la ambición de trascendencia literaria, perfila en trazos breves la inteligencia trágica y el temperamento introspectivo de un Onetti de 84 años, cercano ya al final de su vida. Ese desencanto, su “pesimismo universal”, fue el sino de toda su existencia, pero también la materia prima con la cual forjó su narrativa única en las letras hispanoamericanas. Su vigencia artística la confirma la persistencia de su novelas y cuentos en editoriales y librerías, y, sobre todo, la pervivencia del mundo onettiano en el imaginario literario. Se ha mantenido también la reedición constante de sus novelas en varias casas editoras y se ha compilado la totalidad de sus relatos. El personaje aislado contrasta entonces con su obra, fuente de imaginación literaria y apreciado tesoro para sus lectores.

Placa conmemorativa en la casa de Onetti en Montevideo. Foto: Especial.

Su narrativa, paralela a la del boom latinoamericano, pero distanciada del mismo, fue destacada por Augusto Roa Bastos, quien lo calificó como el clásico por antonomasia de las letras hispanoamericanas contemporáneas; Carlos Fuentes describió sus novelas y cuentos como piedras de fundación de nuestra modernidad, y Julio Cortázar lo llamó el más grande novelista latinoamericano. El crítico mexicano Fernando Curiel logró una de las apreciaciones críticas superiores de la obra onettiana en su libro Santa María de Onetti. Guía de lectores forasteros (2004), un enriquecedor estudio entre el análisis académico y la crítica emotiva. Curiel (fallecido apenas en 2021), compartió horas de conversaciones con Onetti, fue su amigo, admirador crítico y el escritor mexicano con mayor conocimiento de su obra, de acuerdo con el propio Onetti, quien le dedicó su libro Presencia y otros cuentos (1986), con las siguientes palabras: “Para Curiel, querido amigo que sabe de onettismo mucho más que yo”. En 2008, se editó también El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti, de Mario Vargas Llosa.

Juan Carlos Onetti Borges nació en 1909 en Montevideo. Nunca usó su apellido materno para obviar el parentesco, y cuando se le inquirió sobre la naturaleza de su relación con el escritor argentino, Onetti argumentó: “…con Borges no se podía tener otra relación que no fuera intelectual —y añadió irónico—, él me contó que los Borges fueron judíos llegados a Uruguay y Argentina el siglo pasado (XIX). Lo único que yo puedo decir al respecto es que no estoy circuncidado”. Desde los 12 años ejerció diversos oficios contra el hambre: conserje, mozo, vendedor de entradas en el estadio Centenario de futbol, encuestador del censo. Apenas a los 20 años se casó con su prima María Amalia Onetti y emigró a Buenos Aires, donde pudo publicar notas sobre cine. Poco después tuvo su primer hijo, Jorge Onetti Onetti, pero el matrimonio fracasó. Entonces comenzó a escribir relatos y cuentos.

Mientras dividía su vida entre Montevideo y Buenos Aires se casó por segunda vez, ahora con la hermana de su primera esposa, María Julia Onetti, también su prima. Al finalizar la década publicó su primera novela El Pozo (1939), por la cual se le percibió como un autor de temas difíciles y herméticos, y los medios literarios lo asumieron como introductor de la novela existencialista en Hispanoamérica. El relato de la vida del protagonista de la novela, Eladio Linacero, un personaje encerrado física y afectivamente, es previo a la publicación del clásico sartreano La Náusea, y prefiguró narrativamente muchas de las propuestas del libro francés emblemático del existencialismo.

Como periodista colaboró en el famoso semanario Marcha y luego en la agencia Reuters, donde conoció a la holandesa Elizabeth María Pekelharing, con quien se casó en 1945 y tuvo a su hija Isabel María. El escritor permaneció en esa agencia hasta 1955 mientras continuó publicando relatos además de dos novelas, Tierra de Nadie (1941) y Para esta noche (1943). Pero fue a partir de la publicación en 1950 de su tercera novela, La vida breve —con la invención de su ciudad literaria, Santa María—cuando el mundo onettiano logró perfilarse con plenitud artística.

El protagonista de La vida breve, José María Brausen, lleva una vida en apariencia tranquila, aunque marcada por la trágica enfermedad de su mujer, sometida a frecuentes cirugías; por ello, Brausen ambiciona otra vida, quiere ser otro. En su fuga se convierte en amante de una vecina y se muda a su departamento, hasta finalmente descubrir la escritura como redención y posibilidad de creación de ese mundo personal y diverso. Brausen-Onetti-Dios crea así la ciudad de Santa María, de la que derivará un universo literario completo, interconectado orgánicamente y continuado en sus siguientes relatos y novelas. En 1961 Onetti publicó varias novelas, entre ellas El Astillero (1961), una novela mayor por la cual recibió el premio uruguayo de literatura en 1962.

Casado por cuarta ocasión, ahora con la argentina Dorothea Muhr, Onetti persistió en narrar la saga de Santa María en sus novelas y relatos. La llegada de los militares al poder llevó a Onetti a la cárcel, de donde fue liberado luego de una recolección de firmas por parte la revista Cuadernos Hispanoamericanos. Ya libre terminó por exiliarse en Madrid, en 1975; tenía 66 años, estaba agotado y, en sus propias palabras, “ya sin nada que decir”. Sin embargo, “renació como escritor” y los lectores y la crítica lo redescubrieron en obras anteriores y en nuevas novelas. En 1980 fue reconocido con el Premio Cervantes y, tras la salida de los militares del poder y la llegada del presidente José María Sanguinetti, su obra recibió el Gran Premio Nacional de Literatura, pero Onetti jamás regresó a Uruguay.

La última novela publicada en vida por Onetti en 1993. Foto: Especial.

A partir de 1985 se recluyó con su esposa en su modesto departamento en Madrid. Algo enfermo, saturado de medicamentos, asiduo al whiskey de malta y adicto al cigarro, vivía recostado y escribiendo la memoria de Santa María en servilletas y trozos de papel; en 1993 publicó su última novela Cuando ya no importe. Ni la adversidad o la enfermedad, ni el tabaco o los jaiboles acabaron con él. Desde la cama española de su soledad y su vejez, y desde su muy ganado desdén uruguayo por la estupidez mundana, Onetti se murió cuando le dio la gana, a los 84 años, un 30 de mayo de 1994.

“Y bien, ¿cuál es el mensaje de su novela?”, cuestionaron a Onetti. Contestó: “Si necesita un mensaje, use la Western Union”.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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