Mick Jagger, un hombre rico y de buen gusto

17/11/2013 - 12:00 am

Desde 1969, año de la sospechosa muerte de Brian Jones, el meramente fundador del grupo (en 1962), ha sido director de los Rolling Stones, el más longevo grupo de rock de la historia, conocidos también como Sus satánicas majestades. Cumplió setenta años este año que empieza a despedirse, pero sigue siendo el mismo irreverente que brinca, se retuerce y canta en el escenario con la energía y potencia de hace cincuenta, cuando apareció la banda que está sentada a la derecha de los Beatles.

Michael Philip Jagger, hijo de la australiana Eva Scutt y de Basil Joseph Jagger, maestro de educación física e introductor del básquetbol en Inglaterra, nació el 26 de julio de 1943 en Dartford, Condado de Kent. Fue un niño y un adolescente disciplinado, apegado a las normas de su padre (aunque nunca practicó básquet),  y pudo ser un destacado economista gracias a una beca que obtuvo, por obra de  sus excelentes calificaciones, para estudiar en la London School of Economics, de no ser porque desde los 15 años ya traía el gusanito del rock y se juntaba con Brian Jones, también buen estudiante, y Keith Richards, que para entonces ya sabía tocar la guitarra con el cigarro en los labios y lucía sus primeras arrugas en el rostro. Michael Philip no terminó la universidad y decidió entonces llamarse Mick. Mick Jagger; el de los Rolling Stones. Ahora sí que la voz cantante… tras la misteriosa muerte de Brian Jones.

Hace unos días, un mechón de su cabello cortado hace más de 50 años por su novia Chrissie Shrimton cuando era un roquero ignoto, creyente en el romanticismo hasta esa cursi expresión del intercambio de pelos. Rompieron, me imagino que envueltos en lágrimas o en intercambio de mentadas. La abuela de Chrissie, quizá en espera de una reconciliación, atesoró el mechón. Cuando muere la señora y van a husmear en sus escondites, una tía de Chrissie encuentra, espantada, el mechón y ella la tranquiliza diciéndole que es de Mick Jagger, que ya era Mick Jagger. Pues resulta que ese mechón alcanzó el precio de seis mil dólares en una subasta, el mayor alcanzado por algo así desde que el de Elvis se vendió en quince mil dólares. El rizo de oro. Para que vean que los excesos en el romanticismo siempre otorgan recompensa. Ya saben, guarden esas mechas, a lo mejor un día tienen valor.

Nada que ver el mechón con los 45 millones de dólares que tuvo que pagar a Jerry Hall, la modelo texana que fue su segunda esposa, con la que tuvo 4 hijos en una unión sellada en 1990 en Indonesia, por el rito hindú, y anulada en 1999 por el ritual de poderoso caballero es don dinero. Por favor, no se vaya a interpretar que la pobre de Chrissie fue la primera, para nada. Ese privilegiado, destacado e histórico lugar le correspondió en 1971 a la top model nicaragüense Bianca Pérez Morena de Macías, que tenía la curiosa particularidad de tener un extraordinario parecido físico con el actor y cantante. Hasta parecían hermanos y a lo mejor en esa idea se apoyaba Jagger para tener una infinidad de infidelidades que llevaron a la ruptura en 1980, con una hija de por medio. Bianca declaró tras el divorcio que el matrimonio se acabó el mismo día de la boda. Mucho aguante.

Entre las infidelidades flagrantes atribuidas al arrugado Peter Pan rollingstoniano se mencionan la modelo brasileña Luciana Gimenez, con quien tuvo un hijo, la hermosa Carla Bruni, con la que pasó una temporada en Tailandia, el cantante pop David Bowie, el artista plástico Andy Warhol, que lo usó con todos y sus quiebres de cadera, su apariencia andrógina, sus famosos labios y su lengua como inspiración.

El mundo se ha rendido a los pies de este septuagenario locuaz que se mueve en el escenario como si tuviera 50 menos gracias a una vehemente dedicación en el gimnasio y un cerro vitaminas y vaya usted a saber qué clase de complementos. Le ha dado todo: fortuna, notoriedad, premios (en 2003 fue nombrado Caballero de la Orden del Imperio Británico). La vida misma lo apapacha y consiente: pasa sigilosa a su lado, con los zapatos en la punta de los dedos de una mano y el índice frente a los labios, para no despertarlo y así su cabellera se mantenga igual, su voz perdure, su sensibilidad no mengue, su magnetismo no varíe, su físico no sufra el deterioro normal que orilla a sus contemporáneos en todo el mundo a pasar las tardes jugando cartas, o dominó, ajedrez, backgammon, mientras se habla mal de la gente y se ven pasar a las muchachas con una añoranza que ya ni se recuerda a qué se debe. Aclaro, eso si bien les va y no andan en silla de ruedas o cuidándose en el encierro los achaques.

Para ese demonio septuagenario que practica el striptease en el escenario mientras realiza un concierto ante decenas de miles de personas en el paroxismo demencial, para ese Lucifer voluptuoso, procaz, agresivo, de belleza salvaje, que seduce por igual a hombres y mujeres, el tiempo no pasa. Es un diablo que se mantendrá intacto hasta que la vida le dé, finalmente, Satisfacción.

Se escuchan percusiones, gritos extraños a lo lejos que se vienen acercando, amenazantes. Sobre la cadencia se recuesta la voz de Jagger, melosa, susurrante, confidencial – ha dicho esa tarde  que su vida no vale la pena para ser contada en una autobiografía, que es aburrida, que no tiene momentos relevantes, por lo que regresó un millón de dólares de anticipo por el encargo-,  y canta:

Please allow me to introduce myself / I’m a man of wealth and taste / I’ve been around for a long, long years / Stole many a man’s soul and faith.

– (Por favor, permíteme presentarme / soy un hombre de riqueza y buen gusto / ando rondando desde hace muchos años, / He robado el alma y la fe de muchos hombres).

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