Guiso de pepita con tasajo, la “comida grande” que recuerda la hambruna de indígenas en el siglo XVIII

21/01/2018 - 11:30 am

Esta comida es parte de la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo, que transcurre entre el 8 y el 23 de enero y se sintetiza en los “parachicos”, personajes ataviados con sarape, máscara de madera, sonaja y flauta de carrizo.

Chiapa de Corzo, 21 enero (EFE).- El guiso de pepita con tasajo, representativo del estado de Chiapas, llenó ayer los platos de cientos de personas en una comilona en honor de San Sebastián y como recuerdo de la hambruna indígena de hace tres siglos en esta región del sureste de México.

La comida tradicional, que se repite cada 20 de enero, forma parte de los rituales para celebrar a San Sebastián, uno de los tres santos patronos de Chiapa de Corzo, junto con San Antonio Abad y el Señor de Esquipulas.

El tasajo, carne salada de res, y la pepita de calabaza son la base del guiso que todos llaman “comida grande” en recuerdo de los víveres que mitigaron la hambruna que en el siglo XVIII afectó a los indígenas de Chiapa de Corzo.

Parachicos y Chiapanecas salen a recorrer las principales calles del Pueblo Mágico de Chiapa de Corzo para celebrar a San Sebastian Mártir. Foto: Jacob García / Cuartoscuro

Degustar este guiso hace sentir a quien lo come como “parte de este tradicional ritual”, señaló Rigoberto Noricumbo, prioste (mayordomo) encargado de la casa del santo en esta comunidad.

Esta comida es parte de la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo, que transcurre entre el 8 y el 23 de enero y se sintetiza en los “parachicos”, personajes ataviados con sarape (frazada), máscara de madera, sonaja y flauta de carrizo, que danzan por las calles hasta llegar a la iglesia de San Sebastián.

Por la cantidad de comensales, esta vez unos 3 mil según cálculos de los organizadores, su preparación requiere de la participación de decenas de personas, aunque no todos pueden guisarla, de acuerdo con la tradición.

“No cualquiera puede participar en el preparativo de la tradicional pepita con tasajo, porque ‘le pueden echar ojo’, es decir (provocar) que no tenga sabor y con esto se quedarían sin comida los parachicos y cientos de visitantes”, argumenta Noricumbo.

El procedimiento es laborioso y se inicia un día antes. En esta ocasión incluyó más de cien kilogramos de pepita de calabaza y al menos tres reses, de las que se obtuvo la carne salada llamada tasajo.

Esta comida tradicional de pepita con tasajo tiene su origen en una tradición de tres siglos de antigüedad, que señala que una mujer que tenía un hijo enfermo escuchó hablar de un curandero llamado Chiapa, a quien visitó con la esperanza de que recuperara su salud.

Cuando su hijo encontró alivio y cura por los consejos de este curandero, la mujer en agradecimiento ayudó a la gente del pueblo, que entonces padecía una crisis de sequía y hambruna, repartiendo canastas de víveres.

Con ello causó alegría entre los habitantes, quienes bailaron alrededor del niño y, para no asustarlo, se disfrazaron y pintaron como “blancos”.

Cuando los bailarines recibían los regalos de doña María de Angulo, supuesto nombre de la mujer, ella decía “Para el chico”, palabras que los indígenas convirtieron en “Parachico”

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