EL HARTAZGO QUE INCENDIÓ TIERRA CALIENTE

24/02/2014 - 12:00 am

“Nadie puede cantar victoria. La celebración es más un estado de ánimo, que una situación conmemorativa”. Con estas palabras define el fundador del grupo armado de Buenavista Tomatlán, Hipólito Mora, el primer año del surgimiento de este movimiento armado ciudadano que, a su decir, “apenas va comenzando”… En este año, el deterioro de la vida social, política y económica de la zona de Tierra Caliente, en Michoacán, le dan la razón. Será difícil, aun con toda la fuerza del Estado mexicano metida ahí –dinero, estrategia y elementos del Ejército, la Marina y la Policía Federal– revertir el daño que décadas de irresponsabilidad, olvido y complicidad de las propias autoridades con miembros de los cárteles mexicanos. Las autodefensas, sus movimientos internos e incluso sus rompimientos son, un año después, la muestra que la solución aún está lejos. Los principales personajes en esa lucha hablan en esta serie de cinco entregas para SinEmbargo. Sus razones y motivaciones, sus conflictos internos y hasta sus rompimientos amistosos en este año se enmarcan en un conflicto donde el principal objetivo sigue siendo restablecer la paz y la seguridad en la zona.

tom
Grupo de autodefensas en Buenavista Tomatlán, Michoacán. Foto: Cuartoscuro

Morelia, Michoacán, 24 de febrero (SinEmbargo).- El 24 de febrero del 2013, los medios de comunicación del estado de Michoacán reportaban después del medio día “el enfrentamiento entre dos grupos armados en el municipio de Buenavista Tomatlán”, en un lugar conocido como “La Ruana”, un lugar famoso por el sabor de sus quesos y derivados lácteos.

El hecho apenas ocupó un espacio pequeño en los diarios locales, pero a partir de ese día “los enfrentamientos” se suscitaron de manera cotidiana y en cascada, sobre todo en la franja de Tierra Caliente del estado que colinda con Jalisco y Colima.

También en esa jornada, Hipólito Mora y un grupo de  30 personas, entre ellas mujeres y niños, atraparon en las orillas de La Ruana a un grupo de “punteros” o “halcones”, como ellos los llaman, de la región que cometían a últimas fechas todo tipo de atropellos.

Con el rostro tapado con paliacates y escopetas de caza, algunos palos y mucho coraje atravesado por los agravios recibidos desde por lo menos tres años atrás, este grupo comenzó muy de mañana la construcción de barricadas, hechas con costales rellenos de tierra y piedras.

Ahí mismo, Hipólito Mora, que para entonces era visto como un venerable abuelo barrigón, dijo a los primeros reporteros que se acercaron que no eran un grupo subersivo, que no pertenecían al crimen organizado y que estaba echado a andar levantamientos armados en otras comunidades como Ojo de Agua, Santa Ana y la cabecera municipal de Buenavista y otros municipios.

Pero esta advertencia se minimizó, como ya comenzaba a ser costumbre para el gobierno estatal e incluso se les intentó vincular con el Cártel de Jalisco Nueva Generación.

Dos días después, Tepalcatepec siguió el ejemplo de La Ruana y con más armas y dinero se levantó. “Hartos de tener el pie en el cuello, hartos de que nos violaran a nuestras mujeres, hermanas e hijas”, dijo el mismo José Manuel Mireles Malverde, hasta hace poco uno de los líderes más emblemáticos del movimiento.

El gobierno del estado de Michoacán, por su parte, vivía en esos momentos  pendiente de la salud del mandatario Fausto Vallejo Figueroa, quien al comenzar el segundo año de su administración se veía cada vez más deteriorado físicamente, por lo que era cada vez más fuerte el rumor de su dimisión y la llegada de un nuevo equipo político al poder.

A su vez, Jesús Reyna García, actual secretario de Gobierno quien entonces llevaba en tácitamente las riendas de la administración, se alistaba para asumir la gubernatura de manera interina, tras la primera licencia que pidió Vallejo Figueroa el 7 de marzo del 2013.

Así que, al vuelo y desde su posición de pre- gobernador interino disminuyó los brotes armados y calificó el hecho, ante reporteros, como “rumores de mala fe”, que -agregó- “en todo caso, son grupos que están al margen de la ley”.

Como gasolina con cerillo, en marzo de ese mismo año, los grupos de autodefensa se propagaron rápidamente desde Tepalcatepec y hasta Aguililla en la zona fronteriza con Colima y Jalisco; primero formando grupos pequeños, en localidades lejanas, en grupos cerrados, sólo con gente de confianza que se pasaba la voz casi en secreto durante el día,  para después y en la madrugada salir  a organizar las barricadas, los grupos de guardia,  la comida y la entrega de las armas y los códigos que los identificaran.

Para el 7 de marzo, el Gobernador del estado anunciaba su primera licencia “solo por ocho días”, para atender, dijo, un problema de salud derivado de una intervención quirúrgica menor que se había complicado, según su versión, que nadie creyó.

Ni una ni otra cosa fueron verdad, y para esos días los grupos de autodefensa ya habían sacado de la Presidencia municipal (05 de marzo) al Alcalde de Buenavista Tomatlán, Luis Torres, acusado -al igual que su policía local- de estar coludido con Los Caballeros Templarios.

Desde ese entonces a la fecha, el Alcalde no ha podido regresar a sus oficinas al igual que sus homólogos de Tepalcatepec, Aguililla.

Entusiasmados por la aceptación y suma de la gente en los poblados y las ciudades medias, los grupos de autodefensa  se aprestaban a arribar por primera vez, directamente  al municipio de Apatzingán.

Trabajadores de las empacadoras y recolectores de limón de los municipios de Buenavista, Apatzingán y Tepalcatepec, decidieron  realizar entonces una marcha y alcanzar a los funcionarios del gobierno estatal en un acto cívico que habría en el monumento a Francisco Villa, a la entrada a Apatzingán, para denunciar todos los atropellos de Los Caballeros Templarios.

Nadie les informó que en ese acto, del 10 de marzo, no estaría el Gobernador, ni el secretario de gobierno Jesús Reyna, y en el trayecto de la marcha quedaron en medio de un fuego cruzado entre Los Caballeros Templarios y los grupos de autodefensa.

Hubo 12 muertos y decenas de heridos entre ellos varios menores de edad y mujeres, según la cifra oficial, aunque hay quien dice que  los muertos doblaron la cifra y los heridos también, y que además fueron levantados y luego encontrado muertos y torturados al menos seis limoneros.

En esa ocasión fueron detenidos por la Policía Federal más de 22 cortadores de limón que a la fecha siguen presos en distintas cárceles del país acusados de delitos federales como narcotráfico, posesión y uso de armas exclusivas del ejército, entre otros delitos.

Los autodefensa se replegaron y tuvieron que replantear la estrategia para aprender en el camino que no bastaba el entusiasmo, la valentía, ni tampoco los rifles de caza.

También se dieron cuenta que la Policía Federal y algunos mandos altos del Ejército Militar de la zona, estaban más que coludidos con el cartel criminal desde el año 2012 y que detener a “punteros” e incluso jefes de plaza, no servía de nada porque en cuanto los entregaban a las autoridades, éstas los dejaban ir a la vuelta de la esquina para que regresaran sedientos de venganza y más sanguinarios que nunca.

“Entonces no hubo de otra”, dice Mireles y comenzaron a partir de abril a llenar los huecos que dejaba la autoridad y comenzaron los grupos civiles armados a crecer y fortalecerse ejerciendo justicia por propia mano.

EL GOBIERNO TAMBALEANTE

auto
Habitantes de la comunidad indígena de Maruata, Michoacán. Foto: Cuartoscuro

Los enfrentamientos entre los grupos de autodefensas cundían como salpullido por la zona de Tierra Caliente y los ataques a elementos de la Policía Federal y sus bases regionales cundieron como salpullido.

Para entonces, el gobierno estatal había pedido a la federación reforzar la seguridad en el estado, curiosamente en los tres municipios donde surgieron los grupos civiles armados.

El entonces Gobernador interino, Jesús Reyna García, aseguró a voz en cuello que “el problema estaba focalizado”, que era una “guerra entre cárteles delincuenciales que se disputaban la plaza” y que la población civil no corría riesgo.

Lejos estaba de dimensionar el problema.

Para el mes de agosto no tan solo había alcaldes expulsados de sus ayuntamientos sino que muchos de ellos, como el de Coalcomán y Aguililla estaban prácticamente secuestrados en sus lugares, bajo amenaza de Los Caballeros Templarios de que si ponían un pie fuera de sus lugares ellos y sus familias serían aniquilados.

Así que la circunstancia los obligó a levantarse con su pueblo y ser partícipes desde la institucionalidad de los grupos armados civiles, que se defendían genuinamente y después de una década, de los abusos incontrolables de un monstruo de mil caras y cabezas.

A esa fecha, algunos personajes públicos ya comenzaban a hablar de la problemática fuera de Tierra Caliente y de Michoacán.

Algunos diputados locales, incluso llevaron el tema a tribuna como la Diputada independiente Selene Vázquez Alatorre y Osvaldo Esquivel Lucatero.

Para nadie era un secreto que Esquivel Lucatero, Diputado por el distrito de Coalcomán  y nativo de la tenencia de Felipe Carrillo Puerto, mejor conocida como La Ruana, del municipio de Tepalcatepec, apoyaba la causa de las autodefensas e incluso había sacado a varias familias, especialmente mujeres, jóvenes y niños de la zona de conflicto.

El 10 de septiembre de 2013 fue asesinado a machetazos frente a su hermano mientras ofrecía una entrevista a un reportero de una radio de Apatzingán, debajo de un puente peatonal donde el periodista lo había citado.

El reportero de nombre  Pablo Rojas Madriz, a su vez días después fallecería en un extraño accidente vehicular cuando regresaba a su casa en Apatzingán, luego de dar por segunda ocasión una declaración ministerial en la ciudad de Morelia.

LA IGLESIA Y EL MOVIMIENTO

obiscpo
Obispo de Apatzingán, Miguel Patiño. Foto: Cuartoscuro

Para el mes de octubre, la situación de los grupos de autodefensa era inocultable y el gobierno del estado se enredó entre la lucha de poder de los grupos políticos del Gobernador Fausto Vallejo Figueroa y el secretario de gobierno Jesús Reyna García, que se arrebataban el gobierno y debatían ferozmente el regreso del primero y la continuidad en el interinato del segundo.

Pero una de las cosas que vino a poner un manotazo, fue sin duda la intervención de la iglesia en el conflicto,  primero en la contundente y descarnada voz del obispo de Apatzingán, Miguel Patiño, quien a través de una carta publicada en la página oficial de Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) denunció “el Estado fallido” que vivía Michoacán y después con la voz dura y directa del padre Gregorio López, mejor conocido como “padre Goyo”.

Octubre y noviembre fue para el movimiento de las autodefensas uno de los periodos más sangrientos.

Ese mes trataron de entrar por segunda ocasión a la cabecera municipal de Apatzingán donde se encuentran concentrados prácticamente la plana mayor de Los Caballeros Templarios, y sufrieron bajas importantes los grupos de autodefensa.

Sin embargo, lo peor vendría con el enfrentamiento de Aguililla donde el grupo armado vivió un cruel ataque cuando intentaba ocupar la presidencia municipal y expulsar a la policía municipal.

Trece son los muertos oficiales reportados por este hecho y más de una decena de detenidos, que igual que los limoneros,  fueron esparcidos en cárceles del país con una velocidad sin precedente, bajo cargos que muchos de ellos todavía ni conocen.

El fin de año se acercaba con inminente velocidad y con el avance de las autodefensas por todo el derredor de Apatzingán, que parecía cobrar fuerza a cada intento de descalificación por parte del gobierno estatal.

Además, el movimiento comenzaba a llamar la atención de la prensa nacional e internacional, que tenía precedente el movimiento de Cherán en 2012.

EL ACUERDO

mire
José Manuel Mireles. Foto: Cuartoscuro

Para noviembre pasado, el gobierno federal daba el benefició de la duda a los grupos al mismo tiempo que comenzaba a sospechar del gobierno estatal, y de la boca del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, salían frases como esta: “los grupos de autodefensa están dispuestos a ayudar a informar y el gobierno federal dará garantías, pero no deben pensar que por ello tendrán garantías para hacer justicia por propia mano”.

Ya instalados en este nuevo año y con un inusitado foco internacional, los grupos de autodefensa en Michoacán ganan terreno y se animan a tomar el municipio de Parácuaro, localidad ubicada a unos 15 kilómetros de Apatzingán.

Sin embargo el 4 de enero, Mireles Valverde se accidentó en circunstancias extrañas mientras viajaba a bordo de una avioneta cuando se disponía a llegar a Zicuirán.

Queda mal herido, pero sobrevive y sostiene en varias entrevistas concedidas a medios nacionales e internacionales el involucramiento que dice hay de varios personajes de la política estatal y nacional con Los Caballeros Templarios, entre ellos los  hijos del Gobernador Fausto Vallejo, Rodrigo y Fausto Vallejo Mora, además de la Senadora perredista Iris Vianey Mendoza Mendoza y el secretario de gobierno, Jesús Reyna García.

Para el 13 de enero, el gobierno federal reacciona de lleno con una nueva estrategia de gobierno y hace fIrmar al Gobernador Fausto Vallejo un convenio de colaboración que le permite entrar de lleno y con toda la fuerza pública a más de 38 municipios para tomar el control de la seguridad y tácitamente del gobierno.

Al mismo tiempo anuncia un desarme general de los grupos civiles, que tuvo que recular a horas de anunciado, porque le costó la vida tres personas inocentes en la localidad de Antúnez, a cinco minutos de Apatzingán.

En este hecho, suscitado ese 13 de enero por la noche, se dio cuenta el gobierno federal que en las armas de las autodefensas, paradójicamente les va la vida a ellos y sus familias.

De manera interna, los grupos de autodefensas han sufrido también acomodos y reacomodos y se percibe una leve ruptura entre los líderes que buscan llenar el vacío mediático que dejó Juan José Mireles Valverde, a quien destituyeron por presión del gobierno federal como el vocero oficial del movimiento.

Febrero ha sido “un mes de claro oscuros para el movimiento” como reconoce Estanislao Beltrán, porque si bien lograron el objetivo de alcanzar la ciudad de Apatzingán, “nadie puede cantar victoria hasta no tener en la cárcel a los líderes más fuertes de Los Templarios”.

Pero también porque dice que “la limpieza apenas comienza en los 113 municipios”.

Más de 500 detenciones ha anunciado el gobierno federal desde que probó su nueva estrategia de seguridad orillado por la presión internacional,  pero de ellas solo dos han sido de los siete líderes de Los Caballeros Templarios que señalaron las autodefensas en un principio y ni aún así parece mermado el cartel delictivo.

El conflicto michoacano llegó a la Cumbre internacional de Davos, en Suiza y también a Washington.

Medios de todo el mundo tienen puestos los ojos en Apatzingán y en el lado latinoamericano algunos países comienzan a copiar el modelo.

El primer  año del surgimiento de estos grupos civiles armados llega en un momento clave también.

Este año se abre el hándicap para las elecciones locales que habrán de renovar el congreso michoacano, la gubernatura y las 113 alcaldías para el periodo 2015-2021.

“La moneda está en el aire y nadie puede a la fecha decirse vencedor absoluto,  ni prometer paraísos”, reflexiona Estanislao Beltrán, el llamado “Papá Pitufo”.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas