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Tomás Calvillo Unna

28/06/2023 - 12:04 am

El preámbulo que somos

“Creer que la podemos sustituir es una apuesta perdida en el tiempo”.

“Migración”. Pintura: Tomás Calvillo Unna.

 

Rendija: Se cierra el ciclo que inició con Calles.

 

I

Hay una inquietud permanente,

la cadena de montañas

tiene el poder de contenerla.

Sus alturas y precipicios

y esa holgura

en el horizonte que enaltece:

la irregularidad de sus cúspides;

el ascenso y descenso,

que otorgan el ritmo;

ese compás

entre la vida y la muerte.

Si destruimos la naturaleza,

destruimos la mente,

son inseparables.

Creer que la podemos sustituir

es una apuesta perdida

en el tiempo;

una tóxica pretensión

dominante.

Es el desgarramiento interior

de la comunidad misma,

ya no dividida y confrontada

por jerarquías;

la ruptura es más contundente,

es orgánica:

atrapa y entrampa

y no tiene límites sociales,

abarca la conciencia,

en su quehacer material

y no solo en la exploración

de su libertad.

Es el rendimiento de lo sutil

y en su epidermis, de lo complejo.

Triunfa el número que suma,

la propaganda que ilusiona,

la guerra entre hermanos.

II

Una fatal y colectiva pérdida del sino

y del rumbo,

aquel que se escrituró

sin importar etnia o región,

provenía de los ágapes,

donde la compasión

era la única lengua

de entendimiento.

Alejado de todo ello,

el ahora,

el instante subversivo

y totalitario a la vez,

se asume

como si realmente se creyera

que no se requiere verdad alguna.

Solo el impacto que suma,

y la crueldad que resta;

de ahí

que el barómetro

del crimen más siniestro

y el discurso más impoluto

se empaten y sumen

al denso devenir,

que en un tronar de dedos

aparenta su desaparecer.

El cúmulo de desechos

es imparable,

nuestras biografías

en el mejor de los casos

son costras de cenizas,

en los codos de la espera,

recargados en el barandal

de lo incierto.

III

Hoy, ahí está

la presa de los deseos horadada

inundándonos,

sin posibilidad alguna de salir a flote.

Estamos ahogándonos

en la dispersión de los sentidos

en la esclavitud electrónica

que nos mantiene día y noche

programados.

La manipulación

es la soga al cuello

que llevamos.

Si aprendiéramos a ver,

ello nos pondría de cabeza

y nuestro asombro retornaría

como un primer paso….

IV

El mar y el desierto

cuando se alcanzan

explican los cielos,

esa multiplicidad de los astros,

en las arenas, en la sal,

en los sueños.

El bosque de cactáceas,

la colonia de corales,

la sangre en las espinas,

las huellas silenciosas de las nubes

su etéreo dominó.

Aunque no lo percibamos así

el sacrificio está ahí

en el vórtice de la vida.

Esa razón que es locura

explica la incertidumbre final

de nuestros pasos

Y advierte del descuido existencial

de no retornar a los orígenes.

Porqué el sacrificio

de los templos caídos.

Qué significaban.

Qué intuición expresaban.

Qué excesos emergieron

de su conocimiento.

La vida como ofrenda,

qué nos dice,

más allá de rituales y creencias.

Esa nave que zarpa

y el viento se lleva,

se interna

en el horizonte:

liberada del ruido

surca el mar;

en sus intersticios,

buscamos,

sin atajos,

el preámbulo que somos,

el sentir que resta.

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