Y con ustedes… Earl Anthony Wayne

Hilda García

05/08/2011 - 12:00 am

Oficial. Earl Anthony Wayne es el nuevo embajador de Estados Unidos en México.

El Congreso estadounidense apoyó la selección hecha por el presidente Barack Obama y el gobierno mexicano dio su beneplácito.  Incluso, su homólogo en Washington, Arturo Sarukhán, celebró el nombramiento a través de su cuenta en Twitter.

Sin embargo, podríamos aplicar el título del libro escrito por Robert J. Pastor y Jorge Castañeda: Límites en la Amistad.  Y es que, por más que se digan países amigos en su relación bilateral, queda claro que la amistad entre Estados Unidos y México tiene sus límites.

Wayne tiene varios pendientes en su agenda. Pendientes que han quedado como tales al no haber dado soluciones concretas entre las dos naciones por más de 40 años en materia de comercio, migración y seguridad. Estos rubros que de acuerdo con cada gobierno suben de tono uno u otro, pero se mantienen vigentes. En la actual relación entre los mandatarios Obama y Felipe Calderón, estos temas han deteriorado la amistad rozando los límites.

En la década de los 80 la migración fue el tema álgido a partir de la Ley Simpson-Rodino. Nunca llegamos a una solución definitiva y ahora se enfrentan leyes migratorias que se han endurecido contra nuestros paisanos y otras nacionalidades a partir del miedo a perder el trabajo, a la violencia o simplemente por ignorancia.  La Ley SB 1070, mejor conocida como la Ley Arizona, que criminaliza a los migrantes, cumplió ya un año y ha sido replicada en otras ocho entidades.

En la década de los 90, los puntos de desencuentro se enfocaron en el comercio. La firma del Tratado de Libre Comercio en 1994 evidenciaba los límites y pasamos a discutir los temas que iban desde la producción de aguacate, el paso de los camiones mexicanos a Estados Unidos, la caza del atún o estándares de contaminantes donde siempre salimos perdiendo. Los límites los puso Estados Unidos en materia comercial.

La última década quedó marcada por la lucha de México contra el narcotráfico, la cual ha dejado más de 35 mil muertos y un sentido de inestabilidad en la frontera compartida con Estados Unidos. De hecho, las declaraciones del presidente Felipe Calderón contra el gobierno de Obama por la venta de armas de Estados Unidos a México y por la guerra que libra contra los traficantes de manera unilateral ha desgastado la relación entre ambas naciones.

Hoy incluso, ha quedado evidente la operación “Rápido y Furioso” que provocó el trasiego de 2,020 armas a nuestro país y en el que los mismos operadores de esta estrategia terminaron perdiendo el rastro de mil armas que podrían haber servido a los principales cárteles de la droga en México, incluso al del Chapo.

Nevertheless in Gringoland, además del nombramiento del nuevo embajador, esta misma semana hubo varios signos de la administración de Obama para con el gobierno mexicano.

En el tema de migración, hizo el primer llamado fuerte contra las leyes migratorias implementadas por el estado de Alabama o la ley HB56, que obliga a los agentes policiacos a determinar el estatus migratorio de una persona que se sospeche es indocumentada, a la vez que solicita que las escuelas públicas determinen la situación migratoria de los alumnos. El gobierno mexicano, por su parte, secundó el reclamo en voz de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

En el aspecto comercial, se anunció que a finales de agosto o inicios de septiembre, los camiones mexicanos de 21 empresas podrán ingresar a las autopistas estadounidenses. Esto, a casi dos décadas de que se firmó el TLC que debería haber permitido el libre acceso a todas las carreteras desde el año 2000.

Y en materia del narcotráfico, se felicitó a México por la detención de José Antonio Acosta Hernández, alias "El Diego", vinculado con al menos mil 500 asesinatos y alto capo del cártel de Juárez.

El juego diplomático se ha recuperado y Wayne, aunque Estados Unidos diga que no, encuentra una relación deteriorada. Tendrá que recomponer el vínculo con los actores sociales y políticos que se quebrantaron a la salida de su antecesor, Carlos Pascual, sea a raíz de los cables diplomáticos filtrados por Wikileaks o por su relación con la hija de Carlos Rojas.

El flamante embajador tendrá que hacer frente a nuevas estrategias que demuestren que hay una voluntad de resolver o apoyar a México en su lucha contra el narcotráfico, sea quien sea el sucesor de Felipe Calderón o de cómo se quiera enfrentar a los capos. Tendrá que cargar con el peso del fracaso en la operación “Rápido y Furioso”.

Asimismo, tendrá que ser el interlocutor que ha faltado por meses para resolver el tema en asuntos migratorios o al menos, para determinar la manera cómo se va a proceder con la ola de leyes estatales que se ha desatado en contra de la migración.

Aparecen visos de que el nombramiento del diplomático de 61 años de edad y con su experiencia en Afganistán van acompañados de actos en la relación bilateral, que no deja de demostrar día con día que los límites están, pero que en las necesidades económicas, políticas y de seguridad de ambas naciones no están ahora para ser rebasados. Bienvenido sea Wayne en México, pero más bienvenidos serán los actos que hagan ver que Estados Unidos si tiene interés por el país y no meras conveniencias.

Hilda García

Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.

Lo dice el reportero