Mario Campa

Diez razones para exigir voto en línea en futuras elecciones judiciales

"La tecnología puede ser aliada de la democracia y la austeridad republicana. Aprovechémosla".

Mario Campa

04/06/2025 - 12:05 am

México se convirtió en el único país donde todos los juzgadores son elegidos por voto popular. Ni siquiera Estados Unidos, donde los jueces se eligen a nivel estatal y local, se atrevió a tanto. Millones participaron sin el INE como tercera rueda (auxiliar) y pedalearon sobre la complejidad. El método es perfectible y los costos mitigables. Un sistema electoral híbrido con voto en línea —no el electrónico con máquinas en sitio usado en países como Brasil— sería una alternativa viable para reducir gastos, mejorar la información y elevar la participación electoral.

1. El voto en línea le haría la vida (más) fácil al elector. El impulso central para transitar de un sistema presencial a uno híbrido con voto digital es el ahorro de tiempo por traslado y filas largas en las casillas. También reduciría los costos de transporte que siguen siendo barrera para los más humildes. El resultado sería un aumento en la participación electoral que daría un bono de legitimidad al sistema político-electoral.

2. El voto en línea reduciría el gasto en urnas y las contrataciones temporales del INE. Un sistema híbrido daría la opción de acudir a una casilla de manera presencial o de votar en forma digital. En áreas urbanas con buen acceso al internet, la demanda de urnas y personal contratado para organizar las elecciones disminuiría. Con ello, el gasto estacional se aplanaría. La liberación de recursos podría destinarse a campañas publicitarias en elecciones complejas como la del domingo.

3. El voto en línea haría más eficiente el sistema electoral. Una de las ventajas cruciales de los sistemas de votación en línea es su eficiencia. La votación tradicional involucra muchos pasos, desde la impresión de las papeletas hasta el recuento manual de los votos. Un sistema en línea ordenaría fácilmente las boletas electrónicas. El tránsito gradual a un sistema digital reduciría los errores humanos por mal uso del papel.

4. El voto en línea permitiría estudiar currículums y propuestas en tiempo real. La construcción de acordeones personales como mecanismo de adaptación fue un ejercicio inédito de madurez política. Sin embargo, genera costos al votante y disuasivos a quien carece de atajos. Una solución es permitir la consulta de información verificada al momento de votar. Además de exigir menos del elector, el sistema digital podría prevenir errores comunes como la repetición involuntaria de candidatos y alertar al votante de manera oportuna.

5. El voto en línea ahorraría toneladas de papel. La boleta usada en México es de las más costosas y perjudiciales para el medio ambiente. En cambio, el voto en línea demandaría pocos recursos. Por ejemplo, en relación al voto por correo—común en Estados Unidos—, reduce las emisiones de CO2 en un 98 por ciento. Además de contaminar menos, el voto digital reduciría la impresión de papeletas que hoy en México tienen candados similares a los de un billete, rareza explicable por el legado corruptor del PRI y del PAN.

6. El voto en línea puede combatir el fraude. La tinta vuelve una boleta en blanco fácil de manipular. Un sistema digital a prueba de borrones de registro dificultaría el fraude y otras anomalías a nivel casilla. También exigiría la descarga anticipada de software vinculado a equipos y direcciones personales para mitigar la coerción y compra de voto. Además, la verificación biométrica avanza a pasos agigantados. A gran escala, los resultados serían contrastables con el uso de herramientas externas para mayor confianza y certeza.

7. El voto en línea adelantaría la publicación de resultados. Al finalizar el periodo de votación, el sistema digital contabilizaría en automático los resultados y reduciría el tiempo de pronunciamiento del INE. Eliminar o adelgazar los sistemas de Conteo Rápido y resultados preliminares (PREP) no sólo podaría el gasto general, sino que restaría un escollo de desconfianza hoy causado por los vacíos y flujos irregulares de información.

8. El voto en línea reduciría la demanda —y los vicios— de las casillas especiales. Diseñadas para quienes por razones legítimas votan fuera de su distrito, en la práctica abren la puerta al abuso. Habiendo un número limitado de boletas por casilla, los partidos tienen como incentivo perverso colmar las urnas para excluir por volumen a la competencia. Con un híbrido que integre el voto digital, la práctica del madruguete se reduciría o eliminaría por completo y el elector viajero podría tachar de forma remota todas las boletas —no sólo las federales.

9. El voto en línea impulsaría la industria nacional de ciberseguridad. Acaso la crítica más recurrente a la modalidad digital son los posibles hackeos, ataques masivos y abusos de información digital almacenada. Para atender temores legítimos, el INE podría destinar parte de lo ahorrado en impresiones y personal a la creación de sistemas propios o externos a prueba de balas. México ya lo hace en otras instancias. Para muestra, el SAT y las llaves digitales funcionan bien. Como un complemento, el derecho al olvido podría elevar la confianza. Una externalidad positiva esperada del voto en línea es que el nuevo software tendría que ser desarrollado por nacionales para eliminar toda sospecha de intromisión extranjera, creando nuevas capacidades humanas con potenciales derramas a otras actividades.

10. El voto en línea sería inclusivo con los enfermos y las personas con discapacidad. La participación de personas con una movilidad restringida aumentaría. En cambio, podría caer la de adultos mayores sin auxilio. Por ello, un sistema híbrido con algunas casillas urbanas y aún más rurales, donde el internet escasea, sería aconsejable. Si además se considera que el voto digital de los jóvenes —donde las tasas de abstención crecen— desvanecería las filas de las casillas presenciales, entonces todos los grupos etarios saldrían beneficiados. (Siempre y cuando el órgano electoral redistribuya recursos.) Todo considerado, la adopción del voto en línea elevaría la participación electoral general desde la tasa registrada en el primer ejercicio de votación judicial, condicionado por una complejidad mitigable y un presupuesto estrecho. La tecnología puede ser aliada de la democracia y la austeridad republicana. Aprovechémosla.

Mario Campa

Mario Campa

Mario A. Campa Molina es economista político e industrial, graduado del MPA de la Universidad de Columbia (2013-2015). Colabora como columnista y panelista en diversos medios y es editor contribuyente en español de la revista de ideas Phenomenal World, del Jain Family Institute (NY). Tiene experiencia laboral en el sector financiero, energético, público y académico.

Lo dice el reportero