Juan Martínez d’Aubuisson habló con SinEmbargo sobre el retrato que hace de San Pedro Sula en Honduras, considerada la ciudad más violenta a nivel mundial.
Ciudad de México, 13 de julio (SinEmbargo).– “Estados Unidos tiene una lógica miope con América Latina, en donde ven únicamente hasta donde llega su mano”, apuntó el periodista y antropólogo Juan Martínez d’Aubuisson, autor de El que tenga miedo a morir que no nazca (Planeta), un trabajo que contiene una serie de crónicas sobre la violencia en San Pedro Sula, Honduras.
Juan Martínez elabora en este libro un retrato de San Pedro Sula en Honduras, considerada la ciudad más violenta a nivel mundial. Para ello se adentro al barrio Rivera Hernández, “una de las franjas de pobreza más grandes, violentas y complejas de Centroamérica”. Al mismo tiempo expone cada uno de los factores que han permitido que haya estos niveles de inseguridad: las empresas estadounidenses y una élite en el poder que se ha corrompido.
“Hay una gran parte de responsabilidad de los actores externos. En este caso, las bananeras, las maquilas, los intereses de los Estados Unidos de Norteamérica en general. Pero debemos hacer, y esto lo digo para toda América Latina, un juego a la hora de entender el pasado reciente y a la hora de entender los esquemas de violencia, sí tenemos que hacer un juego entre las causas externas y las causas internas. Es decir, por supuesto que el enclave bananero tuvo muchísimo que ver con toda la disposición de la ciudad, la disposición geográfica, la disposición física, la disposición étnica, etcétera. Sin embargo, las élites, la oligarquía hondureña clientelista tuvo mucho que ver también en este panorama de violencia”, comentó en entrevista.
Juan Martínez d’Aubuisson recordó que cuando él llegó a San Pedro Sula, hace ya un poco más de 10 años, se encontró con un panorama poli conflictivo debido a que es una ciudad donde hay muchos intereses y muchos actores con un abanico de intereses diversos que tratan de ser llevados a buen puerto a través de la violencia.
“Uno de los actores principales en el juego de la violencia es el Estado, en gran medida porque el Estado hondureño es un actor criminal más. No es que esté involucrado con el tráfico de cocaína, con asesinatos y con la mafia, es que el Estado hondureño es una mafia de estado, y esto lo han sido gobiernos desde antes y después de Juan Orlando Hernández, quien por cierto está en Estados Unidos enfrentando cargos por narcotráfico y lavado de dinero”.
En ese sentido recordó cómo en algún momento fue importante para el Gobierno de UE no solo que llegara Juan Orlando al poder, sino su partido porque le interesaba sacar del poder a ciertas personas y a cierta élite, que ahora han regresado al poder. “En ese momento les interesaba tenerlo ahí a él, a (Roberto) Micheletti y a otras personas. En muy poco tiempo se comenzaron a dar cuenta que este tipo tenía su propia agenda, y parte de esa agenda, era traficar toneladas de cocaína hacia los Estados Unidos, pero como había cumplido la agenda inmediatista de los Estados Unidos lo toleraron por más de 10 años”.
“Llegó un punto en donde la agenda de los Estados Unidos cambió, sus intereses miopes cambiaron y entonces lo arrestaron y está ahora enfrentando un juicio. Esto ha sido común desde los tiempos de la Guerra Fría e incluso antes. Lo vimos con Juan Orlando. Lo vemos ahora con el dictador (Nayib) Bukele y creo que lo seguiremos viendo en América Latina por un buen rato más. Un imperio miope, un imperio que le cuesta establecer incluso sus propios intereses a largo plazo y esto es tremendamente tóxico para las democracias latinoamericanas”, apuntó.
Al hablar sobre las opciones que tienen los hondureños de las zonas más olvidadas, Juan Martínez d’Aubuisson reconoció que hay una gran franja poblacional con opciones muy limitadas. “La narrativa occidental en general nos habla de una lógica de progreso con esfuerzo, es decir, que si te esfuerzas lo suficiente, que si cualquiera se esfuerza lo suficiente puede generar no solo dinero, sino bienestar. Vaya, eso es mentira. Las opciones de miles de millones de personas en Honduras están muy limitadas”.
“De hecho, esta franja poblacional, esta franja etaria de el hombre joven, en general de los jóvenes, en Honduras, en estos barrios donde yo viví, realmente están bien limitados, sus opciones son bien limitadas y bien poco atractivas”, indicó. “Cuando se meten a las bandas, a las pandillas o se emplean como obreros del crimen, de alguna forma lo que están haciendo es existir en la sociedad, existir a través de la violencia, y existir por un tiempo limitado, pero existir y en ese pequeño espacio donde pueden existir tener poder y tener prestigio. Y eso, sobre todo cuando se tiene 13 años, es bien importante”.





