
La delincuencia y la policía en México son una comunidad con muchos vasos comunicantes y en esa comunidad hay lealtades, traiciones, competencia, ambiciones, pero también personas honorables, con alto sentido de responsabilidad en su trabajo, que saben atacar a la delincuencia con precisión y evitar mayores conflictos que los que pretenden resolver y ahí todos se conocen todos saben de dónde vienen y a quien sirven.
Son como las comunidades de intelectuales y quién sabe cuál de las dos comunidades sea más conflictiva, egolatra y adversarial.
Siempre que llega uno nuevo a la plaza, todos saben quién llegó y lo ponen bajo vigilancia. En la intelectualidad los críticos profesionales se encargan de hacele "bulliing", destruir al que quiere crecer, le cierran las editoriales los obligan a establecer contactos y hacer grupos de interés. En la comunidad policíaco-delictiva, los vigilan, hacen alianzas y en casos extremos los eliminan.
Cuando un gobernador, o un presidente de la República designa a los encargados de la seguridad publica, debe escoger entre lo mejor de esa comunidad. a quien le tiene más confianza.
Y uno de los papeles más importantes que van a cumplir el Secretario de Seguridad, el Fiscal y el Encargado de los penales, es aislar al responsable político del conocimiento y la información riesgosa-políticamente que circula en la comunidad policiaco-delictiva.
Muy pocas decisiones policiacas son tomadas con conocimiento previo del presidente o gobernador. En el mejor de los casos se le informa con cierto detalle "a posteriori". El Superior solo sabe los resultados. El cuerpo de seguridad funciona como un ganglio protector de información del Político responsable.
Pero el Politico/en jefe es responsable político de designar en esos cargos tan complejos a la persona conocedora del medio pero con altos estándares de integridad y honorabilidad. Y si el designado falla en el cumplimiento de su trabajo, si se corrompe y traiciona el objetivo de su quehacer, el qué paga por la decisión equivocada es quien lo designó.
Esto lo escribe alguien que fue director por 3 años del penal de Ciudad Juárez, el penal más peligroso del país en aquel tiempo, lo dirigí en los márgenes de un "buen trabajo" , pero con relación al tema de este artículo en los tres años de trabajo solo tuve dos entrevistas con el presidente municipal, y una llamada con el gobernador. También fui Visitador de Derechos Humanos por 9 años y me toco la cruenta " guerra de los carteles" de Sinaloa, Juárez, y un ejército invasor.
Ellos solo se enteraron de que en el Cereso de Ciudad Juárez "no sucedía nada," porque no hubo motines, fugas, ni violencia colectiva. Tampoco hubo quejas de corrupción. y en Derechos Humanos todo lo veía con el Fiscal Zona Norte. Solo hablé del tema una vez con un gobernador.
En el caso de Adán Augusto, hay muchas palabras muchas opiniones pero muy pocas reflexiones profundas.





