Juan Carlos Monedero

El fascismo en México: tan cerca de los EU…

"En cualquier caso, claro que hay una extrema derecha en México que comparte rasgos con la extrema derecha en otros lugares y que también tiene rasgos propios".

Juan Carlos Monedero

31/07/2025 - 12:03 am

¿Hay extrema derecha en México o la vacuna del obradorismo la ha erradicado como ha ocurrido con algunas enfermedades del siglo pasado?

Teníamos un profesor en la universidad madrileña que nos explicaba a Nietzsche y lo que implicaba su famosa frase del libro “Así habló Zaratustra” Dios ha muerto, Dios ha muerto. En ese momento, la iglesia era un elemento exclusivamente de reacción que frenaba cualquier cambio. En 1848, en El manifiesto comunista, Marx y Engels colocaban a la iglesia como parte de esa Santa Alianza que veía en la democracia un fantasma al que tenían que aplastar. Todavía era inimaginable que hubiera un Papa latinoamericano, menos argentino y aún menos peronista como Francisco. Los obispos sólo cenaban en casa de los ricos. Bueno: pues nos decía Jesús Ibáñez, advirtiéndonos de dar a Dios por muerto, que “Dios es más peligroso muerto que vivo, porque vivo, por lo menos se le ve venir”.

Hay un discurso repetido en México de que no existe una extrema derecha. Y no es verdad. Tampoco existen los tsunamis hasta que la tierra protesta y nos recuerda lo insignificantes que somos.

También se decía en España que no había ultras y que eso era cosa del pasado, porque a diferencia de otros países europeos, los partidos reconocidos como de extrema derecha no tenían representación parlamentaria. Pero no es que no hubiera extrema derecha: es que la mayoría de esos ultras estaban agazapados en el Partido Popular. Pues igual que, además de los que ya han salido al exterior, hay extrema derecha agazapada en el PAN, algunos en el PRI y en el PRD e, incluso, algunos están escondidos en Morena. Por supuesto, además de en el Yunque, en las universidades católicas, en asociaciones mexicano-norteamericanas y en los medios de comunicación. Los oportunistas moran en todos lados. Y la extrema derecha es el plan B del gran capital mexicano a la espera de su oportunidad.

Al gran capital no le gusta de partida la extrema derecha porque les ven imprevisibles, poco dialogantes, demasiado confrontadores, hasta que, en su cabeza, tienen que escoger entre la extrema derecha o, repito, piensan en su cabeza, los comunistas que les van a robar su casa de verano, sus coches y sus cuentas en Dubai, y entonces optan por la extrema derecha. No es que no estén ahí, es que están esperando su oportunidad.

Bastó en España que el Partido Popular tuviera problemas de corrupción -la derecha siempre tiene problemas con la corrupción, porque la corrupción es el lubricante de la democracia liberal parlamentaria y si no fuera por la corrupción, no jugarían a la democracia-, decía que cuando el PP empezó a perder fuelle en las encuestas se buscaron otro partido de derechas que pareciera nuevo, Ciudadanos, y cuando Ciudadanos no les sirvió, pues entonces le abrieron la puerta a VOX, que era una escisión del Partido Popular, preparada desde las tensiones separatistas en Cataluña y el nacimiento de Podemos, y que hoy es la tercera fuerza política en España y con la que el PP gobierna en Comunidades Autónomas y promete entrar en el Gobierno de España.

Siempre van a jugar varias bazas, disparar varios dardos hasta que alguno acierte. Tienen dinero suficiente como para jugar al ensayo y error, y no tienen el más mínimo problema en quemar en la hoguera a los suyos. Siempre les buscarán algún retiro dorado por los servicios prestados. Prueban con alguien, les falla, y al siguiente. Y no siempre como un plan perfectamente pensado: es una lógica que comparten los que quieren una sociedad desigual porque se benefician de esa desigualdad. No hace falta que nadie les dé órdenes salvo en momentos decisivos: cada cual sabe lo que tiene que hacer.

Recordemos que el día que Giorgia Meloni ganó las elecciones en Italia habló a sus seguidores y les dijo: todo lo que habéis tenido que aguantar y callar con la cabeza baja, ahora ya vais a poder defender con la cabeza alta (con la testa alta). Meloni se formó con Giorgio Almirante, que después de participar en el último Gabinete de Mussolini, fundó el Movimiento Social Italiano donde militó la Primera Ministra italiana.

En México quisieron construir un López Obrador de derechas con Xóchitl Gálvez. Le inventaron un pasado popular, la pasearon por las calles, la hicieron impregnarse del sudor del pueblo, le quisieron construir una enorme espiritualidad, la austeridad, el compromiso contra la corrupción… Pero estaba claro que se trataba sólo de un experimento. En la cara de Ricardo Salinas Pliego siempre se leyó que Gálvez era un fusible para quemarse.

Verástegui fue otro intento. Guapo, galán cinematográfico, quisieron presentarle como una madre Teresa de Calcuta a través de una película a la que le pusieron muchísimos millones. Pero tampoco ha cuajado. Porque es verdad que la vacuna obradorista hace que cuando los mexicanos prueban ese discurso, les amarga en la boca demasiado como para ignorarlo. La vacuna obradorista funciona como una suerte de resorte de la memoria que quita los velos y permite que se vea el prianismo de toda la vida de México. La importancia otorgada a la formación por parte de Morena es la mejor vacuna contra ese peligro yacente.

Acaba de surgir otro grupo de extrema derecha, México Republicano, al que, con buen tino, Álvaro Delgado ha colocado en la fina línea que hay entre la traición y el odio irracional a la izquierda. Tan es así que los portavoces de esa formación ultra han sacado un comunicado diciendo que ellos no son traidores, que lo que pasa es que son también norteamericanos y que prefieren a Jim Carrey antes que a Cantinflas, a Jerry Lewis antes que a Tintán y que en la batalla del Álamo van con los esclavistas gringos de Texas y John Wayne porque ellos son los que hicieron antes la película.

En la protesta contra Delgado, los ultras de México Republicano dicen que:

“El delito de traición a la Patria, regulado en los artículos 123 al 127 del Código Penal Federal, se configura únicamente cuando una persona:

Comete actos hostiles contra la Nación en tiempos de guerra;

Coopera con enemigos extranjeros;

Participa en actividades de espionaje, sabotaje, conspiración o rebelión armada contra las instituciones del Estado mexicano;

Intenta someter la soberanía nacional a una potencia extranjera mediante medios violentos o clandestinos.

Y concluyen: “Ninguna de estas conductas se relaciona con el actuar de México Republicano ni de sus integrantes”.

Pues uno diría que lo que hace esa gente está dentro del delito de traición toda vez que Donald Trump ha declarado la guerra a México: ¿O es que vamos a seguir creyendo la estupidez de que la guerra en el siglo XXI sólo se hace con bombas? ¿No matan más los aranceles, las sanciones, los muros y el apoyo a las bandas criminales a las que les venden las armas y les guardan el dinero en los bancos? ¿No comenten actos hostiles contra la Nación los que defienden con uñas y dientes los actos de Estados Unidos (EU) contra México? ¿No están conspirando los que buscan debilitar al Gobierno de México con el fin de que les resulte más difícil enfrentarse al gigante del norte? ¿No someten la soberanía nacional mexicana a una potencia extranjera los que no defienden el derecho de cada país a hacer su política, a defender su economía, a cumplir la Constitución oponiéndose a genocidios y socavan al Gobierno del país a través de sus medios de comunicación, sus redes, sus grupúsculos financiados y sus piezas escondidas en el aparato del Estado?

Anda Donald Trump exigiendo a Lula da Silva, el Presidente de Brasil, para que la justicia del país no juzgue a Jair Bolsonaro por el intento de golpe de Estado. La Fiscalía brasileña, después de interrogatorios y recopilar pruebas no duda de que ultraderechista Bolsonaro lideró una intentona golpista para aferrarse al poder. Pide por ello que sea condenado por abolición violenta del Estado democrático de derecho, golpe de Estado, pertenencia a organización criminal armada, daño al patrimonio y deterioro de patrimonio protegido. Pues Trump amenaza a Brasil con aranceles del 50 por ciento si procesan a Bolsonaro. Alexandre de Moraes, Juez del Supremo que investiga el golpe de Bolsonaro, ha sido sancionado por EU: sin visado, han congelado sus bienes y le han bloqueado financieramente. Esto es lo que apoya México Republicano. ¿Lo apoya también si se aplica contra ciudadanos mexicanos?

Y algo parecido está en marcha contra Colombia después de que el expresidente de los paramilitares, Álvaro Uribe, fuera condenado esta semana por fraude procesal y soborno de testigos, es decir, lo que la derecha ha hecho siempre para evitar ser juzgados o condenados. EU quiere que los países vayan contra su propio Estado de Derecho.

Los ultra reaccionarios de México Republicano reclaman su derecho a “tender puentes con quienes comparten nuestros valores de libertad, orden y legalidad”, es decir, con Donald Trump, Jair Bolsonaro y Álvaro Uribe. Si uno lee su programa se ve que no tienen programa. La extrema derecha no necesita programa, sólo crear un clima de opinión.

¿Dónde va a golpear la extrema derecha mexicana? En el tema de la seguridad, porque ahí va a contar con el apoyo de los EU. No olvidemos que las bandas criminales y los cárteles son parte de la estrategia de EU en la III Guerra Mundial que ya ha empezado. No es sólo Ucrania, Gaza o Yemen: también son los crímenes de las bandas en México, Colombia, Ecuador o tantos sitios donde, invariablemente, son armados por EU y sus capitales blanqueados por el sistema financiero internacional.

En el debate de las “corcholatas” en México, alguno de los candidatos ya tocó el tema de la inseguridad acercándose a una solución Bukele para ganarse el favor de los votantes. Lo intentarán enmascarar como una defensa de los niños, buscando el lado religioso. Es curioso que los que dicen cuidar a los niños, los que están en contra del aborto, nunca les importa que niños no tengan educación, sanidad o que tengan que trabajar como esclavos. Cosas curiosas de la extrema derecha.

En cualquier caso, claro que hay una extrema derecha en México que comparte rasgos con la extrema derecha en otros lugares y que también tiene rasgos propios. Son nacionalistas excluyentes, son racistas y clasistas, considerando a los pobres “malos mexicanos”, tienen una idea irracional y castigadora de la religión, siempre son aliados internacionalmente de los poderosos, no le hacen ascos a la violencia, consideran que la mujer debe tener un papel subordinado y, no lo olvidemos, son profundamente neoliberales en la práctica, aunque el discurso lo enmascare.

México Republicano, tan “cerca” de Dios y tan cerca de los EU. Tan cerca del Dios cristero y vengativo, y tan cerca de los EU que ve en México su patio trasero, que siempre estarán antes con Benedicto XVI que con Francisco, con Washington que con los migrantes mexicanos, antes con Israel que con la justicia universal, antes con los que venden armas que con las víctimas, antes con los bancos que con las madres buscadoras, antes con el mercado que con la igualdad, antes con los masacradores cuando son militares que con las víctimas, antes con un México subordinado, obediente y de los ricos, el México de Felipe Calderón, de Peña Nieto, de Salinas de Gortari,  que con un México revolucionario, soberano y que, como ocurre ahora, por delante de todo, ponga a los pobres.

El fascismo en México es más peligroso muerto que vivo, porque vivo, por lo menos se le ve venir.

Juan Carlos Monedero

Juan Carlos Monedero

Realizó estudios de licenciatura en Economía, Ciencias Políticas y Sociología. Es Doctor en Ciencias Políticas y profesor titular en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Ha dado clases en diferentes universidades de Europa y América Latina y es profesor honorario en las universidades argentinas de Quilmes y Lanús. Ha asesorado a diferentes gobiernos latinoamericanos. Entre otros libros, ha publicado La transición contada a nuestros padres, El gobierno de las palabras, Nuevos disfraces del Leviatán, Dormíamos y despertamos, Curso urgente de política para gente decente (15 ediciones y publicado en cinco países), La izquierda que asaltó el algoritmo, El paciente cero eras tú y Política para tiempos de indiferencia (2024). Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales de CLACSO en 2018. Ha sido ponente central en la conmemoración del Día Internacional de la Democracia en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York y en la 28 Sesión Regular del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Tiene reconocidos tres sexenios de investigación. Es cofundador de Podemos, colabora en diferentes medios de comunicación y ha presentado durante cinco años el programa En la frontera en Público, donde tiene el blog Comiendo tierra.

Lo dice el reportero