
El próximo lunes la Presidenta Claudia Sheinbaum cumple su primer año de Gobierno, en un contexto histórico al ser la primera mujer en ostentar el Poder Ejecutivo del Estado mexicano. Al asumir su encargo, algunos desafíos y temas estaban prefigurados, pero otros no estaban tan presentes como ha ocurrido en estos 12 meses, en particular la turbulenta relación con el Gobierno de Estados Unidos que encabeza Donald Trump desde el 21 de enero de este año.
Hay al menos, en mi revisión, seis temas que han marcado el primer año del autodenominado segundo piso de la Cuarta Transformación: 1) la guerra informal o la violencia que lacera a la sociedad mexicana; 2) la relación con el Gobierno de Donald Trump, con tres temas prioritarios: narco, migración y tratado de libre comercio; 3) la presencia de una oposición estridente pero impotente; 4) las reformas al estado liberal mexicano; 5) la reducción de la pobreza y beneficios de la política salarial como saldo del primer piso de la 4T; y 6) contradicciones de Morena como partido gobernante y clase política en el poder.
En el primer tema, ha sido evidente que el Gobierno de Claudia Sheinbaum cambió la política contra el crimen organizado de su antecesor Andrés Manuel López Obrador de “abrazos y no balazos” por una estrategia de seguridad y combate al crimen organizado más activa y confrontada y que ha dado como resultado una disminución de 25 por ciento de los homicidios dolosos y golpes estratégicos a organizaciones del crimen organizado. Sin declaraciones públicas de por medio, es evidente que Sheinbaum modificó la política de seguridad de López Obrador. El gran déficit en este tema sigue siendo la crisis por desaparición de personas que sigue azotando a la sociedad mexicana. El cambio en la política de seguridad, aunque inició como una decisión interna y soberana del Gobierno mexicano, ha estado influenciada y presionada claramente por la relación con Estados Unidos.
El segundo mandato de Trump ha significado, en mi opinión, el principal desafío al que se ha enfrentado el Gobierno de Claudia Sheinbaum. Hay al menos tres temas relevantes (sin ignorar otros) que han tensado la relación entre México y Estados Unidos a partir de que Trump asumió su segundo mandato: seguridad, migración y comercio. El tema de seguridad ha significado para el Gobierno de Sheinbaum un asunto de primera importancia ante las insinuaciones, que no han sido pocas, de que el Gobierno estadounidense podría incluso a atreverse a intervenir en el territorio nacional con el pretexto de combatir organizaciones criminales ahora declaradas como organizaciones terroristas. Junto a este tema, Sheinbaum ha tratado de complacer al Gobierno de la botarga naranja conteniendo los flujos migratorios de países del sur y de México. Y el otro tema relevante es la amenaza de imponer aranceles y cambiar las reglas del tratado de libre comercio de los tres países de Norteamérica. Se ha dicho poco, pero la sobriedad y cabeza fría con la que Sheinbaum ha lidiado con Trump es uno de los aciertos de su gestión. No me imagino las consecuencias que habría para el país con Xóchitl Gálvez enfrentando a Trump.
Otro asunto relevante de este primer año es la postura crítica de la oposición del PRI y del PAN al Gobierno de Sheinbaum. Ha sido una postura política estridente que cuestiona todos los temas del Gobierno de la 4T, con razón y sin ella, en donde predomina la exageración de que México se encamina hacia regímenes comunistas como los de Cuba o Venezuela, cuando en realidad México está subordinado estratégica y geopolíticamente con el régimen capitalista de Estados Unidos. Ha sido una oposición estridente pero impotente. Un cuarto tema del primer año de Sheinbaum son las reformas al Estado liberal mexicano, con la reforma al Poder Judicial, desaparición de organismos autónomos y la pendiente reforma electoral.
Pero las críticas al Gobierno del segundo piso de la 4T se han opacado por los resultados de la política social de AMLO. Los datos del Inegi con cifras contundentes de disminución de la pobreza, derivados de la política salarial de aumentos consistentes de los ingresos de la clase trabajadora, y los programas sociales, se han traducido en un aval al Gobierno en turno y altas tasas de aprobación para la Presidenta Sheinbaum.
El contrapunto a estos saldos es que varios políticos de la 4T, incluido el hijo de AMLO, contradicen los principios políticos y éticos del movimiento que ofreció transformar a México. Lo que han mostrado estas contradicciones es que por más que digan lo contrario, todos los partidos son iguales y que pronto que tarde, Morena terminará traicionando su promesa de hacer otra política.





