
Siguen sucediendo, querido lector. Las desapariciones en el país, y específicamente de mujeres jóvenes. En el Ajusco, en Tlalpan, en Naucalpan, en Nayarit, en todas partes. Madres y padres desesperados buscan a sus hijas que “desaparecieron” en el camino a su casa tras sacar unas copias, en una excursión, tras tomar un pesero. Son adolescentes y jovencitas a las que no se sabe qué les ocurrió días, semanas, meses después.
Lo más probable es que hayan sido secuestradas porque en este país hay todo tipo de negocios criminales como la trata de personas, o porque en este país la impunidad es monstruosa y cualquiera puede secuestrar, matar o “desaparecer” personas sin rendir cuentas ni enfrentar las consecuencias. Por eso este país está sembrado de fosas clandestinas: los criminales saben que pueden secuestrar, asesinar y enterrar personas sin que ninguna autoridad, ni local ni federal se los impida.
Ahí están los diversos grupos de madres buscadoras en todo el país escarbando la tierra porque el Estado ha sido incapaz de encontrar a sus familiares desde hace décadas. Gobiernos vienen y gobiernos van y la situación continúa; no importa si son panistas, priistas o morenistas. En esta área no hay ninguna transformación, es el mismo cinismo, la misma insensibilidad con las víctimas, la sordera más ofensiva de quienes celebran que México “va muy bien”, mientras jóvenes mujeres siguen desapareciendo sin que las autoridades den con los responsables, mientras se van sumando cada vez más madres y padres desesperados ante la peor tragedia que podría ocurrirles.
Gobiernos que desprecian a las víctimas, de manera profunda, porque ponen en entredicho sus supuestos logros, y que hacen como si no sucediera, minimizan el tema o sencillamente omiten el dolor de los familiares de sus discursos auto celebratorios. Así pasó este domingo, cuando en los discursos de celebración del año de la llegada del “segundo piso” de la transformación, las jovencitas desaparecidas no aparecieron ni en los discursos.
A la primera mujer Presidenta del país y a la segunda Jefa de Gobierno mujer en la ciudad no les importan las adolescentes que están desaparecidas ahora mismo, no lo suficiente como para encontrarlas, echar mano de los recursos de seguridad que se requieran y dar con ellas. Tampoco a la Gobernadora morenista del Estado de México, Delfina Gómez, donde secuestraron a Kimberly Hilary Moya González, alumna del CCH Naucalpan, de 16 años, que no volvió de imprimir una tarea, hace seis días. Drones vuelan, policías revisan, detienen a un hombre, pero de la adolescente, nada.
Sus familiares cerraron el periférico hace unos días para reclamar por su búsqueda y Kimberly sigue sin ser encontrada, como miles de personas que han “desaparecido” en este país sin que las autoridades las encuentren. Pero no solamente, Pilar Orozco la madre de María Isabella Orozco Lozano de 16 años, está desesperada. Su hija desapareció en Tlalpan, tras tomar un camión, hace más de un mes, cerca del Ajusco donde desaparecieron otras dos jovencitas, sin dejar rastro ¡Un mes, querido lector, y las autoridades de la Ciudad de México no la han podido encontrar!
Como en los años noventa, en Ciudad Juárez, están desapareciendo mujeres jóvenes y como en aquellos años, las autoridades no están haciendo nada efectivo para encontrarlas. No importan las declaraciones que den sobre lo que han hecho, sino que den resultados ¿Dónde está Isabella y dónde está Kimberly? ¿quién se está llevando a adolescentes en la vía pública o en el transporte público o de los caminos del Ajusco? Las autoridades tendrían que responder estas preguntas y si es que no pueden, tendrían que renunciar, porque el tiempo pasa y ellas siguen sin ser encontradas, sin recibir ayuda, seguramente atrapadas en un infierno.
Y es que qué terror, querido lector, para las mujeres jóvenes tener que vivir en este país carcomido por la inseguridad y el crimen, donde una muchacha no puede salir a sacar copias sin correr el riesgo de ser secuestrada, donde otra no puede tomar un camión sin correr el riesgo de no llegar a su destino. Qué terror, que una mujer no pueda ir a hacer senderismo en el Ajusco porque puede no volver como le ocurrió a la alumna de la UNAM, Ana Amelí García Gámez, tras una escalada en el Pico del Águila, hace casi tres meses.
¿Cómo es posible que las autoridades sean incapaces de encontrar a las personas? ¿cómo es posible? ¿y el súper Secretario de Seguridad, dónde está? ¿dónde está la policía de investigación?
Resulta evidente que sólo hay dos respuestas para el asunto: o las autoridades son cómplices o son incompetentes. Sea cual sea la respuesta, la ciudadanía tendría que exigir que, si no pueden realizar su trabajo con eficiencia, renuncien porque no están cumpliendo con su trabajo: policías municipales, estatales y federales, comisiones de búsqueda que buscan, pero no encuentran a nadie.
La primera obligación del Estado es proveer seguridad a las personas, y despues justicia. Si el gobierno no puede cumplir con estas obligaciones fundamentales, está incumpliendo su función más elemental. Porque no, querido lector, los operativos de seguridad y grandes escándalos de corrupción y detenciones del Gobierno de la Presidenta Sheinbaum, no están orientados a proteger a la ciudadanía de las mafias, ni a las mujeres de los criminales, sino en servir a los intereses del Gobierno de Estados Unidos, o conseguir más impuestos, pero la ciudadanía está completamente indefensa. ¿Llegamos todas? No, señora Presidenta, llegó usted solamente. Ni Kimberly, ni Isabella, ni Amelí han llegado ¡Encuéntrelas!





