Mario Campa

Milei se juega su resto

"Argentina navega una tormenta perfecta. La inflación no cede a un dígito después de dos años, y en cambio repunta en términos mensuales. La inversión extranjera directa no llega, y en cambio la manufactura cierra plantas".

Mario Campa

22/10/2025 - 12:05 am

En un ataque de sinceridad, Trump declaró que "Argentina está peleando para sobrevivir, no tiene dinero, no tiene nada". Con esa candidez atribuible a la unión del desprecio con el enfado por los cuestionamientos a la compra de carne argentina que afectaría el voto republicano del campo, la Casa Blanca apretó el cinturón atado al cuello de Milei. A una semana de elecciones, la clásica “no me ayudes, compadre” alimenta el desánimo libertario. Y es que como lo sufrieron los mexicanos por obra y omisión de Salinas y Zedillo, la economía argentina está “prendida de alfileres”.

Argentina navega una tormenta perfecta. La inflación no cede a un dígito después de dos años, y en cambio repunta en términos mensuales. La inversión extranjera directa no llega, y en cambio la manufactura cierra plantas. Indicadores como el tipo de cambio, el riesgo país, las tasas de interés de corto plazo se deterioran día con día. El PIB del segundo trimestre cayó 0.1 por ciento en clave trimestral y todo apunta a que podría sumar un segundo periodo aún más contractivo en el tercer trimestre. En suma, los fundamentales gritan auxilio.

Que Argentina sea un país sin soberanía monetaria es un agravante catastrófico. Aunque la deuda del sector privado es moderada, el sector público enfrenta una cascada de vencimientos. Súmese la caída de reservas internacionales acentuada por exportadores del campo que almacenan producción cuando consideran que la moneda nacional está sobrevaluada. A resumidas cuentas, cuando el ruido político crece, el peso argentino crea un bucle de desconfianza que incita caos. Por si fuera poco, el involucramiento de Washington envía señales equivocadas con imprudencias como las de Trump.

Para bailar al tango se necesitan dos. En una acción sin precedentes, el Tesoro estadounidense ató su capital político al peso argentino mediante la venta de dólares por hasta 20 mil millones y un préstamo equivalente de Wall Street. A cambio, Trump exigió cortar lazos con China y garantizar el salvataje con activos inescrutables. Una vez más, Washington socava la soberanía monetaria de un país en camisa de fuerza. Sin recato, la Casa Blanca condicionó la continuidad del programa de auxilio a una victoria electoral de La Libertad Avanza. Antes que rescatar a la nación, Trump arrojó un salvavidas a un Milei agotado para nadar.

Para Paul Krugman, “Mileinomics está ahora en serios problemas. Por eso, Bessent ofrece ayuda a gran escala, no para defender los intereses estadounidenses, sino para intentar rescatar la reputación de la ideología preferida de Trump y su culto a la lealtad”. El economista atribuye los problemas a los recortes presupuestarios de Milei, que además de causar un sufrimiento generalizado, fue incapaz de ganar apoyos fuera de su base electoral. “No es sorprendente que perdiera estrepitosamente las elecciones legislativas en Buenos Aires y haya sufrido varias derrotas en la legislatura nacional. El temor a un colapso político de su proyecto desencadenó la actual crisis del peso”, dice Krugman.

El capital foráneo desconfía del régimen cambiario. Por ejemplo, Morgan Stanley advirtió en una nota publicada el 9 de octubre: “Somos escépticos de que la banda [cambiaria] tal como está lleve a un equilibrio de cuenta corriente… otra opción es dejar flotar libremente el peso”. Suena fácil, pero coartar la libertad del peso argentino implicaría un probable rebrote inflacionario, mayor endeudamiento público en moneda nacional y, por supuesto, una erosión de confianza. Al no devaluar antes de la elección, Milei dobló la apuesta y alimentó la especulación.

Una cosa es segura: La Libertad Avanza sumará más asientos legislativos, incluso sin una votación sobresaliente. En Argentina, los mandatos de diputados duran cuatro años, mientras que los de senadores duran seis. Es decir, el cuerpo legislativo se renueva por mitades y tercios cada dos años. En las elecciones intermedias del domingo, Argentina elegirá 24 de 72 senadores y 127 de 257 diputados federales. Dado que La Libertad Avanza tenía pocos diputados y senadores hace cuatro y seis años, las conquistas de Milei, por pocas que sean, canibalizarían votos de su aliado en el poder (el PRO), el declinante partido de Mauricio Macri.

Con una votación favorable, el oficialismo podría reformar el régimen cambiario. Pero si Milei no logra un tercio en alguna de las cámaras, perdería la capacidad de levantar vetos y se convertiría en un pato rengo (lame duck): un mandatario en declive en el último tramo de mandato. En contra jugaría la toxicidad del Presidente, insensible al clamor popular e incapaz de negociar con opositores.

Si la economía estalla, Argentina perdería una oportunidad generacional. No por la debacle de un modelo económico extremista, sino porque el país cuenta con enormes recursos naturales en un ciclo favorable. La soya, el litio, el petróleo, el gas, el maíz, el trigo y la carne gozan de apetito mundial en un contexto de transición energética, inflación alimenticia y conflictos geopolíticos. Pero esa aparente bendición puede devenir maldición en manos codiciosas —cada día brota un nuevo escándalo de corrupción— y dependientes. Para Axel Kicillof, aspirante del peronismo a la candidatura presidencial del 2027: "Si recurrir al FMI es un fracaso, pedirle un rescate al Tesoro de los Estados Unidos es un fracaso al cuadrado".

Con todo, la imagen presidencial prematuramente desgastada delata las flaquezas de la terapia de choque y la motosierra. Hacia fuera, Milei está convertido en el hazmerreír, apodado un “Wolverine de bajo presupuesto” por CNN y comparado con Austin Powers en el popular Saturday Night Live. Hacia adentro, con actos como la compra de dólares, los argentinos apuestan a que el rescate del Tesoro está condenado al fracaso. En caso de que el resultado electoral sea inconvincente, sólo un milagro podría salvar la parodia de milagro económico de Milei. Este domingo, el cuate ultra de Ricardo Salinas Pliego se juega su resto.

Mario Campa

Mario Campa

Mario A. Campa Molina es economista político e industrial, graduado del MPA de la Universidad de Columbia (2013-2015). Colabora como columnista y panelista en diversos medios y es editor contribuyente en español de la revista de ideas Phenomenal World, del Jain Family Institute (NY). Tiene experiencia laboral en el sector financiero, energético, público y académico.

Lo dice el reportero