
El jueves Donald Trump declaró que “muy pronto” iniciarían ataques en tierra en Venezuela, el viernes el diario New York Times publicó una nota con fuentes del gobierno de Estados Unidos y venezolano afirmando que Trump y el Presidente Nicolás Maduro habían sostenido una conversación telefónica una semana antes; y ahora el sábado, Trump declaró "cerrado en su totalidad" el espacio aéreo de Venezuela, sin ningún sustento legal.
Con esta esquizofrénica política, en la que ofrece diálogo y a la vez amenaza, el gobierno de Estados Unidos está encaminado a quedarse con los ricos recursos petroleros y minerales en curso. Así lo indica el mayor despliegue de fuerza militar del ejército y la marina estadounidense desde 1962, durante la llamada “Crisis de los Misiles” que estuvo a punto de desatar un enfrentamiento militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
En todo momento la débil justificación del gobierno de Trump es que este despliegue militar es para detener el tráfico de drogas a su país que, supuestamente, lidera el Cártel de los Soles dirigido por el propio Presidente venezolano Nicolás Maduro. La designación de este cártel como “organización terrorista internacional” no ha hecho sino intensificar las amenazas estadounidenses contra la soberanía de Venezuela.
Desde que a principios de septiembre el Presidente Trump ordenó al Pentágono y a la Marina de su país atacar embarcaciones que presuntamente transportaban droga, las fuerzas armadas de este país han aumentado su presencia en el Caribe y de manera amenazante apenas a unos kilómetros de las costas venezolanas.
A comienzos de esta semana el titular del Departamento de Guerra, Pete Hegseth, anunció el despliegue de la llamada operación “Lanza del Sur”. En los pasados tres meses, Estados Unidos ha desplegado a 15 mil soldados en la región, varias embarcaciones y el portaaviones Gerald R. Ford que por sí solo tiene una “capacidad aérea superior a la de cualquier país latinoamericano", según un académico peruano. Además del despliegue de embarcaciones cerca de las costas de Venezuela, Estados Unidos cuenta con una base operativa en Bahamas, la base militar de Guantánamo en Cuba, una base naval y un aeropuerto en Puerto Rico, y bases de “seguridad cooperativa” en El Salvador, Aruba y Curazao, según un recuento del portal Deutsche Welle.
Trump y su gobierno han declarado que ese despliegue militar es para detener el tráfico de drogas, específicamente fentanilo, a través del mar hacia sus costas. Desde que empezó este despliegue a principios de septiembre de este año, Estados Unidos ha atacado 21 embarcaciones y ha asesinado a 83 personas, sin juicio de por medio por lo que incluso la ONU las calificó de “ejecuciones extrajudiciales”.
Claramente el despliegue militar es totalmente desproporcionado para cumplir con el objetivo de detener unas pequeñas lanchas que transportan (de ser cierto) paquetes con droga, especialmente cocaína. Es absurdo. No se manda el portaviones Gerald R. Ford, el más poderoso de todo el mundo, a perseguir lanchas en el Caribe.
El propósito real es deponer el gobierno de Nicolás Maduro y quedarse con los ricos recursos petroleros y mineros de Venezuela. “Aunque Trump hace hincapié en el papel de Venezuela en el tráfico de drogas o en la migración ilegal cuando trata el tema en público, en privado ha hablado de las enormes reservas de petróleo del país y de que las empresas estadounidenses puedan acceder a ellas”, publicó el New York Times el pasado 18 de noviembre de 2025 en un reportaje que revelaba que Donald Trump había autorizado planes de la CIA para una operación encubierta en Venezuela.
De hecho, los asesores de la Presidencia le han presentado distintas opciones a Trump para deshacerse de Maduro y quedarse con las ricas reservas petroleras, gaseras y minerales del país sudamericano. Consultados “off the record” por el Times, funcionarios estadounidenses indicaron que Trump ha barajado estas opciones: 1) podría aceptar un acuerdo diplomático para que las empresas estadounidenses tengan mayor acceso a los recursos petrolíferos de Venezuela; 2) podría impulsar una resolución que permita a Maduro abandonar el poder voluntariamente; 3) podría exigir que Estados Unidos destituya por la fuerza al Presidente venezolano. Pero todo indica que la Casa Blanca se ha decantado por una cuarta opción que consiste en una estrategia de aumentar la presión sobre Maduro. Pero la determinación es sacarlo del poder.
Aunque el despliegue militar estadounidense ha aumentado como no ocurría desde hace 60 años en la región, fiel a su estrategia de amenazar y dialogar, Donald Trump ha mantenido canales informales con el gobierno venezolano. Y según el mismo reportaje del Times, “En esas conversaciones informales, Maduro ha señalado su disposición a ofrecer acceso a la riqueza petrolera de su país a las empresas energéticas estadounidenses”, a cambio de mantenerse en el poder. Pero Trump lo rechazó.
Lo que está claro hasta ahora es que Estados Unidos quiere los recursos venezolanos. Con más de 303 mil millones de barriles de petróleo probados, Venezuela es el país con las mayores reservas del mundo, y Estados Unidos bajo el gobierno de Trump está empeñado a quedarse con ellas, contra todo derecho internacional. Así lo ha declarado Delcy Rodríguez, Ministra de Hidrocarburos de Venezuela, quien dijo el lunes pasado que Estados Unidos ha puesto en la mira a Venezuela debido a sus vastas reservas de crudo. "Quieren las reservas de petróleo y gas de Venezuela. A cambio de nada, sin pagar", dijo.
La acción más reciente en la estrategia de esta intensificación de las amenazas contra el gobierno venezolano, es que este sábado 29 de noviembre, Donald Trump declaró "cerrado en su totalidad" el espacio aéreo de Venezuela, sin presentar ningún alegato legal. "A todas las aerolíneas, pilotos, narcotraficantes y traficantes de personas, por favor consideren que el espacio aéreo sobre y alrededor de Venezuela está cerrado en su totalidad", publicó Trump en sus redes sociales.
En respuesta a esta medida, el gobierno de Venezuela declaró que era una medida “colonialista”. En un comunicado de la Cancillería se señaló. "Venezuela denuncia y condena la amenaza colonialista que pretende afectar la soberanía de su espacio aéreo, [...] una nueva agresión extravagante, ilegal e injustificada contra el pueblo de Venezuela", señala el texto.
Con independencia de la postura que se tenga hacia el régimen de Maduro, lo que no debería permitirse es que un país se atribuya el derecho de invadir a un país soberano y apropiarse de sus recursos basado en su poderío militar. No sólo es imperialismo, suena a una política basada en la piratería.
Puesto en un contexto más amplio en el sistema interestatal del capitalismo contemporáneo, estamos asistiendo al declive de Estados Unidos como potencia hegemónica en el orden mundial, pero en lugar de admitir que ahora existe un mundo multipolar, el gobierno de Trump desempolva la vieja política imperialista del gran Garrote y se comporta como el matón del barrio. Así como no deben aceptarse acosadores en los espacios más cercanos, tampoco se debería aceptar el comportamiento matón e imperialista de Estados Unidos.





