El tema no es el frenesí de la Senadora prianista Lilly Téllez, por más que su imploración de “ayuda” a Estados Unidos evoca a los conservadores que trajeron de Europa al emperador Maximiliano, sino la conducta de Ricardo Salinas Pliego ante la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que, él lo sabe, le hará pagar, en una de sus primeras sentencias, los 74 mil millones de pesos que debe hace casi dos décadas.
El fondo del asunto no es si Lilly Téllez si tiene problemas mentales o si es una Margarita Zavala que sabe hablar, sino el poder fáctico de Salinas Pliego y la nueva fase de su ofensiva contra el Estado y la campaña que profundizará contra la nueva SCJN para intimidar a los ministros con todo tipo de infamias —el sello de la casa— y que no le cobren la gigantesca deuda que arrastra desde Felipe Calderón, una riqueza que no es suya.
El tema de fondo, entonces, va más allá de Lilly Téllez, apenas una figura secundaria en el juego de los grandes intereses de México, como lo son otros periodistas acostumbrados a las mentiras y los montajes. En esta ofensiva jurídica, política y mediática de Salinas Pliego está involucrada toda la derecha: Si la senadora actúa como lo hace es porque el PAN, Jorge Romero y Ricardo Anaya en particular, están de acuerdo, pero también Alejandro Moreno, el amo del PRI y amigote de Norma Piña y los ministros conservadores que se han ido por la puerta trasera.
No sólo esos personajes partidarios están con Salinas Pliego para que no pague los 74 mil millones de pesos, sino Claudio X. González Guajardo, cara también de los intereses oligárquicos, y los ideólogos del bloque conservador, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, quienes jamás han osado criticar la elusión y evasión de impuestos de este magnate que también los han domesticado con prebendas en el “Centro Ricardo Salinas Pliego”, la Universidad de la Libertad y la revista Líber, ya ni siquiera en los canales de Televisión Azteca.
Uno de los primeros temas que atenderá la nueva SCJN, si no es que el primero, es el que involucra al magnate Salinas Pliego, cuyo conglomerado empresarial tiene un adeudo de más de 74 mil millones de pesos por diferentes ejercicios fiscales, el más antiguo de los cuales es de 2008, cuando gobernaba Calderón. Se trata de varios litigios que ahora deberán ser resueltos, en definitiva, por las ministras y ministros electos por voto popular, en un plazo que no debe ser mayor a seis meses.
Por su relevancia, este fallo será una señal emblemática de la nueva SCJN sobre asuntos fiscales y marcará un precedente sobre la conducta que deberán asumir todos los contribuyentes ante las disposiciones fiscales dictadas por los poderes constitucionales, que solían —como es el caso— doblegarse ante el poder económico.
La nueva Suprema Corte implica, también, nuevas interpretaciones de las leyes y la propia Constitución, que salvaguarden, sí, las garantías establecidas en la misma, pero que no solapen a quienes siempre se sintieron por encima de la Carta Magna y sus autoridades.
Salinas Pliego alega que se le quiere cobrar sus adeudos por razones políticas, pero él fue quien ha hecho de sus obligaciones tributarias un caso político: Políticamente promovió juicios para eludir el pago y apostó políticamente a no pagar haciéndose amigo de los presidentes de la República.
Salinas Pliego hizo su amigo a Andrés Manuel López Obrador para precisamente no pagar lo que debía desde antes de que éste llegara a la Presidencia de la República, en 2018. Por esa amistad logró una rebaja de ocho mil millones de pesos. Cuando no le gustó que le perdonara toda su deuda, entonces la falsa amistad terminó.
Por eso la histriónica conducta de Lilly Téllez, cuyo ingreso a la política se debe precisamente a López Obrador, es sólo humo para ocultar los privilegios de los que gozaba su jefe, Salinas Pliego, pero que él mismo sabe que ya se acabaron.
Lo que viene desde todos los espacios de influencia de Salinas Pliego, incluida la red Atlas Network, es una grotesca campaña contra la presidenta Claudia Sheinbaum, el Congreso y obviamente los ministros encabezados por Hugo Aguilar Ortiz, con más denuncias estridentes en Estados Unidos, como lo ha hecho Téllez en la cadena Fox, la más entregada a Donald Trump.
Y sí, aunque Salinas Pliego ha sido patrocinador de la toma de posesión de Trump, en enero, y en la cena que organizó la American Society of Mexico para dar la bienvenida al embajador Ronald Johnson, en Estados Unidos tiene cuentas pendientes, porque debe más de 500 millones de dólares que también se niega a pagar.
Salinas Pliego lo sabe: No habrá para él final feliz. Ya no.





