Las tragedias sólo alegran a los miserables, a los mercaderes del dolor humano, a los zánganos repletos de odio. Como con la pandemia, el huracán Otis y el rancho de Tehuchitlán, las devastadoras inundaciones en cinco estados tienen extasiados a los chacales, desde Ricardo Salinas Pliego y Alejandro Moreno Cárdenas hasta Claudio X. González y Joaquín López Dóriga.
Las pérdidas humanas y la destrucción del patrimonio de miles de mexicanos exigen una investigación seria sobre si hubo negligencia y si fallaron las previsiones para alertar a la población ante las potentes lluvias que habría —tanto que desde del viernes se instaló el Comité Nacional de Emergencia con la Presidenta Claudia Sheinbaum y los gobernadores—, pero esto no les importa a los coprófagos políticos y mediáticos que viven y se alimentan de porquería.
Quizá en las siguientes elecciones el PRI, el PAN y el partido Movimiento Ciudadano recauden más votos de la población afectada de Veracruz, Puebla, Hidalgo, Querétaro y San Luis Potosí y de quienes en otras partes del país quieren castigar a los gobiernos de Morena y sus aliados por las inundaciones —el pueblo pone y el pueblo quita—, pero quienes desde ahora atizan este castigo son los que más desprecian a los mexicanos, sobre todo a los pobres, cuyo mejor ejemplo es Salinas Pliego.
“¿Estará disfrutando los resultados del Gobierno izquierdista del partido Morena?”, se burló el magnate de un hombre que oraba sobre el toldo de un vehículo en medio de la inundación, referida a una publicación mentirosa que hizo la excandidata presidencial Xóchitl Gálvez.
La expresión de Salinas Pliego lo retrata como un ignorante y sobre todo un canalla: Atribuirle a un partido político el fenómeno natural de lluvias torrenciales es una estupidez, tanto como asegurar que esa persona que ora votó por Morena y que, si así lo hizo, merece ser damnificada, como si los que votaron por otros partidos o se abstuvieron no hubieran sido también víctimas de la devastación natural.
La vileza de Salinas Pliego no es nada nuevo y, de hecho, le viene de familia: Es un clan inescrupuloso y parásito que se arrodilla al poder político cuando le conviene y con Andrés Manuel López Obrador se arrodilló hasta que ya no le convino. La estulticia del personaje y sus acólitos de TV Azteca crece en la medida en que se acerca la hora de pagar la multimillonaria deuda de impuestos que arrastra desde hace más de 15 años y que lo tiene en quiebra.
Y como Salinas Pliego, hay otros miserables que publican la fotografía de un hombre con la playera de Morena en medio de una anegación, con frases burlonas sobre disfrutar por lo que supuestamente votó. Uno de ellos es Claudio X. González, otro oligarca parásito que lucra con el dolor humano, como su clan lo ha hecho con las concesiones del Estado por décadas.
Ninguno de estos dos juniors cuestionó jamás la pachorra de los priistas Ernesto Zedillo y Miguel Alemán Velasco, Gobernador de Veracruz, cuando Poza Rica y otros municipios se inundaron por las lluvias que iniciaron el 3 de octubre de 1999 y que desbordaron los ríos Cazones y Tecolutla.
Sólo hasta cinco días después Zedillo fue a la zona de desastre de Veracruz, donde el agua cubrió la ciudad de Poza Rica, y cuya devastación alcanzó también a 175 municipios de Puebla, Hidalgo y Tabasco, con saldo de más de 380 muertos y 271 mil 635 damnificados.
Si alguien hubiera dicho que esa tragedia fue culpa del PRI, Claudio X. González —quien era asesor personal de Zedillo— y Salinas Pliego —quien mantenía en TV Azteca una campaña contra Cuauhtémoc Cárdenas tras la ejecución de Francisco Stanley— habrían dicho que era una estupidez. Hoy atribuyen a Morena y al gobierno de Claudia Sheinbaum el poder de controlar la lluvia.
Otro personaje de la misma calaña es Joaquín López Dóriga, cuyos mejores años fueron como soldado del PRI y de sus presidentes desde Televisa y El Heraldo de México, también órganos de propaganda de la extrema derecha. Crítico siempre a toro pasado, adulador de los poderosos y emblema del periodismo corrupto, ahora hasta insulta haciéndose el valiente.
“A lo que nunca se atrevió el cobarde de López Obrador”, escribió López Dóriga en su cuenta de X, el domingo 12, en una publicación sobre un encuentro de la Presidenta de México con damnificados en Puebla.
¿López Dóriga le llamó cobarde a Zedillo por no ir a Poza Rica en 1999, antes a Carlos Salinas o a Enrique Peña Nieto? ¿Le dijo alguna vez cobarde al pusilánime de Vicente Fox y a Felipe Calderón? Cobardía es no decirlo de frente y en su momento.
Estos son los canallas que lucran con el dolor humano y que, por fortuna, dan asco a los mexicanos.





