Sandra Lorenzano

Siempre una promesa

"Mi amor por las islas nació en la infancia, cuando mis padres me subían a un bote con un salvavidas de corcho y, al ritmo de los dos pares de remos, nos sumergíamos en aquel paisaje dorado del Tigre, el Delta del Río Paraná".

Sandra Lorenzano

26/10/2025 - 12:02 am

De Puerto Rico a Lanzarote, de Cuba a Sicilia, de las Lofoten a Ushuaia, desde hace algunos años la vida me lleva a recorrer islas. Como el otoño en el hermoso título de José Carlos Becerra: El otoño recorre las islas. En algunas de ellas he pasado solamente un par de días, en otras he ensayado durante meses una cotidianeidad rodeada de agua. “La maldita circunstancia del agua por todas partes”, escribió el poeta cubano Virgilio Piñera en su poema “La isla en peso”, en 1943. Un verso que ha retomado más de una vez otro cubano, Leonardo Padura, para hablar de la vida en la mayor de las Antillas. Y con parte de ese verso tituló su libro de 2019, Agua por todas partes, un homenaje a la novela como género y a ese país que, como él mismo dice, “es más grande que su geografía”.

María Zambrano, que pasó parte de su exilio en México, dejó esta tierra nuestra cuando se enamoró de la luz del Caribe, de su ritmo y de sus poetas. En el mismo año que Piñera escribiera esos versos desolados que dicen Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer / hubiera podido dormir a pierna suelta, ella creó un libro breve y luminoso, Isla de Puerto Rico.

 Una isla es para la imaginación siempre una promesa…, escribió allí …aparecen como aquello que responde al ensueño que ha mantenido en pie un esfuerzo duro y prolongado; como la compensación esperada más allá de la justicia, donde la gracia juega su papel... graciosa donación… residuo de algo, el rastro de un mundo mejor, de una perdida inocencia; la sede de algo incorruptible que queda ahí para que algunos afortunados lo descubran…

Y aunque decidió abandonar por cuestiones personales sus amadas auroras caribeñas, y pasar la segunda parte de su exilio en Europa, estoy segura de que habría suscrito aquella letra de Pablo Milanés: Amo esta isla, / soy del caribe / Jamás podría pisar tierra firme, / Porque me inhibe.

Las islas vistas como espacios libres para la creación de mundos nuevos, de sueños y pertenencia, como lo sugiere Zambrano, son un tema presente en la literatura por lo menos desde Homero; allí perdura Ítaca como territorio fundacional. 

Siglos más tarde, las crónicas de la conquista de América mostrarán nuevamente esta fascinación. Guanahaní es la primera isla a la que llega la expedición de Colón, a la que llama San Salvador. El 13 de octubre de 1492, escribió:

Esta isla es bien grande y muy llana y de árboles muy verdes y muchas aguas y una laguna en medio muy grande, sin ninguna montaña, y toda ella verde, qu'es plazer de mirarla.

Increíblemente después de más de 500 años, los historiadores todavía no logran ubicarla con certeza. 

Poco después de la llegada de los españoles a estas tierras, Tomás Moro publicó su Utopía (1516), que sitúa el mundo ideal en una isla ubicada en la costa de Sudamérica.

También nuestros pueblos originarios tienen una mitología isleña, en especial en la zona antillana, y en el extremo sur del continente, poblado por Yámanas, Selk’nam y Kawéskar.

Claro que, al mismo tiempo, hay islas que han significado oscuridad, encierro, temor, tentación —como la Isla del Sol con sus sirenas, la de los Lotófagos suspendida entre la felicidad y el olvido, o la de los Lestrigones con sus habitantes antropófagos, para seguir con la Odisea. Y eso por no hablar de Alcatraz; o de Poveglia, en Venecia; o de La isla del Dr. Moreau, de H.G. Wells, en literatura. Estas son otras historias.

Mi amor por las islas nació en la infancia, cuando mis padres me subían a un bote con un salvavidas de corcho y, al ritmo de los dos pares de remos, nos sumergíamos en aquel paisaje dorado del Tigre, el Delta del Río Paraná. Sé que les he contado alguna vez que lo más maravilloso para mí era ver entonces los reflejos de la luz sobre el agua.

Lo cierto es que entre las “Islas Desventuradas” (situadas a 850 kilómetros de la costa de Chile) y las llamadas “Islas afortunadas” (el Archipiélago Canario y otras islas de la Macaronesia), entre la belleza de los atardeceres en el mar y una cierta tendencia al a-isla-miento que me da cada tanto, creo que mis palabras están siempre en busca de aquellos reflejos que puedan hacerme sentir que vuelvo casa. 

Sandra Lorenzano

Sandra Lorenzano

Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, sus libros más recientes son "Herida fecunda" (Premio Málaga de Ensayo, 2023), "Abismos, quise decir" (Premio Clemencia Isaura de Poesía, 2023), y la novela "El día que no fue" (Alfaguara). Académica de la UNAM, se desempeña como Directora del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-Cuba. Es además, desde 2022, presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación). sandralorenzano.net

Lo dice el reportero