Author image

Óscar de la Borbolla

02/10/2017 - 12:00 am

Lo que tiró el temblor

Pero hay algo muy importante que también se cayó: algo que damos por tan bien sentado que ni nos damos cuenta de que nos acompaña siempre, me refiero a esa sensación difusa de que mañana seguiremos aquí, de que nuestra vida la tenemos y que la seguiremos teniendo por una temporada larga o indefinida.

“El terremoto nos sacudió tanto que se cuarteó la tranquilidad que da el no toparnos más que de lejos o individual o esporádicamente con la muerte”. Foto: Óscar de la Borbolla

Este no es un recuento de las vidas perdidas, tampoco una memoria de alacenas y de edificios rotos. Estamos a dos semanas de la tragedia y todos sabemos que el sismo no habría causado tanto daño si no se hubiese encontrado con su más eficaces cómplices: los políticos venales y las constructoras corruptas: lo que tiró el temblor se iba a caer tarde o temprano porque no estaba hecho para durar, sino para cubrir las apariencias. Lo que tiró el temblor fueron las apariencias.

Pero el temblor también tiró la indiferencia de los jóvenes: se cayeron el autismo de quienes vivían encapsulados en los mundos virtuales de las redes sociales y la banalidad del Facebook con sus mensajes sosos y sus selfies estúpidas. Por unos días las carreteras de la información permitieron un tráfico de mensajes útiles que unieron a quienes querían y podían ayudar con quienes necesitaban ayuda.

Y se cayó también o se terminó de hundir la imagen de muchos políticos que en el caos evidenciaron su ineptitud o su oportunismo.

Pero hay algo muy importante que también se cayó: algo que damos por tan bien sentado que ni nos damos cuenta de que nos acompaña siempre, me refiero a esa sensación difusa de que mañana seguiremos aquí, de que nuestra vida la tenemos y que la seguiremos teniendo por una temporada larga o indefinida.

El terremoto nos sacudió tanto que se cuarteó la tranquilidad que da el no toparnos más que de lejos o individual o esporádicamente con la muerte. Ahí estaba y podía tocarnos a todos, a cualquiera de nosotros: el temblor provocó la conciencia colectiva de la muerte y, por ello, lo primero fue correr y en seguida buscar a los nuestros. Hoy todavía no volvemos a nuestra abandonada seguridad, hoy todavía no viene la rutina a instalarnos en en esa vida que discurre como si no fuera a acabarse.

Este derrumbe caló y sigue calando. No sé cuánto ni hasta cuándo. Pero así como ocurre con el individuo que pierde a alguien y reordena las jerarquías en su vida y se replantea todo, así, tras una experiencia colectiva de proximidad con la muerte, la sociedad ha cambiado, insisto, no sé cuánto ni hasta cuándo; pero no somos los mismos.

Esos puños levantados en señal de silencio podrían ser los que vinieran a rescatar a este país, cuyo estado de desastre se ha estado agravando desde hace décadas. ¿Será, me pregunto, que lo que también tiró el temblor fue la inercia que, en muchísimos órdenes, ha venido conduciendo a México a la ruina?

Twitter
@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video