Vivir la felicidad de su literatura: 30 años sin Ítalo Calvino

03/12/2015 - 12:00 am
30 años sin un escritor fundamental, 68 años con sus libres imprescindibles, destaca Dulce María Zúñiga
30 años sin un escritor fundamental, 68 años con sus libres imprescindibles, destaca Dulce María Zúñiga. Foto: Especial.

Gonzalo Celorio, Enrique Vila-Matas, Sergio Rodríguez Blanco y Dulce Zúñiga evocan la figura del gran “Barón rampante”, al cumplirse 30 años de su fallecimiento, el mismo día, 19 de septiembre de 1985, en que México se veía azotado por el terremoto más trágico de su historia.

Guadalajara, Jalisco, 3 de diciembre (SinEmbargo).- El 19 de septiembre de 1985, con apenas 62 años, moría en Siena el gran escritor italiano Ítalo Calvino. Fue el día también que México se veía azotado por el terremoto más trágico de su historia, que dejó la capital en ruinas y un gran número de cadáveres en sus calles y edificios.

La circunstancia, además de condicionar la industria de las efemérides, fue citada como una coincidencia extraordinaria por el escritor mexicano Gonzalo Celorio, y la experta en literatura Dulce María Zúñiga,  dos de los participantes en el discreto homenaje que la Feria Internacional del Libro llevó a cabo en uno de sus salones secundarios, mientras el encuentro librero más importante del continente bullía por el la evocación de Julio Scherer (1926-2015) que hizo la famosa periodista Carmen Aristegui.

Recordar la partida de Calvino es también recordar una ciudad destruida, que se hizo visible merced a la invisibilidad de muchos de sus habitantes, despedazados entre escombros y fierros por una fuerza natural implacable.

Y esos dos hechos, unidos por el azar: la muerte de Calvino y un terremoto devastador, pueden constituir una metáfora portentosa por medio de la cual entender un poco mejor el mundo y, por ende, la literatura.

Italo Calvino nació en 1923 en Santiago de las Vegas (Cuba). A los dos años la familia regresó a Italia para instalarse en San Remo (Liguria). Publicó su primera novela animado por el poeta Cesare Pavese (1908-1950), quien lo introdujo en la prestigiosa editorial Einaudi.

Allí desempeñaría una importante labor como editor. De 1967 a 1980 vivió en París. Murió en 1985 en Siena, cerca de su casa de vacaciones, mientras escribía Seis propuestas para el próximo milenio.

Fue uno de los más destacados escritores del siglo XX y probablemente –con la excepción de nuestro contemporáneo Claudio Magris- el último europeo, al tener el continente como motivo de ensayos literarios donde la construcción de la utopía resultaba argamasa para unir pensamientos de todas las áreas, desde la ciencia a la filosofía, del arte a la política.

“Calvino nos recuerda que la construcción del orden es necesaria para la creación literaria. Debió haber sido discípulo de Borges”, dijo Enrique Vila-Matas, flamante Premio FIL en Lenguas Romances y un verdadero cultor de las letras calvinianas, “pues pocos como él tienen la capacidad de expresar tantas realidades”.

El caballero inexistente fue el primer libro de Ítalo Calvino que leyó el autor de Bartleby y Doctor Pasavento, lo que le bastó para considerarlo “un prosista inmaculado con temperamento de poeta”.

Gonzalo Celorio es también un gran estudioso del autor de la célebre Las ciudades invisibles y no se cansa nunca de leerlo, tal como lo remarcó en el homenaje que tuvo lugar en la sala José Luis Martínez de la FIL.

“Calvino decía que no era un escritor de textos largos. Aseguraba que no tenía facilidad para la escritura y que era en realidad un poeta que no se había dado como tal. Creía que el trabajo de un escritor es forzar la lengua y hacerla decir aquello que nunca ha dicho”, dijo el escritor, quien al fin de su alocución exhortó a “vivir la felicidad de la literatura de Calvino”.

ÍTALO CALVINO HOY, GRAN DESAFÍO

Calvino, cuya infancia transcurrió en San Remo, que luchó como partisano contra el fascismo, que se afilió al Partido Comunista Italiano, contó su experiencia en la resistencia en la novela Los senderos de los nidos de araña.

Es la historia de Pin, un chiquillo listo y precoz que en la Italia de la guerra y la resistencia corretea por las calles en busca de clientes para su hermana prostituta. Hasta que un día se le complican las cosas de manera irreparable: le roba la pistola a un marinero alemán y, desconfiando de los adultos, la oculta en un lugar misterioso, que él llama los “nidos de araña”.

Pin no logra escapar de los alemanes, que lo interrogan infructuosamente y lo envían a la cárcel. De allí conseguirá escapar junto con un resistente comunista conocido como el Lobo Rojo y no le quedará más remedio que lanzarse al monte, fascinado por otro extraordinario personaje, Primo, un solitario partisano. El arma, mientras tanto, sigue oculta.

La editorial Siruela tiene la mayoría de la obra del genial autor italiano. Foto: Especial
La editorial Siruela tiene la mayoría de la obra del genial autor italiano. Foto: Especial

El hombre que se licenció en literatura en la Universidad de Turín con una tesis sobre Joseph Conrad, tuvo como preocupación en su carrera explorar y analizar la función del escritor comprometido; la degradación moral de sociedades modernas caracterizadas por la soledad y el miedo fue su materia prima para obras que se consideran clásicas.

“Una persona se fija voluntariamente una difícil regla y la sigue hasta sus últimas consecuencias, ya que sin ella no sería él mismo ni para sí ni para los otros”, supo decir para describir lo que consideraba su verdadero tema narrativo.

En El barón rampante cuenta la historia de Cosimo Piovasco, barón de Rondò, quien en un gesto de rebelión contra la rígida disciplina familiar, se encaramó a una encina del jardín de la casa paterna. Ese mismo día, el 15 de junio de 1767, conoció a la hija de los marqueses de Ondarivia y le anunció su propósito de no bajar nunca de los árboles. Desde entonces y hasta el final de su vida, Cosimo permanece fiel a un principio que él mismo se ha impuesto.

Su literatura recorrió con lucidez y preciosismo tanto el territorio del realismo como el fantástico y como remarcó la experta Dulce María Zúñiga, “Italia se sobrecogió con la noticia de la muerte de Calvino, quien era considerado el más alto escritor, el más internacional de sus autores del siglo XX, leído en todos los países del mundo donde se lee literatura”.

“Hay que conmemorar las tres décadas de su muerte, pero sobre todo, hay que celebrar los años de su ejercicio literario, que no ha cesado, ya que desde 1988 con las magníficas Lecciones americanas, no han dejado de aparecer obras póstumas, la más reciente en 2014, Un ottimista in America”, remarcó la Maestra en Literaturas Comparadas y titular de la Cátedra Julio Cortázar, de la Universidad de Guadalajara (UDG).

CALVINO ES UN AUTOR CALEIDOSCÓPICO

“Calvino es un autor caleidoscópico, que cada vez que te asomas a leerlo cambia de forma, asumiendo un sinnúmero de figuras”, afirma la intelectual, para la que el arte del gran escritor italiano consiste en “regalar al lector fragmentos de la realidad en forma de fragmentos de libros”.

“Calvino, aunque se calificaba a sí mismo de distraído, nació con propensión a mirar y analizar todo lo que lo rodeaba. Cada una de sus obras es un ejercicio de la mirada, una meditación sobre lo que ve. Él mira y describe, con el respeto del científico por los datos y quiere que el lector vea no sólo lo que él ve y reporta sino también todo lo invisible, lo potencial, que sólo podemos percibir con la imaginación”, afirma Zúñiga.

“Su obra maestra en este sentido es Palomar, de 1983. El señor Palomar, alter ego de Calvino, mira y mira y mira. Se detiene a observar y penetrar en el sentido profundo de las cosas. Nada, animado o inanimado, le es indiferente: hay descripciones tan fantásticas e inolvidables de por ejemplo, una ola del mar o de una charcuterie parisina, que no tengo el valor de referir aquí, es imperativo leerlas con las palabras de Calvino o en la soberbia versión española de Aurora Bernárdez”, agrega.

“Sus lecciones son múltiples, cada quien atesora su propio Calvino, yo quisiera terminar este elogio con una recomendación de Marco Polo al gran Kan Kublai de las Ciudades invisibles. En este mundo sin Palomar, convulsionado y atestado de narrativa vacía e insignificante, hay que saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio”.

UNA EDITORIAL PARA ÍTALO CALVINO

La obra de Ítalo Calvino está prolija y bellamente editada por Siruela, cuya titular, Ofelia Grande afirma en entrevista con SinEmbargo que se trata de un autor más vigente que nunca.

“Y no es que lo diga yo, sino que lo dicen los lectores. Sus libros se venden más que nunca y son siempre reseñados en los medios, algo que obedece a su condición de clásico, una verdadera delicia para los amantes de la literatura”, afirma.

“Hay un Calvino para cada lector; está el de la literatura fantástica que fascina a los jóvenes; está el Calvino del ensayo, el más pegado a la actualidad política y cultural, que sirve de inspiración a otros escritores y ensayistas”, agrega.

Aquellas ciudades invisibles del ayer pueden ser las ciudades invisibles del hoy y acaso Europa misma puede ser toda una ciudad invisible, le decimos a Ofelia Grande, en una parábola con la que coincide.

“Es un escritor actual, en ese sentido. Lo que pasa en Europa con la crisis de los refugiados, donde las personas no saben bien a qué territorio que pertenecen, se trata de una forma de configurar la sociedad que está muy presente en la obra de Ítalo Calvino”, afirma la editora.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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