No maldiga, bendiga

09/03/2013 - 12:01 am

“No maldiga, bendiga”, enunciaba la calcomanía pegada en la defensa de un automóvil. La rutina provoca que los ojos caminen lejos de los pies y lluevan “doctrinas” sobre el monitor con el fin de llegar a una montaña de optimismo en equilibrio.

Bendiga seguir enclaustrado en el mar del desvelo diario y sentir la condena de la somnolencia matutina cuando el cuerpo demanda la velocidad con la que corre la luz y cumplir con los rituales del diario.

No maldiga, bendiga que todos los días sean 10 de mayo al canto de los transeúntes y automovilistas que riñen en el escenario de la calle, testigo de historias sin final, que se sombrean en el inconsciente como acuarelas instantáneas: un ósculo entre sirenas y gritos, las manos estiradas o los cantos improvisados en el transporte público que cubren la manutención o los vicios secretos.

Bendiga, no maldiga llegar tarde al trabajo o la escuela y ser señalado como pecador del tiempo, sino como un destacado atleta que rebasa el transcurso de los minutos, total, en nuestro país apenas existe esa concepción, si bien señala Marco A. Almazán en El rediezcubrimiento de México, que la impuntualidad mexicana, débase al clima o a las herencias raciales, florece en todos los aspectos de la vida.

No maldiga, bendiga que la falta de espacio lo persiga a todas partes, sea una sardina urbana entre semáforos y asientos de camión, sea un lápiz de color en la caja de lápices que sonríe ante el montón, pese al ajetreo y la urgencia de postrarse como estatua laboral un par de horas.

Bendiga que Dios parece llorar sin detenerse, justo el día en que tenía planeado disfrutar del estrujón de la playa y empapar su ciudad corporal o escribir en la arena un breve poema, algún nombre tatuado para la posteridad finita, mientras degusta la pupila con las formas del cuerpo, que a veces parecen ser una broma o una obra de arte dispuesta para la humanidad. No maldiga los caprichos de un ser superior o la naturaleza, que le puede ir peor.

No maldiga que aún no sea quincena o haya descuentos en la nómina, bendiga. Probablemente sea para un suspiro de capital para los nidos llamados casa o cubrir el seguro social con sus artísticas tardanzas, que solo diagnostican palíndromas en forma de enfermedades. Al derecho y al revés es lo mismo.

Bendiga que el organismo hace de las suyas y le juega una broma con malestares que le impiden deambular en el camino que usted ha decidido trazarse. No maldiga las inclemencias del cuerpo, puede terminar siendo un pulgón ruso de trigo que espante hasta la más genuina alma capaz de aceptar esperpentos por humanos.

No maldiga que hacer el amor tenga fecha de caducidad o haya escasez de orgasmos por la expiración de las almas y que a veces la luz atraiga el espanto. No maldiga que la falta de práctica o egoísmo, ausente la excitación si quiera. Bendiga que el alcohol vuelve a todos Eros y Venus en un santiamén. Bendiga que la desnudez es un protocolo efímero, los deseos son mayores al deseo de contemplar un ente corporal.

Bendiga que el pesimismo es un fantasma de la conciencia que nos puede llevar a una trampa de dos caras: la de la irrealidad o realidad construyéndose. Maldiga que ninguna tiene escapatoria ni remedio, sea cual sea, la decisión tomará una forma que desplazará lo abstracto.

No maldiga, bendiga que puede leer esta absurda perorata inspirada por una calcomanía de esencia cristiana.

@taciturnafeliz

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