Celebrando 155 años de evolucionismo en el Día de Darwin: ¿puede sostenerse el creacionismo en el siglo XXI?

12/02/2014 - 12:00 am
Desde hace varios años, la comuniudad científica conmemora el natalicio de Charles Darwin para honrar su legado. Foto: EFE
Desde hace varios años, la comuniudad científica conmemora el natalicio de Charles Darwin para honrar su legado. Foto: EFE

Ciudad de México, 12 de febrero (SinEmbargo).– Desde hace varios años, la comunidad científica celebra cada 12 de febrero el llamado Día de Darwin, para conmemorar el natalicio de Charles Darwin en 1809 y, de igual manera, resaltar su contribución a la ciencia y promover su práctica de la ciencia.

La noticia más reciente al respecto, fue que la Resolución HR467 se reintrodujo en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. De esta manera, si es aprobada, se designará oficialmente el 12 de febrero 2014 como “Día de Darwin”, reconociendo así “la importancia de la ciencia en el mejoramiento de la humanidad”, publicó el sitio especializado io9.

No obstante, el optimismo de los científicos se ve empañado por un ambiente de resistencia hacia la teoría evolutiva. Es así que hace días se celebró en la unión americana un debate que desató la polémico en las redes sociales, en el que se enfrentaron el conocido científico y presentador Bill Nye y Ken Ham, famoso defensor de las teorías del Génesis. Dando pie así a una discusión entre evolucionismo y creacionismo que duró casi tres horas.

Una polémica de esta naturaleza pareciera carecer de sentido, sobre todo porque han pasado ya 155 años desde la publicación del libro El Origen de las Especies, y desde entonces la ciencia se ha apoyado fuertemente en el evolucionismo. Sin embargo, muchos lugares en el mundo aún se muestran renuentes a la teoría de la evolución.

En 1859, el debate estaba abierto y hasta cierto punto resultaba creíble, dado el impacto que el libro de Darwin causó entre la sociedad decimonónica. Sin embargo, con los años la evidencia científica pudo respaldar con pruebas las teorías del naturalista inglés. De esta manera, el llamado evolucionismo es aceptado de forma unánime en la comunidad científica, aunque exista una parte de la sociedad que se mantenga escéptica ante estos argumentos.

El evolucionismo es aceptado de forma unánime en la comunidad científica, aunque hay sectores en la sociedad que se oponen a él. Foto: EFE
El evolucionismo es aceptado de forma unánime en la comunidad científica, aunque hay sectores en la sociedad que se oponen a él. Foto: EFE

Sin embargo, lejos de mantenerse estancados en el sustento meramente religioso, los defensores del creacionismo también han incursionado en otros ámbitos como la bioquímica para tratar de usar argumentos científicos en la defensa de sus tesis, publicó el sitio Alt 1040.

Tal es el caso de la llamada teoría del diseño inteligente, la cual sostiene que el origen o evolución del Universo, la vida y el hombre, son el resultado de acciones racionales emprendidas de forma deliberada por uno o más agentes inteligentes. Una postura popular entre los creacionistas de raíz judeocristiana cuyo “éxito” se basa en la incultura científica de la sociedad, de acuerdo con Juli Peretó, del Instituto Cavanilles de la Universidad de Valencia.

Peretó explicó que el creacionismo no es otra cosa que una pseudociencia, que además se está extendiendo preocupantemente por los campus universitarios de Estados Unidos y algunos países europeos, publicó la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular en un artículo.

Quizás el ejemplo más claro sea el de Estados Unidos, en donde el debate sobre evolucionismo y creacionismo no ha sido frenado e incluso la educación con fundamento religioso sigue llevándose a cabo en gran parte de su territorio.

Mientras tanto, la discusión mantenida entre Nye y Ham pone en relieve el choque que actualmente se da, y el cual no dista demasiado de aquel que se daba en el momento de la publicación del libro de Darwin. Así, las corrientes religiosas que argumentan con ideas de la Biblia (sin pruebas reales, más que la propia fe de los creyentes) se enfrentan contra las ideas científicas, que se actualizan con nuevas hipótesis, comprobación de ideas mediante experimentos y aceptación de teorías apoyadas por la evidencia. Una batalla sin fundamentos que la terquedad y la ignorancia se empeñan en sostener.

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