Terrible producto de la des-educación

18/04/2015 - 12:00 am

Me sacudió un correo que me mandó Juan Encinas, en el que incluye un texto publicado en el diario Reforma. Se trata del dinero que el gremio magisterial roba al país. Son cifras de reportadas por el INEGI, correspondientes al Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial.

En números redondos, 39 mil maestros cobran por trabajar en escuelas en las que nadie los conoce. 31 mil trabajan para el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE, pero cobran en escuelas. 113 mil cobran en escuelas pero en realidad laboran en “otros centros de trabajo”. Y 115 mil cobran el sueldo de maestros ya retirados, jubilados o fallecidos. La cifra en total es de 298,174 sueldos a cargo del presupuesto de la educación del país. Agreguemos que “miles de escuelas y maestros de Oaxaca, Chiapas y Guerrero, los tres estados con los sistemas más corruptos y atrasados, no fueron censados.”

Es realmente pavoroso el robo patrimonial cometido contra la nación en el renglón más sensible para el avance, el desarrollo, el bienestar de todos nosotros, los mexicanos. No se trata sólo de llevarse indebidamente el dinero de los pagadores de impuestos, lo que constituye un robo a todos nosotros, sino sobre todo de sembrar entre los maestros una dinámica de corrupción que contamina la filosofía de la enseñanza.

¿Qué valores puede transmitir un maestro en el aula, si está inserto en una estructura de putrefacción, de ilegalidad y de impunidad? Por supuesto que hay honrosas excepciones; profesoras y profesores que, con sueldos apenas suficientes, desarrollan una labor coherente con la filosofía de la enseñanza. Pero dada la situación precaria que envuelve a los profesores en México, es claro que se cuidarán bien de no hacer olas. En esta circunstancia, obvio, sus vocaciones y acciones se ven cuando menos inhibidas.

Des-educar a todo un país es condenarlo al fracaso, pero vemos que en México es una tarea en la que se invierten largos esfuerzos y recursos inmensos. Si queremos entender la razón de que sea tan complejo su entramado llegaremos sin buscar demasiado a que se trata de aniquilar la capacidad de cuestionamiento en la ciudadanía. Se trata de llenar al alumno de datos, pero no de razonamientos. Aprendemos a que las cosas son como son, y ya.

En estas condiciones, sin capacidad de análisis, cualquier persona o sociedad quedan a merced de lo que se les diga, sin entender por qué ya nos quedamos sin petróleo, cómo es que el agua fue privatizada de facto, cómo es que la mayoría que nos rodea rechaza al gobierno en turno pero, de todos modos, gana las elecciones.

Los casi 300 mil maestros mencionados representan un desfalco a la nación que supera los 35 mil millones de pesos (toma como base un ingreso mensual de 10 mil pesos). ¿Qué quiere decir esa cifra? Mucho dinero; el suficiente para habilitar 35,780 escuelas.

Este es sólo un renglón en la educación pública. Faltarían los “moches” que se acostumbran en los libros gratuitos y en la construcción de aulas, y otros rubros. Igual está la salud pública, por poner otro ejemplo escalofriante.

No es nueva la corrupción en México. Lo nuevo son los niveles aberrantes que ha alcanzado, tales que incluso funcionarios de tercer nivel logran comprar su casa tras sólo un año en funciones. Lo nuevo es el nivel de robo, que se ha subido tanto o más de lo que ha caído la aceptación que tienen los gobernantes entre el pueblo. Esa lógica de los gobernantes de querer solucionar el mal aumentando su causa, refleja una fuerte incapacidad de razonamiento, obviamente producto del proyecto nacional de des-educación.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas