Santa Violencia

19/01/2013 - 12:01 am

Santa violencia ten piedad de nosotros
Botánico de los sentidos ten piedad de nosotros
Fetichista de cadáveres ten piedad de nosotros

Autoridades, sociedad y dioses nuestros, ustedes escogieron desde sus más tiernos años a Santa Violencia, a quien se le ve lanzar disparos a cualquier hora del día en cada rincón del país. Su capa roja –sabor a impunidad– se arrastra por las calles, en busca de deudores que no cumplieron con la orden de venta de alucinógenos polvorientos, o bien, invadieron plazas convenidas ante la ley de los botánicos de los sentidos.

¡Oh Violencia, digna de toda alabanza! Has sabido conservar tu marcha por México al dibujar la estela de más 100 mil víctimas del crimen organizado. Te presentaste ante tu presidente como su mayor enemigo y principal reto, además del empleo. Que la fe del ejército decomise los sahumerios y sus monedas de plata. Que sus caricias golpeantes, traducidas en asesinatos, maltratos, detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas cubran la fe de tu fuerza.

Pero no sólo por deudas sustanciales te has expandido, también el correr de la sangre pasional enciende en ti una presencia omnipotente y la devoción por coleccionar momias femeninas sin vendas de lino, a orillas del Río Bravo, te ha mitificado como una diosa odiosa de la que ni siquiera los burócratas se han salvado.

A sangre fría, acompañada de tu antorcha vigilante, seduces a los arribistas del poder, les dices que estás por presentar una belleza de obra teatral centrada en la muerte. Intercambias billetes por unas cabezas y los títeres que representan a toda una nación, permiten que esos espectáculos se presenten. El escenario no importa, se improvisa desde: los hogares, colegios, centros comerciales, bares, restaurantes,  playas e incluso la calle y el cine.

Gloriosísima Santa Violencia te has surtido de la falta de oportunidades y la somera educación con docentes sin vocación ni suficiente preparación, como una epidemia nacional que duele de la misma forma que una daga constante sobre la espalda, que a veces se cuestiona la realidad a su alrededor.

Los santitos inhalan cemento en las calles, realizan maromas con coloridas pelotas de plástico y extienden la mano a los automovilistas de los principales cruceros en busca de una pequeña ganancia. Tomad Santa Violencia su inocencia y recibir tu voluntad de volverlos aprendices sicarios o consumidores precoces de enervantes que prometen llevarlos a otro mundo. Tomad Santa Violencia su alegría y destrozarla con la explotación de sus cuerpos viajeros del tiempo. Tomad Santa Violencia su ser y recluta más fieles que te rezan a trincherazos o gritos baleados.

Divino corazón violento, danos hoy nuestro pan de cada día. Que lluevan las cabezas colgantes cubiertas en una bolsa de plástico en cualquier rincón visible, que los asaltos imperen en los bancos centrales, que se prepare un platillo caliente hecho a base de ácido y esencias humanas que murieron por rendición de cuentas, que los encobijados decoren buena parte de la ciudad.

Tú que reúnes a las autoridades en misas pastorales que marean a los siervos de comunicación del poder y presentan cifras un tanto dudosas y estrategias para combatir la inseguridad para evitar posibles alertas estadounidenses, ilumínalos con tu ferocidad y que por los siglos de los siglos lean las leyes que proponen, que no le atribuyan mayores funciones al ejército con su retroceso de libertades en la ley de seguridad nacional.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos, que los pseudo dioses de la política dejen de extender sus plumas por las arterias de la república y se pongan a intentar resolver este crucigrama lleno de fosas comunes hasta de buena ascendencia.

Que tus fieles utilicen veladoras en vez de armas, que recen con la fe del caos para mantener un orden establecido: el del laberinto de las balas, falta de atención, hambre, sed, perdición, corrupción, vahos y lucha de voluntades. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

@taciturnafeliz

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