Es tan normal que lo damos por sentado. No nos detenemos a pensar en las implicaciones que cierto tipo de influencias tienen en nuestras vidas. La maquinaria de propaganda más grande de la historia vive en nuestras casas y la consumimos a todas horas.

Puede ser que haya contribuido al complejo de eterno adolescente con el que hemos vivido los mexicanos de siempre. Un país desarrollado que es el único que es frontera con uno mal llamado del tercer mundo.

A través de la historia hemos tratado de imitarlos en muchos aspectos y ellos nos ofrecen versiones funcionales y acabadas de lo que debería ser un país.

Todos los filmes encierran propaganda, unas veces puede ser disimulada, otras, simplemente descarada. Las películas de guerra gozan de mucha aceptación aun y cuando hablen de los pecados y excesos de las aventuras norteamericanas en países que no pueden defenderse.

El american way of life está más presente que nunca en nuestro país. El sentimiento de querer ser como ellos está bastante generalizado, desde la manera en la que se visten hasta cómo se comportan. Por eso no entendemos que lo que sale en las películas es una visión idealizada aun para el norteamericano medio.

Y es tan profundo que hasta las frases de las películas utilizamos cuando queremos describir la manipulación mediática. Es que vives en la matrix dicen los pensadores alternativos mientras miran dubitativos al infinito.

Por supuesto que el gobierno región 4 que tenemos (hasta región cuatro viene de las productoras de cine, que nos catalogaron los devedés así) sabe sobremanera de los alcances del asunto.

El colonialismo cultural tiene raíces profundas, Ariel Dorfman haría un ensayo interesantísimo en su famoso Para leer al pato Donald, analizando las formas culturales implícitas en las caricaturas nada inocentes de Disney. También haría un ensayo sobre otra caricatura que quizá no gozó de tanta popularidad como la del elefante Babar, una parodia del buen salvaje que llega a ser civilizado.

La televisión mexicana ayuda también a esta formación de estereotipos al comprar de manera masiva contenidos norteamericanos. No es para nadie un secreto la vena racista contenida en los programas de televisión de factura nacional, idealizados hasta el paroxismo por la fórmula chica pobre y morena se enamora de chico rico y rubio.

Lo curioso del asunto es que los mexicanos vivamos volteando al norte cuando nuestra cultura es vasta y se aprecia sobre todo al sur de nuestra frontera.

El condicionamiento hollywoodeano es un vehículo para la aceptación de conductas hegemónicas. La gran contradicción norteamericana nunca resuelta ha sido la de ser una democracia hacia adentro y un imperio hacia afuera.

Somos un país lleno de gente creativa que tiene que emigrar porque el sistema social está roto, y solo se puede ascender mediante la corrupción.

La cultura norteamericana nos ha convencido que los malos siempre la pagan, aunque esta también sea una visión idealizada, porque ni ellos son tan buenos ni nosotros tan malos. Simplemente tienen un publicista muy poderoso. Y exporta muchísimas películas.

Aquí les dejo algunos links si les interesa explorar más el tema:

https://rapisaurio.wordpress.com/2012/09/05/el-tema-que-s/

http://www.hamalweb.com.ar/textos/Dorfman-y-Matelart-Para-leer-al-Pato-Donald.pdf

http://www.ensayistas.org/filosofos/chile/dorfman/introd.htm

http://www.letraslibres.com/revista/convivio/propaganda-en-el-fin-de-siglo-hollywoodense

Ramiro Padilla Atondo

https://www.sinembargo.mx/author/rpadilla

Ramiro Padilla Atondo. Ensenadense. Autor de los libros de cuentos A tres pasos de la línea, traducido al inglés; Esperando la muerte y la novela Días de Agosto. En ensayo ha publicado La verdad fraccionada y Poder, sociedad e imagen. Colabora para para los suplementos culturales Palabra del Vigía, Identidad del Mexicano y las revistas Espiral y Volante, también para los portales Grado cero de Guerrero, Camaleón político, Sdp noticias, El cuervo de orange y el portal 4vientos.

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