VIDEO | Los horrores y las injusticias de la guerra a través del arte de Otto Dix

30/10/2016 - 12:05 am

No estoy obsesionado con hacer representaciones de la fealdad. Todo lo que he visto es bello

Otto Dix

Cabaret, alcohol, prostitutas, sexo. La guerra, marginados, enfermos, muertos. Otto Dix fue testigo y retrató la doble moral de una civilización en decadencia. Ahora, sus pinturas llegan al Museo Nacional de Arte con la muestra “Violencia y Pasión”. Las cámaras de SinEmbargo TV dieron un recorrido por la expo, con la explicación de la coordinadora cultural del Año Dual Alemania-México y el enlace curatorial.

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Parte de la muestra que se exhibe en la exposición. Imágenes: Cortesía MUNAL.

Ciudad de México, 30 de octubre (SinEmbargo).– La obra del artista Otto Dix, nacido en 1891 en Untermhaus, llega al Museo Nacional de Arte (Munal) Como parte de las actividades del Año Dual Alemania – México, en una muestra que expresa los horrores que atestiguó en la Primera y Segunda Guerra Mundial, con retratos de la tragedia, pobreza, desigualdad social e injusticias que dejaron estos conflictos.

La exposición “Otto Dix. Violencia y Pasión”, que se podrá visitar hasta el 15 de enero del próximo año, se divide en siete núcleos temáticos que forman un camino por las situaciones que el artistas recorrió a lo largo de su vida y consta de 174 obras en diferentes técnicas, como el óleo, grabados de aguafuerte, litografías, acuarelas y dibujos.

La curaduría de la exposición fue planeada por la alemana Ulrike Lorenz, directora de la Galería de arte de Mannheim y especialista en Dix.

En este video hacemos un recorrido por la exposición acompañados de Magdalena Wiener, coordinadora cultural del Año Dual Alemania-México y Alivé Piliado, enlace curatorial de la muestra.

SOBRE OTTO DIX

Por Itzel Zúñiga

Dix retratado por el fotógrafo Hugo Erfurth, también alemán. Imagen: Especial
Dix retratado por el fotógrafo Hugo Erfurth, también alemán. Imagen: Especial

Las pinturas de Otto Dix son postales de la tragedia humana, experimentada por el propio autor. El artista, criticado y admirado por sus creaciones, nació en 1891, en Untermhaus, un poblado cercano a Gera en Thuringia, Alemania. Perteneció a aquella generación nacida a finales del siglo XIX que se convertirían en soldados a principios del XX. Su interés por el arte comenzó a temprana edad: fue aprendiz de dibujo decorativo a los 15 años y, un lustro más tarde, estudió en la Escuela de Arte y Oficios de Dresde. Interrumpió su formación, como muchos de sus contemporáneos, y se inscribió como voluntario en el ejército quedando al frente durante cuatro años:

“Por eso tenía que ir a la guerra. Cuando uno es joven, sabe usted, le importa un carajo si al que tiene delante le parten la cabeza o no. Da exactamente lo mismo. Hay que salir. Aún no existe el miedo. Yo aprendí lo que era el miedo siendo joven”.

Durante su estancia en la guerra, Otto Dix llevó consigo un diario y un pequeño cuaderno en el que realizó una detallada crónica visual de todo lo que presenció durante esa época. De ésta surgió una serie de grabados llamada Der Krieg (La Guerra), en la que se encuentran retratos de cadáveres de soldados y caballos, trincheras humeantes, heridos de todo tipo, prostitutas vestidas como burguesas en las ciudades ocupadas.

La guerra terminó para él gracias a una herida que pudo haberlo llevado a la muerte. Al recuperarse, regresó a casa y terminó sus estudios de arte. Ya no estaba en el campo de batalla pero sus pinturas seguían ahí, al frente, dentro de alguna zanja llena de sangre y pólvora. Volvió, como pudo, a la vida común, se casó con Martha Koch y tuvo tres hijos con ella.

El periodo entre 1927 y 1928 fue revitalizante para Dix: se convirtió en profesor en la Academia de Arte de Düsseldorf, la Kunstakademie Düsseldorf; participó en la Bienal de Venecia; nació su hijo Jan; y llevó a cabo uno de sus trabajos más representativos, Metrópolis.

La Segunda Guerra Mundial llegó y Dix tuvo que enfrentarse nuevamente al rostro del combate. Se unió a la milicia nacional llamada Volkssturm, conformada principalmente por jóvenes y viejos. Después, fue capturado por los franceses en Colmar, mientras el Tercer Reich se dirigía a su derrota definitiva. Regresó a su morada en la provincia alemana, ya con el nazismo sepultado y recuperó poco a poco su estilo original, siendo reconocido por éste durante el resto de su vida, en Alemania y el mundo entero.

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