Cada elección pareciera en México necesitar algo de elemento cardiaco. ¿Cuándo ocurrirá que tendremos una elección normal, un festejo de la democracia, donde no se juega todo sino solamente quién va a sustituir en el poder al Presidente de una manera pacífica? Quizá lo que ocurre es que los votantes y las votantes estamos francamente sensibles, yo diría en exceso, a la propaganda arrojada por cada una de las campañas y entonces nos tomamos en serio que cada elección pareciera ser el momento definitorio de la historia futura del país.
Por Ricardo Raphael




