Mucho insistió el expresidente Andrés Manuel López Obrador y de igual manera, sistemáticamente lo repite la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, que son principios superiores de Morena y de los gobiernos de la Cuarta Transformación tres sentencias fundamentales: “Por el bien de todos, primero los pobres”; “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre” y sobre todo “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”. Pero a este último imperativo los morenistas tendrían que agregar un principio más: el de no se hipócritas.
Porque todos los días, por ahí, en algún rincón del país, salta la liebre y se desnuda la fragilidad y liviandad de morenistas que violan estos principios de su partido, y profundizan la distancia que existe entre su conducta y otro reiterado pronunciamiento del expresidente y de la Presidenta: “El poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio del pueblo. Quien aspire a representar a Morena debe practicar la austeridad republicana como forma de vida y principio de acción pública, conducirse con sobriedad y sin ostentaciones, y ejercer el poder con honestidad, humildad, sencillez y vocación de servir”.
El partido en el Gobierno vive un momento clave, en el que prominentes personajes en sus filas exhiben sus miserias y su falta de principios, violando en forma sistemática las normas establecidas por el partido. Desde la dirigencia, Luisa María Alcalde Luján tendría que actuar con energía y poner a trabajar a la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia para que llame a cuentas, amoneste, sancione o expulse, a aquellos militantes que no ajustan su conducta a los enunciados esenciales de Morena.
Y si la presidenta del partido no muestra la voluntad, el carácter, la convicción y el arrojo necesarios para hacer su trabajo, sería obligado que la Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, como responsable ética y política del movimiento de la Cuarta Transformación, promoviera un cambio en la dirigencia para que Morena sea conducido por una mano más firme.
Claudia Sheinbaum, puede y debe dar un golpe de autoridad; puede y debe establecer líneas de conducta, claras y sin desviaciones, que garanticen los principios que su Gobierno argumenta todos los días. Debe hacerlo ahora que se encamina hacia su primer informe de gobierno, el próximo lunes 1 de septiembre del 2025, en un momento en el que goza de toda la fortaleza institucional que le confiere su cargo y el amplio respaldo popular que surge del buen ánimo de la mayoría del pueblo.
Habría que recordar el mensaje que el todavía Presidente López Obrador envió a los participantes del Séptimo Congreso Nacional de Morena, el domingo 22 de septiembre del 2024, cuando fue electa presidenta del partido Luisa María Alcalde y en el cual el mandatario confirmó su retiro definitivo de la vida pública, política y partidista.
Les recomendó López Obrador a los morenistas: “No permitan que los antiguos vicios y perversiones de la política florezcan en nuestras filas. Eviten la prepotencia, la búsqueda del poder por el poder, la soberbia, la corrupción, el nepotismo y el sectarismo. No roben, no mientan, no traicionen nunca al pueblo y sigan construyendo la Nación soberana, democrática, justa, libre y amorosa que imaginamos cuando empezamos nuestro caminar”.
Mucho tendría que reflexionar, y actuar en consecuencia, la Presidenta de la República y la dirigencia de Morena, con respecto a las conductas y los cuestionamientos, internos y externos que se han expresado contra prominentes personajes vinculados al proyecto de la Cuarta Transformación, como el coordinador de los senadores, Adán Augusto López Hernández, cuyas presuntas relaciones con el crimen organizado dañan al partido guinda; o como el líder morenista en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal Ávila y el todavía presidente de la legislatura federal en el Palacio de San Lázaro, Sergio Carlos Gutiérrez Luna, estos dos últimos criticados por sus tentaciones y acciones nepotistas.
Tendrían que preguntarse los morenistas y quienes simpatizan con el proyecto de la Cuarta Transformación, si la suma de personajes impresentables al partido en el Gobierno y su afiliación a Morena, presumida en distintos momento y con singular gozo por el Secretario de Organización, Andrés Manuel López Beltrán, fortalecen o agravian a las instituciones que son respaldadas por una amplia mayoría del pueblo que sueña con el cambio verdadero.
Habrían de ponderar si en alguna medida se están cumpliendo los propósitos expresados en la Sexta Sesión Ordinaria del Consejo Nacional de Morena, realizada el domingo 4 de mayo del 2025 en la Ciudad de México, en la cual se definieron los Lineamientos para el Comportamiento Etico que deben tener las personas representantes, servidoras públicas, protagonistas del cambio verdadero y militantes del partido.
Entre las conductas contrarias a los principios del Movimiento se señalaron, entre otras, las siguientes: “Realizar viajes aéreos en primera clase o utilizar vehículos aéreos privados, sin importar el origen del recurso erogado para tal efecto; utilizar recursos públicos para viajar al extranjero a hacer turismo político y participar en congresos internacionales; promover el consumismo o exhibir signos de ostentación material como joyería, ropa de marcas exclusivas, propiedades o automóviles de alto valor, restaurantes o turismo de lujo, entre otras extravagancias. La parafernalia del poder pertenece al pasado de corrupción y privilegios; Morena es humildad”.
¿Cuándo y quién sancionará éstas conducta que declarativamente rechaza Morena, pero que en la práctica violan sistemáticamente algunos de sus simpatizantes más hipócritas y desvergonzados? ¿Quién, desde el partido o desde el Gobierno les cobrará a estos desleales militantes de Morena su vanidad y ligereza?
Otro principio rector de Morena que también es violado, establece que el partido “rechaza el influyentismo, el sectarismo, el amiguismo, el compadrazgo, la subordinación a poderes fácticos y cualquier forma de simulación que comprometa su independencia”. Advertencia que se suma a una conducta definida por el partido como contraria a sus principios y que por lo menos ha sido violada por dos de sus gobernadores: “Formular denuncias sin sustento ante instancias internas o externas como táctica de presión, denostación, venganza o competencia política”.
En mayo pasado, en la Sexta Sesión Ordinaria del Consejo Nacional de Morena se estableció otro principio rector: “No buscamos el poder por el poder sino el bienestar del pueblo y la transformación del país. Nadie puede ocupar un encargo por razones de parentesco”.
Y se complementó este enunciado con la definición de otra conducta contraria a los principios del Movimiento: “Participar en la elección para una Presidencia Municipal, Regiduría, Sindicatura, Diputación federal o local, Senaduría, Gubernatura, Jefatura de Gobierno, Presidencia de la República o cualquier cargo al interior del partido, cuando se tenga o haya tenido en los últimos tres años anteriores al día de la elección un vínculo de matrimonio o concubinato o unión de hecho, o de parentesco por consanguinidad o civil (…) con la persona que esté ejerciendo la titularidad del encargo para el que se postula”.
También es contrario a los principios de Morena, “buscar la postulación por un partido político aliado distinto a Morena, ya sea nacional o local, bajo cualquier figura de coalición o candidatura común, con el propósito de eludir la prohibición referida en el numeral anterior”.
El pasado lunes 14 de julio del 2025, Ricardo Monreal Ávila, coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados de la federación, anunció que se aproximaba su retiro de la vida política, durante su participación en el foro Jóvenes Dialogan por el Segundo Piso de la Transformación, llevado a cabo en el Palacio Legislativo de San Lázaro. Pero ese retiro podría ser la carta de cambio para que su hermano, el Senador Saúl Monreal se convierte en candidato a la gubernatura de Zacatecas en relevo de su otro hermano, David Monreal.
¿Hará efectiva la dirigencia de Morena el cumplimiento de los principios expresados en el Artículo 3 de su Estatuto, que advierte: “Nuestro partido Morena se construirá a partir de los siguientes fundamentos (…) Erradicar de la vida política el influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, el patrimonialismo, el clientelismo, la perpetuación en los cargos…”?.
¿Se cumplirán los preceptos del Artículo 6 del Estatuto morenista en el que se advierte que las personas protagonistas del cambio verdadero tendrán la responsabilidad de “combatir toda forma de corrupción, privilegio, ilegalidad, autoritarismo, egoísmo, nepotismo, influyentismo, machismo, racismo, xenofobia, homofobia, bifobia y transfobia”?.
Sí, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tiene la responsabilidad ética y política de orientar la nave de la Cuarta Transformación, para que siga el rumbo de la esperanza que 36 millones de personas depositaron en ella, creyendo en que es posible el cambio verdadero. La Presidenta tiene el poder suficiente, y esperemos que también el carácter, para imponer condiciones de honradez, dignidad, decoro y decencia, tanto en su Gobierno, como en su partido.





