Susan Crowley

Gaza, la urgencia del otro

"La de Gaza se ha convertido en una pesadilla dantesca que debemos repudiar y tratar de involucrarnos en la medida de lo posible en su solución. Doloroso enfrentar cada día las imágenes de heridos, muertos y seres hambrientos que no tienen un refugio, y que están enfrentando la amenaza de francotiradores y el bloqueo que impide el paso de la ayuda."

Susan Crowley

02/08/2025 - 12:03 am

No existe un colonizador bueno. A lo largo de la historia, una de las justificaciones de la colonización ha sido considerar al colonizado como un ente primitivo que debe ser redimido de su condición. En términos de otredad, es no reconocer sus valores y cultura. Por siglos, los imperios utilizaron este recurso como un arma infalible que les permitió pisotear, expoliar y crear un sistema eficaz de esclavitud de millones de personas. Idealmente, al penetrar en los “otros”, estos serán salvados de su ignorancia y retraso obteniendo como recompensa civilizarse; una teoría que, en la práctica, resulta la invasión y cancelación de cualquier posibilidad de superación y la desaparición de sus derechos. Considerado inferior, el “otro” siempre será visto como un lastre. Conforme los colonos extienden su territorio en las colonias, el colonizado será explotado, desechado y finalmente expulsado.

Como es lógico suponer, la desigualdad e injusticia derivan en brotes de independencia y violencia muchas veces irracionales. Para el civilizado, esta resistencia del oprimido es injustificada e insostenible, lo cual le obliga a defenderse, y proteger sus intereses y a su gente. Acabar con ese “otro”, destructivo y salvaje, se convierte en un acto legítimo y necesario. La civilización no tiene más remedio que destruir al destructor. La violencia que se ejerce en contra de Gaza es un claro reflejo de esta idea. El odio germina en muerte, la venganza no tiene fin. El acto terrorista perpetrado por Hamás en contra de inocentes, no tiene justificación y debe ser condenado por todos.

Sin embargo, a dos años de iniciada la guerra, Gaza está viviendo en la antesala del infierno en la tierra debido al bloqueo de más de 140 días que le ha impuesto Israel. La llegada de ayuda humanitaria se torna cada vez más compleja debido a los constantes bombardeos, disparos directos a la población y a quienes están ayudando. Recabo esta información del diario El País: la suma desde que iniciaron los bloqueos es de más de mil muertos. A los sesenta mil fallecidos desde el inicio de la guerra en 2023 ahora hay que agregar que unas 113 personas han muerto de hambre, de acuerdo con los datos obtenidos del Ministerio de Sanidad de Gaza.

La población de la Franja es de dos millones de personas que están viviendo en condiciones extremas de inseguridad alimentaria y al menos medio millón pasa hambre. Esta situación ya puede ser calificada como catástrofe. Están siendo atacados en los refugios e implacablemente arrinconados y orillados a buscar refugio en otros países. Este miércoles, fueron acribillados 40 más cuando intentaban llegar a los centros de ayuda. Borrar a la población palestina de la zona, es el plan original del Estado de Israel. Poco a poco pareciera que lo está consiguiendo.

Raquel Ayora, directora de Médicos sin Fronteras, España, declara que “Asistimos a laboratorios de crueldad. Son laboratorios para poner a prueba el límite de la humanidad y parte de esta estrategia es hacernos creer que no tenemos ninguna capacidad para reaccionar contra esto, ni para ayudar a que cambien las cosas”. Declaró al diario El País.

Llama la atención que la situación de Palestina no ha sido lo suficientemente difundida como si lo ha sido la guerra de Ucrania o la hambruna de Etiopía como para generar campañas de ayuda inmediata, por ejemplo, en supermercados, bancos o marcas de prestigio. En opinión de los activistas en general las personas suelen esperar a que pase la crisis para empezar a donar. Pero quienes están involucrados consideran que este es el momento de aportar ya que la situación de Palestina es de tal escala y se ha prolongado al grado que excede los recursos de las organizaciones que la ayudan. El día a día en la zona y en especial en los campos de refugiados es desastroso.

La de Gaza se ha convertido en una pesadilla dantesca que debemos repudiar y tratar de involucrarnos en la medida de lo posible en su solución. Doloroso enfrentar cada día las imágenes de heridos, muertos y seres hambrientos que no tienen un refugio, y que están enfrentando la amenaza de francotiradores y el bloqueo que impide el paso de la ayuda.

Transcribo del diario El País, el decálogo humanitario para saber ayudar tomado de la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo, una red de ONG de Desarrollo, que recomienda donar a través de canales oficiales o instituciones reconocidas; evitar sitios o mensajes falsos. Esto implica involucrarse y exponerse a la información que es cruda y nos angustia, pero que es una buena razón para tomar la decisión de ayudar.

Hace unos días Jorge Zepeda Patterson escribió sobre este tema. En su investigación encontró que la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) es uno de los principales soportes para la población civil y cuenta con una línea abierta para donativos puntuales o periódicos. “Los donativos están íntegramente destinados a la emergencia en la Franja y para seguir atendiendo a la población” se afirma en el sitio www.unrwa.org

La UNRWA tiene seis mil camiones en la frontera en espera de que les sea permitido el paso. Con los alimentos que transportan pueden aliviar el hambre de la población gazatí durante tres meses. Las aportaciones permiten además otro tipo de operaciones de ayuda dentro del territorio. Más de 12 mil profesionales han sido movilizados por la ONU para brindar servicios de atención sanitaria, refugio, distribución de agua, apoyo psico social y gestión de residuos. Gracias a estos apoyos se han podido hacer mil 200 cirugías por heridas de bombarderos, atender mil partos y dar 62 mil consultas.

También pude ver los comentarios de algunos lectores de Jorge, diciendo que las imágenes son falsas y un chantaje creado por Hamás. Pero hoy no se trata de hablar de política, ni de mezclar creencias, opiniones o intereses particulares sobre una situación que ya nos rebasó y que jamás creímos vivir en pleno siglo XXI. Hoy toca tomar partido con los desesperados, con los débiles y con las víctimas, no importa nada más.

Para quienes somos ajenos a los gobiernos y a la política, se trata tan sólo de colocarnos por un momento en los zapatos de quien sufre en cualquier parte del mundo y tratar en lo posible de ayudar a mejorar sus condiciones. Palestina debe estar más allá de cualquier barrera o muro ideológico.

Lo más importante, insisten los activistas que constantemente salen a las calles a reclamar, y cuyas protestas están siendo perseguidas y en muchos casos reprimidas, es que no hay que olvidar o normalizar esta crisis. Voltear la cara o cambiar de canal, abandonar el sitio con la información porque nos deprime y enfocarnos en algo más positivo. Dejar el tema por hartazgo o por agotamiento hace que se olvide una población que está sufriendo lo indecible delante de nosotros. Nos cancela una de las razones fundamentales por la que estamos vivos: la piedad, es experimentar el dolor del otro que nos permite hacernos más humanos, reconocer nuestra propia vulnerabilidad y establecer una verdadera comunión, reconociendo la diferencia y nuestra capacidad de amar. La posibilidad de que esto caiga en el olvido no sólo es imperdonable, nos vuelve cómplices pasivos de una infamia histórica. @Suscrowley

Susan Crowley

Susan Crowley

Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.

Lo dice el reportero