Mamdani no es un pirata de One Piece, como esos que llevan esas banderas que exhiben los airados muchachos y muchachas de la Generación Z. Viene de mamar política y por eso es más esperanzador que esas explosiones que, como las olas en el mar, dejan de existir cuando no hay viento. Bienvenidas sean casi siempre las protestas. Pero desde la ingenuidad, siempre ganan los Trump.
Quizá lo que más molesta de Mamdani es que devuelve la dignidad a los inmigrantes. Y eso en Nueva York puede ser insoportable para algunos. Imaginen el taxista no dejándose tratar como basura, ni la que limpia la casa, ni los empleados de las tiendas, ni los trabajadores del metro, ni los operarios de la ciudad, ni las maestras de colegios públicos, ni las oficinistas ni los electricistas, ni los que reponen en supermercados ni los que trabajen en el campo o en alimentación, vamos, todos los que cobran poco y que, encima, viene Mamdani a decirles que son personas con derechos. ¿De qué sirve ser rico, se preguntarán en Manhattan, si los criados te salen respondones?
Detrás de ese 50 por ciento de votos hay un hartazgo. Mamdani ha ganado porque ha señalado a un enemigo al que la gente que sufre y la gente que no se resigna ha identificado, ha puesto rostro, y no quieren que manden. Y como el que algo quiere algo le cuesta, se han puesto en marcha.
Mamdani ha ganado porque tenía 100 mil voluntarios que lo dieron todo simplemente a cambio de una esperanza. Son como aquellos 600 mil guardianes de las casillas cuando ganó López Obrador y luego Claudia Sheinbaum. Son momentos “destituyentes” donde nos ponemos de acuerdo para pasar de pantalla. Seiscientos cincuenta mil viviendas visitadas y más 250 mil llamadas. Eso se puede hacer con dinero, pero sale mejor si se hace con corazón. Luego todo se complica, pero ese momento es de los que se quedan grabados en las biografías de los que alguna vez han luchado. Y nos habla también de muchas cosas. Sigan la pista a los voluntarios de un partido y podrán tomarle el pulso a la vitalidad de la política.
Trump empieza, muy pronto, a cerrar el ciclo y es normal que pierda apoyos. No ha cumplido ninguna promesa, todo está peor y amenaza con estropearse aún más. En Argentina, frente a Milei, el peronismo no ha sabido articular una alternativa. En Nueva York dan pistas sobre qué hacer.
No nos cansamos de decir que todo lo que los nazis hicieron en Nigeria a los negros por negros, luego lo hicieron en Alemania a alemanes por judíos, gitanos, comunistas, socialistas, etc. Todo lo que Trump hace fuera con argumentos como lucha contra la droga, defensa de la democracia, amparo de la libertad, defensa de los valores occidentales, lo terminará haciendo en casa, contra norteamericanos, y con los mismos argumentos.
No es verdad que Mandami sea un radical: quiere gobernar, no dar mítines, y solventar las cosas que hacen que la vida de la gente funcione mejor. El metro, el agua, el alcantarillado, el aire de la ciudad, la calefacción, el empleo, la vivienda. Su verdadera condición es de reformista revolucionario y rebelde. Va lejos, pero cruza el río tanteando las piedras. Y contando con la gente.
Mandami emociona a la triste Europa, como pasó ayer con el zapatismo, porque Syriza, Podemos, el Bloco o la France Insumisse no pudieron cumplir sus promesas. Hemos renunciado a tanto que lo que es un mero sentido común para que nuestras sociedades no revienten, que alguien simplemente diga que no va a dejar que destripen a los de abajo, lo sentimos como un radical de izquierdas. Pero en Estados Unidos (EU) no hay apenas radicales de izquierdas. No hay que exagerar. A EU le faltan 20 años, toda una generación, para empezar a hablar en serio de socialismo.
Estamos viendo que en YouTube están borrando todos los videos con la masacre de Israel en Gaza. Como en la obra de Orwell, lo que se oculta no existe. Pero eso es complicado hacerlo en el día a día de la gente. Matarte es fácil, pero explotarte y humillarte todos los días genera malestar social. Y la gente termina votando a Mamdani.
En cualquier caso, no se ha andado con chiquitas el recién electo Alcalde de Nueva York al decirle a Trump que es un bravucón y que la mejor manera de que deje de amenazar a todo el mundo es “desmantelando las condiciones que le permitieron acumular tanto poder”
Un muchacho de 34 años, nacido en Uganda (¿dónde chingadas está Uganda?, se preguntan en el equipo de Trump) y encima musulmán les ha ganado a los demócratas, a los republicanos y al propio Trump. Que, como buen bravucón, puso en marcha sus baterías contra la elección de un “disidente” en la emblemática ciudad de Nueva York. Las amenazas que hemos escuchado contra México, Brasil, Colombia o Venezuela empiezan a sonar dentro de casa:
“Si el candidato comunista Zohran Mamdani gana las elecciones para Alcalde de la ciudad de Nueva York -amenazó Trump- es muy poco probable que contribuya con fondos federales, aparte del mínimo requerido, a mi amada primera casa […]. No quiero enviar, como Presidente, dinero bueno después de lo malo”.
Cuánto dinero recibe cualquier ciudad del gobierno federal es una función constitucional del Congreso de la que no se puede apropiar el Ejecutivo y, mucho menos, ejercerla como una manera de presión política. Todo lo que patea Trump del derecho internacional en cualquier país que le desaira, también lo patea en casa. La enseñanza de Aimé Cesaire: si lo consientes fuera, te regresará como un boomerang.
“Trump pasará por Mamdani como un cuchillo caliente a través de la mantequilla”, había dicho Andrew Cuomo, antiguo candidato demócrata que obtuvo el apoyo de Trump y de los republicanos para la Alcaldía de Nueva York. Trump, que se salta en casa todas las reglas en casa igual que manda asesinar a personas que se atreven a ir en lancha por el Caribe, amenazó con todo tipo de recortes del presupuesto de Nueva York, pese a ser ilegal, si ganaba el candidato demócrata, musulmán y socialista Zohran Mamdami. Eso le funcionó en Argentina, dándole a Milei 40 mil millones para que ganara las elecciones y recordando que si perdía su amigo de la motosierra, no los entregaría. En Nueva York, esa amenaza no ha funcionado.
Las victorias de la izquierda necesitan romper con lo viejo.
Como se quejó Mamdami, que Trump, los republicanos y el movimiento MAGA decidieran elegir a un antiguo demócrata con tal de que no saliera vencedor alguien que no se va a poner a sus órdenes, es una señal del deterioro de los demócratas, que, como ocurre con Cuomo, están más cerca de Trump que de las necesidades urgentes que tiene el país. Con gente como Cuomo en el Partido Demócrata, en EU hay Trumpismo para rato, igual que en otros países la ausencia de una oposición clara y bien organizada es la garantía de que los que destrozan sus países sigan teniendo apoyo popular. Y no nos engañemos, en Argentina, sólo el 27 por ciento del padrón electoral ha apoyado en las últimas elecciones a Milei. La pregunta es qué está haciendo el otro 83 por ciento de los que podrían con su voto salir de la necropolítica libertaria argentina que mata a enfermos, pensionistas, pobres y precarios.
Como decía, la agenda de Mamdani tiene más que ver con el New Deal de Roosevelt que con la Rusia de Lenin.
En vivienda, congelamiento de alquileres y construcción de 200 mil viviendas rentabilizadas en 10 años. Con una oficina municipal que sanciona a los propietarios abusivos y organiza el congelamiento de los precios. Es evidente que ahí las plataformas que apoyaron a Trump no van a estar de acuerdo. Por ejemplo, Airbnb.
Plantea crear supermercados municipales en cada distrito, sin fines de lucro, de manera que haya alimentos baratos, y que no paguen alquileres, para reducir precios y garantizar calidad en los barrios populares.
Políticas de empleo y transporte público gratuito, empezando por los autobuses -¿qué respeto hay a la ciudadanía si el transporte no funciona por precario, caro o inútil?-, y aumento del salario mínimo a 30 USD la hora hacia 2030.
Y, obviamente, en fiscalidad, porque sin redistribuir la renta las cosas no funcionan. Por eso plantea una reforma impositiva progresiva, con mayores cargas para grandes corporaciones y fortunas, destinada a financiar vivienda, transporte y servicios públicos.
Como una bestia negra de Trump y las empresas de energía, Mamdani plantea justicia social y ambiental, expansión del cuidado infantil universal, y programas Green Schools con paneles solares y espacios verdes en las escuelas públicas.
Estados Unidos, plantea gente como Bernie Sanders, cada vez se parece más al Imperio Romano en su decadencia, poco antes de que los bárbaros, que venían con otro proyecto civilizador, entraran en Roma. Mientras empleados federales, no hablamos de pobres, sino de empleados de la administración, hacen cola en bancos de alimentos para poder comer, Trump ha gastado 3.4 millones de dólares de los contribuyentes en una fiesta de Halloween inspirada en El Gran Gatsby.
La pobreza, decía alguien pensando dialécticamente, existe no porque no podamos alimentar a los pobres, sino porque no podemos satisfacer a los ricos. Porque los ricos son insaciables.





