Óscar de la Borbolla

¿Cómo conseguir una pareja estable?

"Mi lectora me ha preguntado: ¿por qué para muchas mujeres (y sobre todo para las que tienen entre 35 y 45 años) resulta tan difícil encontrar una pareja estable?"

Óscar de la Borbolla

26/11/2025 - 12:04 am

Nunca pensé que me ocurriría lo mismo que a uno de mis escritores favoritos: el brasileño Jorge Amado. Como a él, me ha llegado una carta de una lectora pidiéndome que le aclarare un asunto. La lectora de Amado le preguntó: "¿por qué al corazón de una mujer le hacen falta dos amores?" Y la respuesta fue una de las novelas más divertidas e interesantes de nuestro continente: Doña Flor y sus dos maridos. Mi lectora me ha preguntado: ¿por qué para muchas mujeres (y sobre todo para las que tienen entre 35 y 45 años) resulta tan difícil encontrar una pareja estable? Yo, como se sabe, intento en este espacio ir aclarándome asuntos: a veces muy abstractos, como cuando me meto en cuestiones matemáticas, y otras, con temas humanos que me agrada desmenuzar para contribuir con algunas razones a entender la atribulada época que nos ha tocado. Hoy, sin embargo, atenderé la gentil misiva que me ha dirigido una lectora que me pidió mantener su anonimato. Las palabras que siguen están, no obstante, dedicadas a ella:

Primero quisiera establecer un punto de comparación para entender el problema planteado: todavía muy entrado el siglo XX, a pocas mujeres les resultaba difícil encontrar una pareja estable, y conocí a muchas que incluso la conseguían para toda la vida. Hay numerosas razones que favorecían esto; pero una, sin duda muy importante, tenía su base en lo que decían por ese entonces las abuelas. Si mal no recuerdo, la frase era: "niña, date a desear". Era una frase breve, clara y, por qué no decirlo, incluso victoriana. Pero intentemos comprenderla no como una cuestión moral, sino en el marco de la economía, pues desde esta disciplina, creo, se obtendrá más luz sobre el asunto que nos interesa. Todos sabemos que uno de los factores por los que se asigna valor a una mercancía es el grado de escasez o abundancia, o dicho con un ejemplo: el oro vale más que el aire porque es más escaso. Entiendo que hay otros factores por los que se asigna valor, pero destaco este, pues se liga con la frase de las abuela, porque todavía hacia los años 80 del siglo pasado, el famoso "date a desear" se encontraba muy difundido y, sobre todo, adoptado por un amplio sector, lo que provocaba escasez o, al menos, dificultad para que  hubiera sexo, lo que hacía que las relaciones se valoraran y se atesoraran como el oro.

Hoy, en cambio, para plantearlo con una exageración —que no se aleja demasiado de lo que ocurre en la práctica— nadie se da a desear, pues el deseo se satisface a las primeras de cambio y, muchas veces, primero se tienen relaciones y luego uno se entera del nombre de la persona con quien las tuvo. O con palabras más sencillas: abunda la oportunidad de tener sexo y, en consecuencia, esa oportunidad ha dejado de tener valor.

Sé que simplifico demasiado; sin embargo, planteemos, sin ninguna delicadeza el problema para que resulte evidente: existe un paralelismo entre la economía y la sociedad, un paralelismo que influye en nuestra percepción del valor, lo mismo para las mercancías que para las personas. Hoy la economía se mueve por un afán de novedades, por la cambiante moda y, como también forma parte de nuestra percepción que los productos se descomponen de acuerdo con una caducidad programada, todo ello motiva a que procuremos deshacernos de lo que tenemos y lo sustituyamos por algo nuevo que promete ser mejor.

En las actuales circunstancias del mercado, lo mismo económico como social, ¿qué puede hacerse para que una persona resulte valiosa para otra al grado de interesarse en permanecer a su lado? Es obvio que el consejo de las abuelas ya no funciona. Sin embargo, hemos topado con un concepto interesante que puede servirnos para construir una respuesta: el concepto "valor". Antes lo definimos con una sola de sus características: la escasez. Busquemos en la teoría del valor marxista factores que lo determinan. Marx, en El Capital, propone una definición más completa: el valor de una mercancía lo da "el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla considerando, claro, la abundancia o escasez de la materia prima y teniendo en cuenta el grado de desarrollo de los medios de producción". Veamos de cerca esta definición: posee 3 rasgos: trabajo invertido, escasez y desarrollo tecnológico. Si nos lleva más tiempo producirlo más valor tendrá, si es más escaso más valor tendrá, si la tecnología de que disponemos es muy desarrollada menos valor tendrá. ¿De qué está hablando Marx en el fondo? Creo que habla de dificultad, pues si necesita poco tiempo, existe en abundancia y está a la mano, menos valor tendrá; lo mismo si se cuenta con una tecnología que permita producirlo más fácilmente su valor será menor… o sea, en el fondo, de lo que habla es de la dificultad: lo que da valor a algo es su dificultad (por lo visto, mi abuela era marxista, al decir, date a desear o hazte la difícil).

El paralelismo con la economía, al parecer, no me sirve para plantearle una solución a mi lectora. Al menos no me sirve la economía que tiene que ver con las mercancías comunes y corrientes. Pues quizás el amor, que es de lo que estamos hablando realmente, no sea una mercancía común y corriente. Quizás lo que permite que una relación perdure en el tiempo sea otro tipo de mercancía: el valor que buscamos es el que se asigna a una obra de arte...

Adoptemos este supuesto: el amor es como una obra de arte: ¿qué le da valor a una obra de arte? ¡Qué pregunta más imposible de responder y, sobre todo hoy, que todo está patas arriba! Facilitemos el problema preguntando: ¿que hacía que antes se considerara valiosa una obra de arte? Esta es una pregunta de respuesta posible. Aventurémosla: en el arte importaban la originalidad y la perfección de la factura, o sea aspectos que tenían que ver con que el objeto artístico era único, y lo era porque el artista, ese y no otro cualquiera, era el único capaz de producir esa obra; en suma porque la obra de arte era única. ¿Qué enseñanza podría obtenerse para mi entrañable lectora de lo dicho? Un consejo muy simple: estimada amiga, si quieres una relación estable debes convertirte en una obra de arte: ser única.

Ser único no significa ser bello; bellezas hay muchas; significa más bien ser interesante, tener algo que nadie más tenga, porque hoy lo que abunda son las vidas iguales, comunes y corrientes. Se trata de que tu vida sea no como la vida de cualquiera, sino una vida única, y las vidas únicas son el resultado de una pasión a la que uno se entrega. Descubre en ti qué te interesa y persíguelo hasta volverte interesante primero para ti y luego para los demás. Hoy, en el mercado de las relaciones, donde todos pasan de uno a otro, o a otra, y de todos a todos porque todos son intercambiables, son pocos quienes tienen algo único, pocos quienes han hecho de su vida una obra de arte. Si, de verdad, deseas una pareja estable vuélvete interesante. Y si pese a todo no lo logras, descubrirás, al menos, que tienes una vida y ya con eso te sentirás más que satisfecha.

X @oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla

Óscar de la Borbolla

Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

Lo dice el reportero