Juan Carlos Monedero

¿Podría ganar la extrema derecha en México?

"¿Qué viene cuando los pueblos votan a la derecha porque ya no creen en la izquierda, pero la derecha les trata peor que como los trataba la izquierda? Tiempos tumultuosos".

Juan Carlos Monedero

18/12/2025 - 12:03 am

Era más fácil derrotar a dos neoliberales como Ricardo Anaya y Xóchitl Gálvez que derrotar al neoliberalismo. Porque los neoliberales, cuando se les ve como tales, se les nota dañinos. En cambio, con el neoliberalismo convivimos. Los que votaron por López Obrador y por Claudia Sheinbaum lo hicieron porque se ganaron la confianza de los que ya no creían en la política. Esa ciudadanía todos los días recibe dos cazos de apatía política y de rabia contra la izquierda en los medios de comunicación y, por tanto, los gobiernos progresistas tienen que darles, al menos, dos tazas de bienestar y media de esperanza. Si te quedas quieto, te caes de la bicicleta. Los gobiernos se desgastan más que los medios de comunicación.

Si uno compara a Claudia Sheinbaum, una veterana de la izquierda y de la conciencia de clase nacida cuando el ejército disparaba a matar, con Gabriel Boric, un adolescente político propenso a la melancolía y la cobardía, se entiende que igual que el Presidente chileno dejó pasar la oportunidad de una constituyente que había nacido en el seno del pueblo, Claudia no va a dejar de hablarle a su pueblo para que la fiebre de la rebeldía siempre esté alta aunque sin producir desmayo.

Por eso Claudia Sheinbaum regala libros en la Plaza del Zócalo mientras que el recién electo ultraderechista José Antonio Kast celebra su elección en las casitas del barrio alto, siendo la primera vez que llama pendejos a sus votantes de los barrios populares que igual que se cansaron de esperar a Gabriel Boric y su izquierda vergonzante, han empezado a cansarse al ver que su líder no bajó a la plaza a celebrar con sus votantes. Kast lleva, no en vano, el nombre del líder fascista español José Antonio Primo de Rivera, que era un enamorado de Mussolini y veía en el pueblo nada más que una excusa para su gloria.

Quien lea mal los tiempos va a terminar sufriendo todos los perjuicios de quien no entiende lo que pasa. Te pueden derrotar, pero si dices cuando te apuñalen como César: tú también Bruto, es que te has entretenido más de la cuenta donde no debías.

Claudia Sheinbaum, sabiendo que la desestabilización sólo interesa a quienes no gobiernan, se ha ofrecido a mediar entre EU y Venezuela. Todo sin hacer esas equiparaciones estúpidas que hacen los periodistas estúpidos que se creen justos cuando sientan en la misma mesa al jefe de la Gestapo y al presidente del consejo judío en el gueto de Varsovia para que cada cual dé su versión. Sheinbaum ha dicho que no se puede comparar a una mujer que ayuda a su pueblo, como Xiomara Castro, la Presidenta hondureña sujeta a un nuevo golpe de Estado, ahora electoral, con la golpista, belicista y traidora a su pueblo María Corina Machado. Sheinbaum no quiere que haya guerra en el hemisferio.

Al tiempo que Donald Trump daba una rueda de prensa sobre la que los augures anunciaban que iba a declarar la guerra a Venezuela, Vladimir Putin afirmaba que cualquier incursión bélica en el continente es una barbaridad y expresaba su sintonía con Nicolás Maduro.

La única baza que le quedaba a Trump, derrotado por los chinos, era repartirse el mundo con los rusos, con los que comparte, aunque no se suela mencionar, frontera marítima. Está en el estrecho de Bering, entre Alaska (que pertenece a EU) y Siberia (territorio de Rusia a donde los zares y los bolcheviques mandaban a los disidentes). En medio están las islas Diómedes, repartidas entre los dos países.

El caso es que Trump, un hombre acostumbrado a hacer negocios, podía haberle dicho a Putin:

-a ver Vladimiro, tú te quedas con una parte de Ucrania y ya me encargo yo de que los europeos no protesten. Además, te toca una parte del Ártico, que ahora que se está deshelando por fin, nos va a permitir sacar más petróleo. Eso sólo para nosotros. A cambio, me dejas América Latina para mí, desde México a la Patagonia, y no me cuestiones cómo lo hago. Yo miro para otro lado cuando arregles cuentas con los que te molestan, y tú haces lo mismo con los que me molestan a mí. Y no te preocupes que los europeos están ya fuera de juego. ¿Alguien te ha reclamado nada por haber reducido a escombros a Gaza? Pues esa es la actitud, Vladimiro, esa es la actitud.

Y Putin, que viene de ser oficial del KGB mientras se hundía la URSS, chico de los recados en San Petersburgo de un Alcalde corrupto, aliado de las mafias que se estaban quedando con las ruinas soviéticas, amigo de los oligarcas que mandaban en el país y, finalmente, Presidente de Rusia que ha arreglado cuentas con todos los que le han molestado en todas las situaciones anteriores, no le debió decir ni que sí, ni que no ni todo lo contrario.

La pregunta relevante es ¿tiene realmente interés Rusia en mantener el poder de los EU? ¿Le beneficia o le perjudica a Putin y a Rusia que EU siga jugando a ser el gendarme mundial? ¿Cómo es su relación con China? Por eso no es bueno que haya ganado en Chile una persona dispuesta a entregarle su país a Trump como está haciendo Milei en Argentina, Noboa en Ecuador o Rodrigo Paz en Bolivia, que acaba de retirar las subvenciones a los combustibles. ¿Qué viene cuando los pueblos votan a la derecha porque ya no creen en la izquierda, pero la derecha les trata peor que como los trataba la izquierda? Tiempos tumultuosos.

Como ha dicho Sheinbaum, a diferencia de lo que ha pasado en Chile con el Frente Amplio de Boric, apoyado por un partido comunista a menudo más moderado que sus socios de gobierno (han permitido que encarcelen a Daniel Jadue), la coalición que sostiene a la 4T no se ha dividido. Y no lo ha hecho porque van cumpliendo con los acuerdos de gobierno y van mejorando la vida de la gente pese a las muchas presiones nacionales e internacionales. Además, como buena veterana, Sheinbaum no tiene la más mínima intención de salvar al PRI o al PAN, como hizo Boric con Piñera: confunden la compasión con la estulticia. Si rescatas a tu verdugo, algo no te rige bien en la sala de máquinas política de la cabeza.

Dice Lautaro Rivara que “en la derrota el enemigo impone su abrumadora superioridad económica, social, mediática, geopolítica o militar”, mientras que “en el fracaso, en cambio, priman los componentes internos, las contradicciones propias, las aporías, los errores no forzados, las inconsistencias ideológicas, la falta de conducción, estrategia y perspectiva.” Derrota no es lo mismo que fracaso.

Si las tendencias innatas en todos los partidos políticos -algo que es propio de todas las organizaciones humanas- infectaran a Morena, le pasaría lo mismo que al Frente Amplio de Boric que se avergonzaba de la historia y el devenir de la izquierda mientras que se sentía más a gusto perdonado y aceptado en los salones de la política que han rechazado todos los pueblos. Que castigó a los suyos y perdonó a las élites, que mandó a la policía contra los mapuches o los disidentes pero consentía en no tocar el bolsillo de los poderosos. Que se encontraba más a gusto al lado de la derecha continental atacando de manera furibunda a Venezuela o no atreviéndose a frenar el genocidio en Gaza.

¿Puede pasar lo mismo en México? Es difícil, porque ni Morena ni el gobierno han sucumbido a la esclerotización del cambio que hemos visto en tantos sitios. Muy al contrario, y como se ve con el trato a los inmigrantes, la primera vez que los mexicanos tienen un gobierno que les atiende, el gobierno de Sheinbaum está atento a las amenazas y las gestiona, a veces cediendo, como toca desde un análisis realista -aranceles de México a China, injerencias militares norteamericanas, cesiones económicas a EU- y otras veces se caracteriza por la firmeza y la reclamación de la soberanía.

Es verdad que, otro escenario tendríamos si, por las razones que fueran, creciera la frustración en México, si la incertidumbre se hiciera fuerte, si la agenda social se detuviera, si el fantasma de la inseguridad o la decadencia de la nación fuera agitado por un Goebbels del siglo XXI como Bukele o Trump, si la falta de democracia interna se hiciera realidad en Morena y alimentara las divisiones, si Morena dejara de formarse ideológicamente, si las amenazas de Trump hicieran mella con el chantaje del cierre de las remesas, nuevos aranceles, amenazas de intervención- porque se haya tardado mucho en frenarlas o si, finalmente, la guerra llega al continente.

La derrota de la izquierda en Chile estaba cantada porque era evidente que el pueblo no encontraba por sus cuarteles la épica para jugársela con los que no parecían compartir su corazón rebelde. Los pueblos que no van al ideólogo, terminan teniendo que ir al psicólogo. E, incluso, a veces a un psicólogo fuera de su propio país, porque del tuyo has tenido, exiliado, que marcharte.

Juan Carlos Monedero

Juan Carlos Monedero

Realizó estudios de licenciatura en Economía, Ciencias Políticas y Sociología. Es Doctor en Ciencias Políticas y profesor titular en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Ha dado clases en diferentes universidades de Europa y América Latina y es profesor honorario en las universidades argentinas de Quilmes y Lanús. Ha asesorado a diferentes gobiernos latinoamericanos. Entre otros libros, ha publicado La transición contada a nuestros padres, El gobierno de las palabras, Nuevos disfraces del Leviatán, Dormíamos y despertamos, Curso urgente de política para gente decente (15 ediciones y publicado en cinco países), La izquierda que asaltó el algoritmo, El paciente cero eras tú y Política para tiempos de indiferencia (2024). Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales de CLACSO en 2018. Ha sido ponente central en la conmemoración del Día Internacional de la Democracia en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York y en la 28 Sesión Regular del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Tiene reconocidos tres sexenios de investigación. Es cofundador de Podemos, colabora en diferentes medios de comunicación y ha presentado durante cinco años el programa En la frontera en Público, donde tiene el blog Comiendo tierra.

Lo dice el reportero