La escritora mexicana Karla Zárate presenta su más reciente obra, "El invierno llegó sin avisar", un thriller psicológico que utiliza un clima improbable en la Ciudad de México para explorar la ambición artística y la rivalidad entre escritoras.
Ciudad de México, 20 de diciembre (SinEmbargo).– La escritora mexicana Karla Zárate conversó sobre El invierno llegó sin avisar (Destino), un thriller psicológico que utiliza la estética oscura y un clima improbable para adentrarse en las profundidades de la ambición artística, la rivalidad y el proceso creativo.
La obra sigue a Eugenia, una protagonista atormentada cuyo desarrollo como escritora la lleva a cometer un crimen atroz contra su rival literaria. Todo ello se enmarca en un invierno inesperado que cae sobre la Ciudad de México, un evento que la autora convierte en una poderosa metáfora emocional.
"El invierno en particular para mí representa la quietud, quizás un repliegue e incluso cierto desconcierto," explicó Zárate a SinEmbargo. Este clima inusual no es un simple telón de fondo, sino una presencia inevitable que acompaña los procesos internos de la protagonista. "Quise que el clima acompañara a mis personajes como una presencia inevitable; este frío que todos podemos sentir no solamente afuera, sino internamente como una especie de espejo con los procesos internos, en este caso el de la creatividad literaria."
Para Zárate, las situaciones que llegan "sin avisar" reflejan los momentos de la vida que nos cambian. En la novela, "la nieve es más un espejo que un clima."

El punto de partida de la historia es el asesinato y la disección detallada del cuerpo de la víctima. Este acto brutal, sin embargo, es interpretado por la autora como una disección de la propia creatividad.. Zárate, quien ya había explorado el "terror corpóreo" en obras anteriores como "Rímel", confirma la intención simbólica de la escena:
"En esta novela, la primera escena, más allá de cortar los cinco sentidos, es porque ella quiere ver, sentir, oler, tocar y escribir como la otra; por eso la escena de los dedos para apropiarse de ella. Fue una especie de disección que podría ser una pintura."
La autora añade que su interés radicaba en mostrar "los gestos más pequeños que pronto pasan desapercibidos" y explorar "cómo aprendemos a atravesar las tormentas internas."
La novela no solo aborda el horror físico, sino también la frustración y la frivolidad del medio editorial. Eugenia, marcada por la herencia familiar y una infancia solitaria, se enfrenta a la figura de una rival literaria, una sombra de lo que pudo haber sido.
Zárate desmitifica la idea romántica de la escritura, señalando que la inspiración es un mito y que el proceso es a menudo frustrante y arduo. El acto de escribir, para Eugenia, es algo que la desborda, motivado por "el amor, la rabia, la necesidad de ser vistos." En este entorno, la figura de Maya, la editora de Eugenia, representa una exigencia externa que busca ganarse un lugar en la editorial Madrigal, sumando otra capa al "sálvese quien pueda" por el éxito.
La novela, en palabras de su creadora, es un retrato de la condición humana donde "no hay personajes totalmente buenos o malos”, sino seres complejos impulsados a límites extremos en su búsqueda por la mirada y el reconocimiento.




