Alejandro De la Garza

Noches de hospital y escucha

"El sino del escorpión fue salir volando de su refugio tropical en la costa del Pacífico nayarita a consecuencia de una crisis de salud cuya atención, merced a su necedad, había venido procrastinando".

Alejandro De la Garza

27/12/2025 - 12:02 am

Noches de hospital y escucha.
"Los relatos de Enriquez convierten lo sobrenatural en una lente para visibilizar la violencia estructural y la degradación ambiental y social". Foto: IMSS

El sino del escorpión fue salir volando de su refugio tropical en la costa del Pacífico nayarita a consecuencia de una crisis de salud cuya atención, merced a su necedad, había venido procrastinando. Ya por fin en la capirucha, se hizo análisis variados, recibió tratamiento y fue intervenido quirúrgicamente. Pasó algunas noches navideñas en un hospital de la colonia Roma entre estudios, dolor y somnolencia narcótica; no obstante, para su fortuna halló una forma de ocupar la mente y descansar escuchando en YouTube varios relatos de Mariana Enriquez, la novela breve de Roberto Bolaño Estrella distante y las célebres siete conferencias de Borges.

Vale decir que el alacrán nunca fue asiduo a los audiolibros propiamente dichos, aunque hace años llegó a adquirir algunos de los discos de acetato de la colección Voz Viva de México, editada por la UNAM. No obstante, durante los últimos años su vista se ha cansado por la escritura y lectura constantes en la computadora y por la irrenunciable lectura de libros, a lo que se ha añadido la mirada puesta en series en las plataformas de streaming, todo lo que ha orillado al venenoso a tomar largas pausas para descansar los ojos.

Fue en una de esas pausas cuando la compañera del arácnido le regaló una aplicación de Amazon para obtener audiolibros y escucharlos en la célebre bocina digital Alexa. Ahí retomó el alacrán el ejercicio (ancestral sin duda) de escuchar historias. Sin embargo, su primera experiencia no fue venturosa: intentó comprar un par de audiolibros que no encontró en el catálogo; optó entonces por una novela reciente de un autor mexicano que resultó infumable. Algo sobre un personaje que juega al futbol americano y es fanático del heavy metal, además de ser misógino y cometer otras barbaridades peores. El alacrán claudicó en el intento de escuchar esa novela que seguro recorre sin destino la fibra óptica esperando un nuevo llamado vía Alexa.

Fue entonces cuando el escorpión buscó en YouTube libros interesantes o de su gusto para escuchar al atardecer o antes de dormir. Los audiolibros más comerciales son horrendos, pues con frecuencia suenan tan rimbombantes y solemnes como estos calificativos, mientras que en otros casos están dramatizados con tan mal tino que desvirtúan las características inherentes a la escritura original y la vacían de su sentido con intensidades y dramatismos fuera de lugar. Las mejores lecturas son las más discretas, aquellas lecturas directas, sin exageraciones y muchas veces amateurs, que respetan fielmente el texto.

En este espacio más discreto pero creativo de “lectura para ser escuchada” fue que el alacrán se topó con varios de los relatos de la argentina Mariana Enriquez que lo han acompañado en sus noches hospitalarias, aunque a quienes conocen la obra de esta bonaerense nacida en 1973 parecerá acaso tétrico acudir a ella en tales circunstancias clínicas. A Enriquez suele ubicársele a la primera lectura como maestra de la literatura de terror, pero al avanzar en su obra va emergiendo la intención profunda: el espanto funciona aquí como diagnóstico social. En sus relatos lo macabro es una herramienta para nombrar la violencia, la precariedad y la soledad urbana (y desde luego la violencia y crueldad de la dictadura argentina de los años setenta y ochenta); son relatos de una intensidad que conmueve y perturba.

Los relatos de sus libros Los peligros de fumar en la cama (2009), Cuando hablábamos con los muertos (2013) y Las cosas que perdimos en el fuego (2016) convierten lo sobrenatural en una lente para visibilizar la violencia estructural y la degradación ambiental y social. Una epidemia de mujeres quemadas, la aparición de chicos fantasmas asesinados por la policía, la violenta deconstrucción y destrucción del cuerpo femenino impuesta por las modas, la venganza y el rencor social traducidos en vidas “espantosas y fantasmales” en barrios obreros o pobres o lumpen, la infancia como estado sobrenatural predispuesta a la percepción extraordinaria e incluso al sacrificio, son los temas de Enriquez ubicados en una Buenos Aires descrita con un realismo sucio y visceral.

En otra noche de escucha hospitalaria, el escorpión se volvió a enganchar con Roberto Bolaño, el legendario chileno nacido en 1953, autor de Los detectives salvajes (1998), y quien tras su muerte en Barcelona en 2003 alcanzó una celebridad casi planetaria por la calidad de su obra. Aunque ha leído buena parte de la obra de Bolaño, el alacrán no había caído en su novela breve de 1996 Estrella Distante, cuyos diez capítulos están completos en YouTube. Los temas de Bolaño están ahí: los talleres de poesía, la vida desarrapada y triste de los verdaderos poetas, la lucha por la subsistencia del escritor. Su voz es una voz rota, no es la voz del éxito y la luminosidad, sino de la oscuridad y el fracaso, y aun así, o por eso mismo, su ejercicio fabulístico es seductor, fascinante, inagotable.

Lo sorpresivo y cuestionador de esta novela es que su narrador Arturo Belano (el mismo de Los detectives salvajes) narra la vida paralela de dos poetas, dos maestros de sendos talleres de poesía, sólo que uno de ellos es un asesino al servicio de la dictadura de Pinochet y, aun siendo buen poeta y profesor, abraza el mal con una naturalidad que espanta e interroga las relaciones entre la estética y el mal. El periplo en busca de este poeta asesino llamado Carlos Wieder (en realidad Alberto Ruiz-Tagle) va de Concepción y Santiago en Chile, a las guerrillas nicaragüense, guatemalteca y salvadoreña, y de ahí hasta Alemania, Francia y España, donde finalmente Belano encuentra a Wieder y es casi cómplice del ajuste de cuentas de su asesinato. Bolaño en pleno.

Finalmente, y antes de fatigar este espacio, el alacrán recomienda también las siete conferencias que Borges pronunció en 1977 en el Teatro Coliseo de Buenos Aires y que además de ser grabadas y filmadas, se publicaron bajo el título Siete noches (el venenoso recuerda melancólico su vendido ejemplar publicado por el FCE en 1998). El titán argentino aborda siete temas de fábula e imaginación literarias: La Divina Comedia; La pesadilla; Las mil y una noches; El budismo; La poesía; La cábala; y La ceguera. Borges convierte la sala de conferencias en un laboratorio del pensamiento y del estilo. Cada charla es un ensayo breve de anécdotas, erudiciones y metáforas. Su voz poética es capaz de hacer de todo tema académico una auténtica magia (la cábala, La Divina Comedia, la ceguera). Son pequeños relatos íntimos y filosóficos en la voz inconfundible del modesto titán argentino, una voz que rehúye la exposición enciclopédica para preferir la asociación libre y la imagen memorable. El resultado es, como decía el mismo Borges, una magia menor.

Todos estos audios están en YouTube y alentaron al escorpión en su cama de hospital a salir del drama y, con Borges, confirmar que la literatura es una forma de la felicidad.

Alejandro De la Garza

Alejandro De la Garza

Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

Lo dice el reportero