Ciudad de México, 6 feb (SinEmbargo).- “Es la historia de una niña que no sabe cómo ser en mundo contradictorio y cruel como el que representaba la dictadura argentina y como suelen ser tantos mundos contradictorios y crueles”, así cuenta su película El Premio, la directora argentina Paula Markovitch, cuyo aclamado filme será estrenado el próximo 8 de febrero gracias a los buenos oficios de la productora Canana, que comandan Diego Luna y Gael García Bernal.
“Hay una sabiduría en los niños que consiste en no entender el mundo adulto y está bien que no lo entiendan, porque no hay nada que entender”, dice la cineasta en entrevista, a propósito de la niña de 6 años que da vida al personaje protagónico en un filme que no deja indiferente a nadie.
Sin duda, la impresión que causó El premio en la gran cantidad de público que la vio en su recorrido mundial de festivales se ve reflejada en los numerosos premios recibidos, entre ellos el Oso de Plata en Berlín.
“Los premios son muy agradables y muy buenos cuando vienen de una fuente legítima. Son muy graves cuando provienen de lugares espurios y de eso se trata la película”, explica Paula, ganadora también en el Festival de Cine en Guadalajara.
“Nuestro filme ha recibido hasta ahora 17 premios internacionales y algunos de ellos me gratificaron especialmente, como el que obtuvimos en Jerusalén en el rubro Mejor película de la libertad y como el que ganamos nada más ni nada menos que en Nürenberg”, agregó.
A la luz de las recientes condenas a los homicidas de la dictadura argentina, la directora se mostró muy satisfecha por la labor de la justicia en su país de origen.
“Felicito al gobierno argentino, pues creo que cuando se condena a los verdaderos criminales, la sociedad entera siente un gran alivio”, expresó.
EL PREMIO, UNA PELÍCULA ESTREMECEDORA
El filme cuenta la historia de Cecilia (Paula Galinelli) y su madre, Lucía (Laura Agorreca), quienes viven en el exilio en su propio país a causa de la dictadura militar en los años 70 en Argentina.
Decir que los personajes viven en el exilio en su propio país resulta un eufemismo toda vez que no se trata en realidad de una estada a salvo de las huestes criminales de un gobierno espurio, sino de un intento de escapar, de salirse del foco, de la primera fila, del ojo escudriñador del asesino.
Lucía, mientras espera poder viajar al extranjero para ponerse a salvo ella y su hija, se refugia en una zona de playa en la provincia de Buenos Aires. En un contexto desolado, esos infinitos paisajes marinos de una Argentina despoblada y casi ajena, madre e hija intentan vivir una existencia “normal”.
La mujer, como es lógico, trata por todos los medios posibles e imposibles de pasar inadvertida, pero la realidad terrible, estremecedora, se cuela invasora e indolente.
El ojo del espectador se hace cómplice sin quererlo de una persecución latente, en un hecho cinematográfico que revela la maestría de Markovitch: por momentos, en ese juego a las escondidas que propone la historia, uno siente como público que tiene en sus manos un foco reflector capaz de denunciar el punto en que se ubican la mujer y su hija.
“Por su manera valiente de encarar un tema tan trágico como la dictadura argentina”, El Premio recibió una distinción de los periodistas acreditados en la XXVI edición del Festival de Cine en Guadalajara, en 2011, un galardón más de los muchos que recibió el filme que los mexicanos tendrán oportunidad de ver en las salas convencionales, a partir del 8 de febrero.
