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David Ordaz Bulos

13/12/2020 - 12:00 am

Las piedras que sueñan en el Mezquital

Para un alma eterna cada piedra es un altar Caifanes   ¿Qué relación puede haber entre las piedras y los sueños? Hace unas semanas llegó a mis manos el libro: Cangandhos, Ídulos y San Juanes. Piedras sagradas en el Valle del Mezquital, Hidalgo, de mi amigo Luis Francisco Sánchez Fonseca, es un trabajo que cuenta […]

Para un alma eterna cada piedra es un altar

Caifanes

 

¿Qué relación puede haber entre las piedras y los sueños? Hace unas semanas llegó a mis manos el libro: Cangandhos, Ídulos y San Juanes. Piedras sagradas en el Valle del Mezquital, Hidalgo, de mi amigo Luis Francisco Sánchez Fonseca, es un trabajo que cuenta una historia negada para la memoria colectiva sobre la relación sagrada que los pueblos otomíes tienen con las piedras, conectadas con las fuerzas de la fertilidad y los ancestros. A través de testimonios, fotos e ilustraciones la investigación sale del tedio académico y permite asomarnos más allá de nuestros marcos culturales para multiplicar nuestra mirada.

Foto: Luis Francisco Sánchez Fonseca

El Valle del Mezquital es un territorio sagrado para la cultura otomí – hñä-hñu, una de las etnias más antiguas de México que colaboró como mediadora con las fuerzas españolas en los primeros tiempos de la conquista. En él, los cerros, las cuevas y las piedras son actores vivos con los que se interactúa a través de la narración oral de la memoria y de los sueños. El Mezquital es una extensión Del Valle de México, una macroregión que cruza los estados de Hidalgo, Querétaro y México. En tiempos prehispánicos fue frontera entre grupos sedentarios del sur y nómadas del norte. Hoy en día, muchas de sus partes son consideradas infiernos ambientales, consecuencia de un proceso de mutación de territorial dirigido por las “gentes de razón” que comenzó hace décadas con la llegada de la refinería petrolera, las cementeras y los parques industriales, como lo documentó Paul Leduc en 1977 en el filme: Etnocidio: Notas sobre el Mezquital.

Foto: Luis Francisco Sánchez Fonseca

Los sueños son la vía para conectar con las piedras sagradas. Son “un estado intermedio entre este mundo y las estrellas, los meteoritos, las piedras, los santos, la tierra y el cielo, entre la experiencia humana y divina”. Además, son el escenario donde “las divinidades otomianas aparecen y ofrecen una guía para la mente del subconsciente, de un especialista ritual o de cualquier persona”.

Las piedras sagradas están en el territorio, incrustadas en los cerros, en los terrenos de las familias, al pie de los árboles o pueden haber llegado a la tierra como meteoritos o estrellas fugaces. Algo así como las calabazas que usaban las gentes para bailar y curar, y decían que venían del cielo, en las crónicas de sus recorridos desde la Florida hasta Sinaloa, de Álvar Nuñez Cabeza de Vaca.

Foto: Luis Francisco Sánchez Fonseca

En la medicina tradicional otomí las piedras tienen clasificaciones y poseen energías curativas o achacosas. Por ejemplo, los Cangandhos (piedras verdes sagradas), protegen “terrenos, cultivos, casas, objetos materiales, familias” y son objeto de veneración colectiva en montes, ríos, cuevas o terrenos, con rituales musicales y ofrendas. Por su parte, los Ídulos (también llamados niñas o niños), son rocas más pequeñas con superficies reflejantes que al igual que los Cangandhos, tienen el don de la ubicuidad, aparecen y desaparecen. Finalmente, los San Juanes están asociados con niños muertos sin bautismo, de ahí su conexión con el santo católico de San Juan Bautista y con las figuras mitológicas de los tlaloques o chaneques, que habitan en los cerros y son parecidos a niños traviesos.

Foto: Luis Francisco Sánchez Fonseca

El territorio es como un cuerpo humano en la cosmovisión hñahñu. La parte más alta de los cerros es la cabeza (ñäxu), de ahí siguen los ojos (da) y la boca (ne), después los huesos (ndo ´yo) y todo el cuerpo. En los cerros vive el met to̱ho̱, un ser que interviene cuando los humanos invaden los lugares sagrados, como “cuando las cementeras dinamitan su espacio, o se abren nuevas vías de comunicación entre las localidades”. Dicen que a quienes profanan así los espacios, les va mal, sufren pérdidas de dinero o tragedias familiares. ¿Cuáles serán las consecuencias de tantos cerros que hoy en día han sido dinamitados sin mayor reparo en el Valle de México? Que bueno que en tiempos desmitificados existan personas que le ponen atención a los sueños y a las piedras, nos aproximan a la memoria de los pueblos y nos invitan a soñar.

 

 

 

David Ordaz Bulos

@David_Orb

 

 

Referencias:

· Alfonso Vite. (2020). El cristianismo-otomí del Valle del Mezquital., México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2411/2393 . Visto el 06/12/2020

·  Luciano Hernández, Luis Franciscon Sánchez y Susana Hernández. (2019). Cangandhos, Ídulos y San Juanes: piedras sagradas en el Valle del Mezquital, Hidalgo. México: PACMyC Hidalgo.

 

 

David Ordaz Bulos
Psicólogo social. Maestro en Sociología Política por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Estudiante del doctorado en Creación y Teorías de la Cultura de la Universidad de las Américas Puebla.

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