Lavado del tiempo

16/03/2013 - 12:00 am

El conejo de Alicia se burla de ti cínicamente. A prisa, a prisa que se te hace tarde. La naturaleza te ha robado una hora de tu existencia al menos en la frontera, donde las decisiones parecen ser de otro horizonte y no el que en realidad, la nacionalidad mexicana presume.

Un preámbulo hacia la primavera de veintitrés horas, suficientes para planear el suicidio masivo del ocio o aferrarse a la lentitud de las cosas, cual si cayera la arena del reloj. Menos uno, menos uno. Cada vez más cerca del centro del país. Un caos comienza a germinarse en las manecillas del reloj.

Los medios te lo gritaban cada mañana antes del 11 de marzo, no olvides adelantar tu reloj una hora, todo sea por conjugar el beso del Sol con el transcurso del tiempo y evitar las amables incongruencias de la naturaleza que comienzan a estorbar en tu vida.

El ahorro de energía conspira con el aprovechamiento de la luz solar para revolver tus acciones planificadas con una anticipación absurda que no siempre se cumple. Las predicciones de la espera eterna reducen. Finalmente llegó aquel inicio del cosmos en tu patética existencia, ya no más letargos para vivir ese instante donde más uno en el preámbulo del invierno, te desespera hasta las costillas con la oscuridad entre los secretos de la noche anticipada.

El lavado del tiempo comienza a notarse cuando la somnolencia nuevamente te persigna para darte los buenos días y te recuerda que te han hurtado sesenta minutos de charla con el inconsciente. La ciudad te espera para que la devores en el cotilleo laboral, el que hacer de la casa que nunca termina o los estudios esperando a que rindas como nunca.

Otra manera de saber que los minutos han sufrido de enjuague, es tener confusión con la programación televisiva, en especial si esperas una serie a determinada hora y de repente una hora después, a tres cuartos del programa avanzado, la tienes frente a tu pantalla. ¡Bendita frustración! te has perdido el mejor episodio por el capricho de vivir en la franja fronteriza y hacerle frente a las horas luz.

Los suspiros de una permutación se vuelven quejas y algunos desconcertados te las hacen saber con la misma espiral de siempre. Prefiero el horario de invierno, duermo más, o me gusta este porque oscurece más tarde, total la gente no siempre está contenta y en ocasiones no sabes ni para qué lado hacerte. De todos modos el lavado del tiempo se hace a conveniencia de llevar un pacto con la naturaleza y subsidiar con dignidad los pagos a la benemérita CFE.

Pero no todo se convierte en una tragedia de números o prisas extinguiendo el sosiego. La tregua de luminiscencia te sumerge en la quietud del pasto o la arena unas horas más con el espectáculo crepuscular incitando a  la reflexión y al balance de la existencia.

La frontera es una sola, no hay divisiones que separen a un país de otro. Con el cambio de hora, la equidad de minutos te regala la legalidad de momentos que no volverán, pues tu tiempo ha sido lavado con la mezquindad del día y la noche.

@taciturnafeliz

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