Jorge Alberto Gudiño Hernández

Sigue ahí

"No sucede así con los baches. Al contrario, éstos se multiplican. No resulta exagerado sostener que un aviso se sucede con el siguiente. Uno tras otro, cuadra tras cuadra. Los baches, socavones, rupturas de pavimento y demás se han multiplicado en exceso."

Jorge Alberto Gudiño Hernández

07/09/2025 - 12:01 am

Debido a las constantes lluvias, avenidas y calles de la Alcaldía Magdalena Contreras, se han convertido en una zona de baches y hundimientos, poniendo en riesgo a vehículos que transitan en la zona. Foto; Rogelio Morales Ponce, Cuartoscuro

Decir que algo sucedió en el milenio pasado suena muy lejano, digamos, pues, que fue hace algunos sexenios. Entré a la prepa y, en consecuencia, comencé a usar transporte público. Recuerdo esos peseros que eran Combis y microbuses sorteando obstáculos por las avenidas. Íbamos rápido, pues no había tanto tráfico y salía temprano hacia la escuela. Era común que se hubieran aprendido los baches y los esquivaban con pericia. Uno de mis vecinos iba a la misma prepa que yo y, cuando había suerte, nos íbamos en su coche. Las burlas eran constantes: le decíamos que parecía querer atinarle a los baches. Con el tiempo, también se los aprendió. Y, si por algo fallaba, no pasaba mucho: eran pequeños, un brinco extra y ya está.

Ahora manejo a diario para llevar a mis hijos a la escuela. Aunque conozco bien el camino, esta ciudad no es amable con sus habitantes. Así que pongo el Waze para utilizar la mejor ruta, aunque implique hacer dibujos extraños por las avenidas y las calles. La aplicación se alimenta de los datos de todos los usuarios. En la medida en la que muchos la tienen activada, se actualizan los datos del tráfico y se calculan nuevas rutas en consecuencia.

Los usuarios también pueden avisar de ciertas cosas: embotellamientos, accidentes, la presencia de la policía, la de algún animal, peligro y, sí, los baches. Antes estas alertas eran poco comunes. Supongo que se debía a que, cuando uno maneja, no anda añadiendo avisos sobre lo que sucede en el camino… salvo que esté detenido. Y cada vez más tiempo nos la pasamos detenidos en el tráfico. Asumo mi responsabilidad como culpable de estos atascos: somos muchos y hemos saturado las vías.

El caso es que, cada tanto, llega un aviso del tipo: “Bache en el camino”. Luego, dos opciones: “Sigue ahí” y “Ya no”, para que uno contribuya a corroborar la existencia del peligro o para negarla. Las negativas llegan, sobre todo, con los avisos de accidentes. Un usuario la marca a determinada hora y otro la retira más tarde.

No sucede así con los baches. Al contrario, éstos se multiplican. No resulta exagerado sostener que un aviso se sucede con el siguiente. Uno tras otro, cuadra tras cuadra. Los baches, socavones, rupturas de pavimento y demás se han multiplicado en exceso.

La explicación de las autoridades es clara: las lluvias reblandecen el pavimento que tiene el desgaste propio de los años. Está la promesa de darle mantenimiento y repavimentar cuando terminen estas lluvias. Es curiosa la promesa del mantenimiento, pues es algo que se ha sabido durante las últimas décadas. Se me ocurre que las heroicas cuadrillas que los reparan no lo han hecho con los mejores materiales o no se ha querido invertir en el cambio a concreto hidráulico: desde el milenio pasado, desde hace muchos sexenios y administraciones. El estado del asfalto en esta ciudad es un reflejo de lo que significan los cuidados paliativos para dejarle el problema a los que vendrán.

Y, claro, estos baches ya no implican un brincoteo y ya está. Cada vez nos enteramos de más personas que revientan sus llantas al menor volantazo.

“Sigue ahí”, aparece en la pantalla. No es pregunta, aunque da la opción de responder. “Sigo aquí”, pienso, mientras se acumulan las horas de tránsito en una ciudad que ya está dando de sí. “Y seguiré”.

Jorge Alberto Gudiño Hernández

Jorge Alberto Gudiño Hernández

Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

Lo dice el reportero