Jorge Alberto Gudiño Hernández

Los emblemas de las llantas

"¿Saben por qué se roban los emblemas de las llantas?, pontificó alguno. Explicó que poco podrían interesarle esos circulitos de plástico a alguien que no tuviera una camioneta del mismo modelo. ¿Por qué? Porque cuestan una fortuna en la agencia".

Jorge Alberto Gudiño Hernández

05/10/2025 - 12:01 am

Fachada de una agencia automotríz. Foto: Saúl López, Cuartoscuro

La queja llega en la fila para recoger a los niños, donde estamos varios padres reunidos; el sitio donde suelen intercambiarse anécdotas baladíes. A uno de ellos le han robado los emblemas de sus llantas. Para mayor precisión, unas tapitas de plástico, de unos tres o cuatro centímetros de diámetro, que van al centro de los rines. El primer enojo provino del hurto, claro está, el segundo de la llamada a la agencia de coches: cada una de las tapitas cuesta mil trescientos pesos, una barbaridad, considerando que no sirven para nada más que por el asunto estético.

Otro de los papás toma la palabra. Cuenta cómo, en un descuido, al dar una vuelta a la derecha, chocó con un macetón de ésos que ponen por ahí. Se abolló parte de la puerta trasera y parte del salpicadero. Las molduras, por extraño que parezca, sólo se rallaron un poco. Como su camioneta tiene más de dos años, el seguro lo mandó a uno de esos talleres genéricos, donde sólo pagaría el deducible. Por no dejar, fue a la agencia, para saber cuánto le costaría arreglarla ahí. Con suerte, no sería mucha la diferencia respecto a su deducible y siempre era mejor que le hicieran el trabajo en dicho sitio. Tras un largo estira y afloja en el que quisieron cobrarle el valor de equivalente a los cuatro emblemas del otro sujeto por el presupuesto, pese a ser un cliente que había llevado su vehículo todas las veces a ese mismo sitio, le dieron la cantidad.

Es importante señalar, dijo con tono magisterial, que el daño estaba sólo en las dos láminas y en las molduras. La suspensión, los rines y las llantas no habían sufrido daño alguno. El costo de la reparación ascendía a una cuarta parte del valor de la camioneta. ¡Una cuarta parte!, por dos piezas de recambio. Si le hubiera pegado de lleno, si se hubiera cargado la suspensión, la compostura habría costado más que la camioneta. Resignado, se fue al taller al que lo había mandado el seguro, pagando sólo el 5 por ciento del deducible.

Las quejas en torno a la voracidad de algunas agencias de coches no se hicieron esperar: en los servicios siempre encontraban detalles para cobrar extra, los cambios de aceite costaban el doble que en un taller cualquiera, aunque, hacerlo por fuera, implicaba perder la garantía que poco garantizaba. Alguno contó que un día después de vencida la garantía para determinadas partes de su coche, se descompusieron. Es claro que se ha convertido en un negocio abusivo. Y eso que no tienen coches híbridos, dijo alguno, contando que su carrito llevaba seis semanas detenido por falta de autopartes.

¿Saben por qué se roban los emblemas de las llantas?, pontificó alguno. Explicó que poco podrían interesarle esos circulitos de plástico a alguien que no tuviera una camioneta del mismo modelo. ¿Por qué? Porque cuestan una fortuna en la agencia. Remató ejemplificando que existen un par de marcas que sustituyen esos emblemas de forma gratuita o con un costo simbólico. Son los que menos se roban en el mercado.

Nos despedimos cuando los chicos salieron de la escuela. El último de los padres tiene razón: se los roban porque cuestan caros. Y algo similar pasa con el costo del servicio y las reparaciones: cobran lo que quieren porque sigue habiendo clientes dispuestos a pagarlo. Uno sale furioso, tras haber liquidado la cuenta, pero resignado a que así es como debe ser. Los abusos se han convertido en una tradición dentro de la industria.

Jorge Alberto Gudiño Hernández

Jorge Alberto Gudiño Hernández

Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

Lo dice el reportero